miércoles, 31 de marzo de 2010

Plan de vacaciones: poner los relojes en hora

Esto siempre suele pasar en vacaciones de Semana Santa. Que hay que cambiar la hora a todos los relojes, menos a los de los ordenadores, que se cambian ellos solos, por alguna razón que escapa a mi conocimiento, somero él.

Yo tengo dos. Uno digital y otro analógico, de los de agujas de toda la vida. Con éste me arreglo estupendamente: saco la cebolleta, le doy un giro hacia arriba (para ambas tareas me ayudo de los dedos pulgar e índice) y halejop, ya estoy a tono con la humanidad y sus ritmos primaverales.

Con el digital no puedo. Alrededor del circulito que contiene los números, hay cuatro inscripciones, justo encima de otros tantos botones. Arriba a la izquierda pone light, que significa luz, pero en inglés. Si lo aprietas, los número se ponen azules y brillan. Arriba a la derecha pone st/stop, y en contra de lo que pudiera parecer, si lo aprietas no se para nada. Antes bien, te dice que estamos a 31 de marzo (también aparece una "P" debajo, que puede significar "Para que sepas el día en el que vives"). Abajo a la derecha pone lap/reset, y si lo aprietas pone que son las 11:55 post meridian, algo muy útil si tienes una cuñada en Melbourne. Y abajo a la izquierda pone mode, y si lo aprietas salta el cronómetro, a cero claro, y luego hay jugar con los demás botones para que se ponga en marcha, se pare, haga lapsos, parciales y esas chuminadas, ya sabéis.

Para cambiar la hora, haga usted lo que sepa. Las intrucciones, por supuesto, las tiré. Y voy tocando los botones. De uno en uno, de dos en dos, de tres en tres, de uno en uno pero tres seguidos, luego los cuatro. Por azar, siempre por azar, a veces sale una pantalla con la hora parpadeando, y digo, ya está, la cambio... y se queda igual, con hora de invierno.

Ayer en el fúbol, en el descanso del partido, lo intentamos entre todos. Mi hermano, una señora que dejó el termo y la tartera diciendo dejadme a mí que sois unos manazas, un niño de gafitas que se sienta delante que tiene pinta de lumbreras, su padre, dos porretas que no sabían que hacían allí y que preguntaban todo el rato a qué hora toca Melendi...

Nada.

He resuelto dejarlo como está, y así tengo un reloj para primavera y verano y otros para otoño e invierno. Y me dejo de rollos.

1 comentario:

Blanca dijo...

Pues has hecho muy bien; es justo lo que te iba a proponer antes de llegar al final de tu Egunon.

Y si tienes capricho de ponértelo en primavera porque te va al pelo con la ropa, pues te lo pones y vas sumando 1 cada vez que lo miras. Que si Andoni se tiene que aprender las proporciones, bien se le puede pedir a su padre que sume una unidad cada vez que mire el reloj. Sugiero.