viernes, 30 de abril de 2010

ratas australianas


- Os cogéis el VIM y la fregona y me limpiáis todas las paredes que encontréis manchadas, que tenemos Melbourne que da asco.

Y se aplicaron con tanto empeño en cumplir las órdenes del alcalde que a uno se le fue la mano y arruinó una obra de esas que se llaman de arte callejero, la cual, teniendo en cuenta cómo se cotizan las obras del artista que lo pintó, podría estar valorada en unos 275000 australian dollars. Nada.

En privado, el alcalde dijo al operario que iba a estar trabajando hasta que pagara el estropicio, pero luego, con esa doble cara tan propia de algunos políticos, que mira lo que le ha pasado a Gordon Brown por llevar el micrófono en la solapa, compareció en rueda de prensa y dijo que a qué viene tanto escándalo, que tampoco era aquello la Mona Lisa.

Algo de razón tenía, porque la obra de marras, una rata paracaidista, es más fea que pegar a un padre, para qué nos vamos a engañar.

Ahora, si el límite de lo que se puede destrozar sin que se subleve el pueblo está en las obras de Leonardo, habrá que darse por jodido, que pintes lo que pintes te lo borra el alcalde.

jueves, 29 de abril de 2010

Euskaltel (y van...)


- ¿señor Mendigutxia?

- No me lo puedo creer, ¿ha dicho usted Mendigutxia?

- Sí. ¿No es usted el señor Mendigutxia?

- Sí, sí, y quiero comunicarle emocionado que es usted la ganadora de un jamón de Guijuelo de pata negra que tenía aquí guardado para la primera comercial que me llamara por teléfono para vender cualquier cabra a horas intempestivas pronunciando mi apellido correctamente, ¿qué me dice, señorita...?

- señorita Vélez, señor Mendigutxia. Me parece estupendo lo del jamón, pero yo llamaba de Euskaltel para preguntarle, señor Mendigutxia...

- Y encima tres veces en dos frases. Es usted una artista. Y me va a dar ahora mismo su número de comercial para que le envíe el jamón con unas rosas.

- Ya, verá, es que yo quería comentarle que además de los treinta canales de la televisión de Euskaltel puede usted beneficiarse de una estupenda promoción de bienvenida para disfrutar de otros sesenta canales...

- No, no, el número, el número de comercial, no los canales de la tele.

- Que digo que puede usted ver noventa canales por el precio de treinta...

- No se hable más. Y le comento, señorita Vélez, que le envío de regalo adicional una botellita de fino La Ina que me sobró de la cesta de Navidad, y un licor de bellota a medio empezar que no se bebe nadie en mi casa.

- Bueno, pero... ¿y qué me dice usted de la oferta, señor Mendigutxia?

- ¿La de los 90 canales? Que no me interesa, que tengo a los niños castigados por pegarse por el mando. Si con treinta se dan hasta en el cielo de la boca con 90 tendría que tener una unidad de la DYA en la puerta de casa. Que ya está, que le mando a usted el jamón y las rosas, y el vino y el licor, que se lo come y se lo bebe usted todo a mi salud y que hablamos otro día, señorita Vélez.

miércoles, 28 de abril de 2010

las mantas de la tele


En mi casa hay dos tipos de mantas: las de llevar en el coche y las de la tele. Para las camas tenemos edredones. Y si pasa uno frío, aún con edredón, se sobrepone una manta, cogiéndola del coche o de delante de la tele.

Sí, porque en mi casa hay la costumbre de meterse debajo de una manta para ver la tele. En invierno y en verano. Haga frío o calor. Hay personas en mi casa, concretamente todos menos yo, que pasan calor cuando hace calor, pero que cuando se ponen delante de la tele se tumban y se tapan con la manta de la tele.

Cuando estamos viendo la tele los cinco juntos, la sala parece el campamento base de una expedición al Annapurna, y yo me siento como un pulpo en un garaje, medio desnudo, con las piernitas al aire y sin tapar. Al parecer, se trata de una costumbre que viene de Igualada, donde hace mucho frío y mucha industria textil. Esto es, hacen muchas mantas, y como luego no hay tantas camas como mantas, pues las usan para ver la tele. Imagino que si ve la tele sin manta, un catalán se siente mal, porque desaprovecha una manta. Y eso no.

Y ahí no acaba la cosa. Han elaborado, los catalanes digo, una teoría para justificar esta extraña costumbre, que tiene que ver con la alteración de la temperatura corporal en el momento de hacer la digestión. Todo para decir que un ser humano puede tener frío en Barcelona en agosto a las tres de la tarde. Y eso sí que no.

A mí me parece inaudito, pero la verdad es que en mi casa nadie pasa frío. Menos yo.

martes, 27 de abril de 2010

cinco min


- ya sé hablar alemán, me dijo todo ufano y con una sonrisa de portada de revista.

- no está mal, para tener ocho años y llevar cinco días en Alemania, le contesté.

Le tocó un reto de primera magnitud, y respondió como un machote. Ya sabe que a su hermano puede darle un achuchón en cualquier momento, y que entonces se para el juego en el que estén metidos, y el otro se ausenta un rato a evacuar. En esta ocasión el apretón le sobrevino en un barco, y a las habituales dificultades de orientación para encontrar el excusado, se unieron las propias de la estabilidad en medio del río y de que los letreros estaban en alemán. Así que vaya usted a saber.

Él vino encantado porque fue capaz de encontrar el baño, de tranquilizar a su hermano, que a veces acompaña la evacuación de gritos ostentóreos, y de invitar a esperar a un individuo que se le acercó mientras vigilaba la puerta y que debió preguntarle, en alemán, si no se estará muriendo ese de ahí dentro, y también, a ver si tú crees que va a tardar mucho.

Y también vino contento porque fue capaz de contestarle en alemán:

- cinco min, dijo con la manita extendida.

De tanto ir y venir en metro, y de tanto mirar carteles, había descubierto que minuto es min, en alemán.

lunes, 26 de abril de 2010

una sola cosa


Vivir con otros es estimulante porque cada día aprendes cosas nuevas. Hoy me encargó mi señora esposa que colgara una ropa que dejó en remojo con un detergente especial para ropas delicadas. Como la tarea no parecía complicada no hice más preguntas fuera de si hay alguna forma especial de colgar las ropas delicadas de esta colada, o se cuelgan como todas las ropas delicadas.

Eran tres, las prendas, y las dos primeras las colgué primorosamente. La tercera demostró que me falta un mundo para ser un primor.

Comenzaré diciendo que la forma de vestir de las mujeres es original. La de los hombres es un, dos. Una cosa por arriba, camisa o camiseta, y otra por abajo, normalmente pantalón (también hay quien se pone piratas o bermudas para confundir a los que observamos la realidad pretendiendo aprender de ella, pero de esto hablaré otro día). Pero la de las mujeres no es un, dos, sino siempre otra cosa.

Por eso la tercera prenda se me atascó. Donde había una cosa, yo veía dos. Y no era el alcohol, porque eran las diez y yo hasta la una no tomo el primer gin tonic. Una era azul, y la otra blanca. Una parecía un jersey, y la otra una camisa. Una era de algodón, y la otra de otra cosa. Como cualquier ser humano normal, pensé que eran dos prendas enredadas, y como cualquier ser humano normal, empecé a desenredarlas. Primero maniobré con las mangas, volviéndolas del derecho y del revés. Es la táctica que sigo para extraer los calzoncillos de mis hijos de sus pantalones, porque se los quitan a la vez, se lavan a la vez, y sus colores se mezclan a la vez. Y como con ellos me funciona... No funcionó y lo intenté con las cuerdillas. Como todos sabéis, muchas prendas de mujeres llevan cordones, colgajos, cuerdillas y otros apéndices de los que luego suspender otros adminículos, o con una finalidad meramente estética. Las cuerdillas no condujeron a nada, y me empeñé con los botones, azules en lo azul y blancos en lo blanco. Nada.

Entonces paré, miré el reloj y, aunque era la hora que era, me serví un gin tonic y me puse a reflexionar. Pedí a mi hijo que se atara los cordones de los zapatos delante de mis narices. No hay cosa que me relaje más que ver a un niño de ocho años atándose los cordones de los zapatos, es decir, viendo como hacen lo imposible, que es precisamente en lo que yo me estaba empeñando.

Lo intenté todo otra vez infructuosamente, y como no salía nada, y antes de meter la tijera, resolví esperar a que viniera mi mujer y me sacara del atolladero, lo cual hizo en un pis pas, al decir que son una sola cosa, merluzo.

domingo, 25 de abril de 2010

Mejor desayunar galletas


Andaba yo dando cuenta de un desayuno que ayudara a reponer las calorías que pierdo con tanto ejercicio físico, todo por amortizar las zapatillas de correr de 95 euros, que me hacen volar sobre el asfalto. Un zumo de naranja, un salpicón de marisco, una tortilla de patatas king size, un croissant a la plancha y un café con leche en vaso. Y mientras comía leí unas declaraciones de Evo Morales que me dejaron temblando: a su juicio, debe ser dietista además de presidente de Bolivia, la razón por la que la homosexualidad masculina prolifera en Europa es que los europeos comemos carne de pollo hinchada de hormonas femeninas. Y además estamos más calvos que en América porque toda la verdura que comemos es transgénica.

Me toqué la cabeza, abandoné el afán con que desayunaba y me puse a revisar el bote de plástico de la mermelada, a ver qué estaba comiendo, todo lleno de conservantes, y le pregunté a la camarera a ver donde compraban las papas de la tortilla, que no sabía a nada la maldita, y a ver si los mejillones y el pulpo del salpicón eran de lata o los habían traído ayer de la lonja de Cudillero.

No supo qué contestar porque a las ocho de la mañana, y después de haber empezado a trabajar a las seis, uno no está para aguantar las impertinencias de nadie. Y cuando el jefe te manda hacer una tortilla de patatas con cebolla, la haces y no te preguntas si la patata es de Alava o de Marruecos, porque no te importa nada. Pero nada.

El caso es que el asunto me amargó la existencia, porque yo pensaba que el desayuno potente es un paso en el camino de la alimentación equilibrada, balanceada diría Evo, y acababa de convertirse en una fuente más de preocupaciones.

Como si no tuviera pocas.

sábado, 24 de abril de 2010

Tres pensamientos para el dia de Sant Jordi



Dos cosas las he leído y una la he pensado.

La primera que he leído es que una de las cosas más terribles de la vida es no tener tiempo para leerlo todo. Que a medida que pasa la vida nos damos cuenta de que lo que nos queda por leer, digamos que solo lo valioso, según los gustos de cada uno, equivale a un noventa y muchos por ciento. Lo dice César Antonio Molina.

La segunda que he leído es que, si existe, Dios es una Biblioteca. Esto lo dice Umberto Eco. Me he concentrado tanto en esta frase que al entrar en casa y tocar mis libros me he sentido como en Santa María del Mar, en Barcelona, que es el otro sitio del mundo donde me siento más dios que hombre.

Y la tercera, la que he pensado yo, no hacía falta decirlo porque ya veréis cómo la altura intelectual de este tercer pensamiento es sensiblemente más baja que la de los dos anteriores, es que no quiero tener un e-book. Porque yo también, como Molina, para vivir quiero mi casa, con sus 500 libros, y no la Biblioteca Nacional ni la de la Diputación, que es donde sientes que vives cuando llevas debajo del brazo, sin que pesen nada, 35.000 volúmenes, o los que sean.

Aunque si me lo regalan, seré feliz.

Así soy de veleta.

viernes, 23 de abril de 2010

Coma profundo y productivo


Una chica croata tuvo un accidente y entró en coma. Del coma despertó, y cuando lo hizo, no hablaba croata, sino alemán. ¿Dónde está lo interesante del caso?
.

Leí esta noticia y quedé perplejo. ¿Cómo que dónde está lo interesante del caso? ¿En la velocidad a la que iba el coche cuando se estrelló? ¿En los ojos azules de la joven croata, de los que quedó prendado el médico que la operó? ¿En lo bonitas que son las sábanas en este hospital? ¿En las vistas que tiene desde la terraza?.

No y no. Lo llamativo de esta noticia es que la chavala, que solo chapurreaba el alemán, y lo más que sacó fue un cuatro, en la segunda evaluación del tercero de la ESO croata, ahora lo habla estupendamente, y que además no es capaz de hablar en croata, su lengua de toda la vida, hasta el punto de necesitar intérprete.

Riéte tú del inglés con mil palabras. Un trompazo bien recibido y eres otra persona. Esta aprendió alemán en lo que duró el coma, pero lo mismo podía haber escrito una novela, o terminar jugando en el Eintracht de Frankfurt, femenino, claro, cuando antes detestaba el fútbol, y solo hacía ballet.

A lo mejor es que tenemos escondidas en el cerebro distintas personas, y la que tenemos activa en este momento es solo fruto de la más pura casualidad. Y que si no te place, todo es ir dándose golpes hasta que encuentras aquella con la que te sientes más a gusto. Golpes bien dados, claro, porque con una toñeja no se entra en coma.

jueves, 22 de abril de 2010

No molestar al que está trabajando


Si un hijo tuyo se pasa tres años sin hacer lo deberes, pasa algo. Que lo castigas, que repite curso, que se pierde lo mejor de la vida, no sé, pero algo.

Si tienes interés en adquirir una ventaja competitiva, y a un grupo de personas del laboratorio que diriges les encargas llevar adelante un proyecto para estudiar la dispersión de las particulas de feldespato del volcán de Islandia y su incidencia en las turbinas del Airbus 320 en las noches de sol siberianas, que es un tema de actualidad al que nadie ha metido mano todavía, y cada vez que les preguntas qué tal van te dicen, hoy, que no se ponen de acuerdo en la metodología, mañana, que no se ponen de acuerdo en quién va a por café en el descanso de la mañana, pasado, que no se ponen de acuerdo en el día de la cena de Navidad, y así se pasan tres años, pues al final, aburrido, se lo encargas a otro. Todavía tendrás ventaja porque de esas chorradas no se ocupa nadie.

En el ejército te ordenaban que hicieras algo, casi siempre absurdo, es verdad, y si dudabas, te arrestaban, como a un vulgar delincuente. Y si decías a la orden mi capitán, pero luego no cumplias la orden, a lo merjor no volvías a ver a tu novia hasta el final de la mili.

Pero el Tribunal Constitucional puede pasarse tres años discutiendo si Catalunya es una nación, cuando todo el mundo sabe que Catalunya es una nación, y les animan a seguir juntos hasta que se aclaren.

Acabáramos.

martes, 20 de abril de 2010

Yes, we want


Para que veáis lo entretenido que es estudiar en Madrid, al follón de los libros y las moscas se suma ahora la campaña de promoción de la matriculación en modelos trilingües, titulada, originalmente "yes, we want", parafraseando, o como se diga, el eslogan de campaña de un político norteamericano muy famoso.

Pues bien, unos puristas del lenguaje de Shakespeare han dicho que eso es una burrada de tomo y lomo, que en inglés se dice yes, we can o yes, we do, pero no yes, we want o yes, we play, sin decir qué quieres o a qué juegas.

El creativo de la campaña ya ha abandonado la Comunidad de de Madrid para que no le vengan ahora con milongas desde la Consejería, que bien contentos estaban cuando la contrataron. De momento la consejera aguanta como una jabata, e incluso defiende la campaña, diciendo que es original e imaginativa, y que millares de alumnos ya se han matriculado para ver si hablan tan bien el inglés como el del anuncio, y que van a tener que importar especialistas de la Comunidad Valenciana, donde sobran, ahora que les ha entrado el sentido común e imparten la Educación para la Ciudadanía en valenciano.

De libros y moscas

"Andrea abre un libro y observa que la suma de los números de las páginas que tiene delante es 99. ¿Cuáles son esos números?" Este es el problema que los estudiantes madrileños de 3º ESO tuvieron que responder el pasado 14 de abril. Lo primero que pensé yo es que en menudas cosas se fija Andrea. Seguro que es una de esas estudiantes que se dispersa enseguida, que el libro era de Biología y hablaba de células y ella se entretenía contando la suma de las páginas. A ver si estamos a lo que hay que estar, le diría yo si fuera su padre, y estuviera como ahora, con el libro de Conocimiento del Medio estudiando las diferencias entre los tres tipos de climas mediterráneos que existen, el de la costa, el seco y el continental, con sus precipitaciones y sus temperaturas, y todo eso, y el niño mirando las páginas. Por Dios.

La respuesta correcta al problema, de Matemáticas, por cierto, es que Andrea abrió el libro por las páginas 49 - 50. Pero resulta que no es posible abrir un libro por las páginas 49 -50, porque las páginas impares siempre quedan a la derecha. Si no os lo creéis, coged un libro y lo miráis, y si tampoco os lo creéis, coged otro, y así hasta que ya no os quepa en el cuerpo el estupor o se os acabe la incredulidad. Se ve que el examen lo había puesto un profesor de Matemáticas que no había abierto en su vida más libro que el de Matemáticas.

El caso es que uno que suspendió, listo él o listo alguien, recurrió el examen porque el enunciado del problema plantea una cuestión imposible. Y el tema llegó hasta la mismísima Consejera de Educación, la cual ha decidido que no, y que te quedas con el penco, so listillo, que en Matemáticas lo primero que se enseña es que los problemas se basan en supuestos, y a ver si va a haber que anular también el problema del año pasado, en el que una mosca recorría dos kilómetros lineales andando, o lo que hagan las moscas, por una pared.

Este poco rigor a la hora de preguntar a los de letras no nos pasa nunca. Básicamente, claro, porque no ponemos problemas en los exámenes.

lunes, 19 de abril de 2010

Gaizka Toquero


No voy a explicar por qué Gaizka Toquero es mejor futbolista que Cristiano Ronaldo, porque sabiendo como sabéis que soy de Bilbao y socio del Athletic, los comentarios serían del tipo "es divertido pero te ciega la pasión", o cosas así.

Voy a explicar por qué llevo a mis hijos al fútbol a ver a Toquero.

Todos sabéis que hay futbolistas polivalentes, que pueden jugar en distintos puestos rindiendo a la perfección. Hay muchos jugadores polivalentes (yo le vi una vez a Eto´o jugar de portero en San Mamés). Pero está al alcance de muy pocos estar en varios sitios del campo a la vez, como hace Toquero. Y les digo a mis hijos que cuando trabajen lo hagan así, de manera que los demás, sus compañeros, estén donde estén, siempre los sientan cerca.

Hay una segunda razón, que tiene que ver con el carácter. Toquero no se enfada nunca. Ni con sus compañeros cuando no le pasan ni con los contrarios cuando le dan patadas. Y así nunca se descentra, ni se despista en el trabajo, ni gasta un gramo de energía en cosas absurdas, que no tienen compensación. Les digo a mis hijos que cuando trabajen hagan así, que no se enfaden, que es una cosa de lo más inútil. Te hace feo el gesto de la cara, que está mal, pero te afea también el alma, y eso está peor.

Y aún un tercer motivo: vive como un regalo ser titular y no se enfada cuando es suplente. Y yo les digo a mis hijos que cuando trabajen hagan así: si les toca estar en primera fila, que les reconozcan y que les digan lo bien que lo hacen, estupendo. Y si les toca no aparecer, que sigan trabajando para obtener mañana la compensación buscada.

Y el cuarto: es normal. A veces juega bien y a veces mal. Ni se engríe cuando lo primero ni se hunde cuando lo segundo. Y esto es cada vez más raro. Y yo les digo a mis hijos que cuando trabajen hagan así, que en los días buenos y en los días malos no pierdan nunca la sonrisa, ni aunque se queden calvos prematuramente.

Y es que yo creo que a mis hijos, como a los de todos, les hacen falta modelos. De personas, no de futbolistas. Si quisiera esto último les pasaría a todas horas vídeos de Cristiano Ronaldo. Pero me saldrían raros. Y querrían botas caras y peinarse de manera extraña.

domingo, 18 de abril de 2010

menos mal que la reunión era informal


La reunión era informal pero no lo parecía, porque habían decorado la Cibeles y porque el cordón policial llegaba hasta la plaza de Chueca, y cacheaban a todos los sospechosos. Y también a una mujer entrada en años que llevaba una bolsa de plástico del Simply.

- pero si solo vienen a tomar café, que lo he oído en la radio.

- calle, señora, a ver, ¿adónde va usted con esas tijeras?

- es que soy costurera...

- claro, y yo soy Von Karajan. Confiscadas. ¿Y esas granadas de mano?

- pero sin son de comer, que a mi marido le gustan en la ensalada. Es que vengo del súper.

- confiscadas, que son las once y no hemos desayunado.

Como el encuentro era informal, los ministros de Economía y Hacienda de la Unión Europea no se juntaban en la sede del Ministerio del ramo, sino en el Ritz, que es un hotel informal, al que puedes entrar en vaqueros y no te dicen nada aunque te miren raro. A las once de la mañana, mientras tenía lugar la escena que he descrito, los ministros que habían llegado se habían tomado tres cafés y habían acabado con los suizos de la bandeja. Todavía faltaban los del Báltico, los escandinavos, los de las islas, los alemanes, los polacos y los centroeuropeos.

- ¿Mañana tienes algo?

- Una reunión en Madrid, pero es informal, así que madrugo un poco y viajo en el día.

Pero no llegaron, porque este planeta es tan pequeño que un volcán, colocado en la esquina izquierda del mapa de Europa, arriba, entró en erupción, escupió ceniza, y luego el viento la esparció por todo el continente. Y los aviones se quedaron sin volar. Y los ministros sin viajar.

- No hace falta que madrugues, cariño, que hay una nube volcánica sobre nuestras cabezas.

- Bien!

Así que en Ritz, para no aburrirse, y como la reunión era informal, bajaron unas mesas de pin pon, y se pusieron a jugar, mientras en el exterior la policía se esforzaba por mantener la seguridad.

viernes, 16 de abril de 2010

Balance


Ayer fue día 16, y como tal, para mí, jornada de reflexión. Yo pienso bastante, pero si es día 16, y viernes, y primavera, entonces me concentro en hacer balance.

Hay cosas que me van bien y cosas que me van mal, como a cualquier ciudadano de un estado, aunque sea de Derecho. Los ciudadanos de los Estados de Derecho pensamos que nos va peor que a los demás porque estamos muy mal acostumbrados, lo confundimos todo, y pensamos que lo que toca es que el Estado dé derechos. Y así nos va, todo el día amargados y diciendo que a esto y a aquello no hay derecho.

Que se me va la olla. Decía que es tiempo de balance, y el resumen es que vivo un tiempo de cambios en mi relación con el mundo exterior. En el que me relaciona con el mundo exterior. De Telefónica a Euskaltel. El emisor y el receptor serán los mismos: yo y vosotros. Pero el intermediario, el que lleva estas absurdas palabras del teclado donde escribo a esa pantalla en la que leéis va a a ser distinto. Pensé que debía deciroslo, porque sin él nada sería lo mismo. Y porque a lo mejor os molesta. A mí, por lo menos, si Correos me cambia el cartero me toca bastante las narices, porque al anterior ya le había acostumbrado a no dejar las cartas y los papelajos asomando por arriba del buzón, que queda feísimo.

Como ya conocéis, la gestión del cambio ha deparado no pocos episodios estrambóticos: primero, porque cuando Telefónica se enteró de mi traición envió a hordas de operadoras en mi busca para ofrecerme el oro y el moro y el loro, y después, porque pronunciar mi apellido requiere cierta habilidad que no todo el mundo tiene.

No saben que el lunes que viene se completa la traición, y que además de entregar a Euskaltel la telefonía fija e internet, haremos lo propio con la telefonía móvil. Y además, llevándonos el número. Esto me parece feo, y tengo un poco de conciencia de chorizo. Al fin y al cabo, aunque no hayan dado un servicio para tirar cohetes, el número era suyo.

Así que me estoy preparando para una semana de ataques frontales. Y he dedicado la tarde, terminado el balance, a estudiar mecanismos de defensa, acompañado de Jeniffer Aniston, que me miraba con aprobación, porque me leía el pensamiento, tumbada en el suelo boca abajo y con la mano sujetando la cabeza, justo encima de la entrada del cine Callao. Y pronto sin duda veréis las nuevas destrezas que me inspiró su visión.

De farol


Una periodista británica escribió en su columna que se apostaba su casa a que Ryanair no era capaz de encontrar un solo cliente satisfecho. Se pasó, porque alguno siempre hay, aunque no sea yo, ni ninguna persona que conozca. De hecho, uno de mi escalera tuvo que viajar de pie, y en el despegue y el aterrizaje lo mandaron al lavabo. A una amiga le hicieron repartir las bebidas y subir y bajar por el pasillo mostrando el osito de peluche con los colores de la compañía. A mi hermana la tuvieron en la puerta controlando pasaportes, y a mi cuñado, en el mismo vuelo, sujetando con las rodillas el chaleco salvavidas durante la demostración de medidas de seguridad. Como veis, nada grave y todo cutre.

Pues la periodista tiene ahora un problema, y es que los directivos de Ryanair, que no tienen cosa mejor que hacer, han decidido reclamarle el piso. Y ante un juez. Por graciosa. Lo más seguro es que no lo necesiten para nada, pero habrán dicho ahora ésta se va a enterar.

Papelón el de su Señoría. O dar la razón a Ryanair y castigar a esta señorita por sus excesos verbales, que ya le vale. O decir a Ryanair que deje de jorobar en los Juzgados y se dedique a mejorar el servicio, que ya está bien de embarcar al grito de maricón el último.

Y que si no tienen sentido del humor, que se hagan británicos.

Que eso seguro que les pica bastante.

jueves, 15 de abril de 2010

miedo no

Entiendo que haya terapias antipánico, para que los irresponsables como yo podamos volver a pasar por el lugar en el que provocamos un accidente sin dar un respingo. O barreras antipánico, que te separen de la hinchada rival, la cual te dedica cantos y proposiciones de todo menos bonitos. O barandillas antipánico, para asomarte al vacío sin sentir en la nuca el aliento de la parca. ¿Pero una puerta?

Pues al lado de mi despacho han instalado unas preciosas puertas antipánico. Y lo curioso del caso es que yo, que soy un descreído para estas cosas, ahora tengo menos miedo. A todo. A salir al pasillo, a bajar a las clases, o a encontrarme cara a cara con la muerte. Me digo: ¿quién puede tener miedo estando al lado de una puerta antipánico?

Y ahora me pregunto por qué todavía no se han inventado, por ejemplo, las sillas antipánico. La que soporta mis posaderas es ergonómica, pero no quita el miedo.

¿Y de qué le sirve al hombre ganar la salud en la espalda entera, y hasta en el nervio ciático, si el miedo le atenaza y no le deja vivir?

miércoles, 14 de abril de 2010

a vueltas con los cables

Suena el teléfono a las 10:15 de la noche e imagino que es algún amigo de mis hijos, que se ha olvidado de qué hay que hacer de Conocimiento del Medio para mañana, o que ha recibido un privado en el Tuenti que quiere comentar, aunque sea privado. Hijos de padres que, a lo que se ve, tienen costumbre de trasnochar, y por eso les permiten hacer uso del teléfono de madrugada.

- Buenas noches, ¿señor Mendichurri?

- Al aparato, pero soy Mendigutxia, ¿y qué hacen ustedes trabajando a estas horas, hombre de Dios?

- Encantado de saludarle, señor Irazabal, tengo entendido que se ha dado usted de baja de los servicios de Telefónica, ¿es esto correcto, señor Bedialauneta?

- Tiene usted la base de datos hecha unos zorros, pero su información es correcta, por lo cual podemos pasar a la siguiente pregunta, señor telefónico.

- es correcto entonces que usted se ha dado de baja de los servicios de Telefónica de España.

(y suenan de fondo unos compases de Suspiros de España, que me remueven en lo más hondo porque me recuedan a Lauren Postigo)

- ¿no es así, señor Higueras?

- así es.

- pero mantiene usted con Telefónica el servicio de mantenimiento de linea, ¿no es así, señor Bidaurrazaga?

- Negativo. Ya tenía yo ganas de pillarte en una, hermano. Eso es más falso que un billete de treinta y tres euros. A mi la linea me la mantiene Euskaltel, que por eso ando que parezco un maniquí.

- ¿entonces no tiene usted el mantenimiento de linea con Telefónica de Ejpaña, tal y como consta en nuestros registros, señor Iraragorri?

(vuelve a sonar el pasodoble)

- No, majo, no.


- ¿Y cuánto le cobra Euskaltel por la mierda de servicio que le da, señor Chinchurreta?

- Oiga, pollo, a ver si nos relajamos. ¿A usted qué le importa lo que me cobra Euskaltel?

- Me importa bastante, señor Mandaluniz, y a usted también, porque puedo ofrecerle un servicio de mantenimiento de linea, 25 megas de internet, ocho móviles táctiles y un fin de semana en Soria por menos de 19,99 al mes, con un compromiso de permanencia de seis lustros, y encima le regalamos dos camisetas de tirantes porque sabemos que tiene una hija adolescente, ¿qué me dice, señor Murchante?

(continuará)

martes, 13 de abril de 2010

De toldos y sombrillas

Resulta que la aplicación de la Ley de Costas va a obligar a suprimir un montón de toldos y sombrillas de las playas donostiarras. Y algunos señoritos están preocupados porque el Ayuntamiento de San Sebastián no va respetar la antigüedad a la hora de reasignar los parasoles de La Concha. Andan incluso molestando al Ararteko, al Defensor del Pueblo Vasco, como si este estuviera para ocuparse de chorradas, atendiendo, además de a mujeres maltratadas, críos abandonados y homosexuales marginados, a los que no pueden solazarse al sol a sus anchas y a sus largas.

Me parece bien lo que ha hecho Odón Elorza. Qué menos se puede pedir de un Ayuntamiento Socialista. Y esto es porque a mí siempre me ha parecido tremendo que la antigüedad dé derecho a nada. De hecho, conozco a gente de muchas empresas, públicas y privadas, grandes y pequeñas, que cobra un plus cada tres años, trienios los llaman, y no hacen más que el vago. Eso sí, sin que se note mucho.

lunes, 12 de abril de 2010

vuelta a clase

Para que el golpe de la vuelta al Colegio no produjera en nuestros hijos efectos no deseados, les metimos una clase de historia sobre el III Reich, de cinco horas de duración, y a mediodía, hala. No había otra cosa, oye.

Estaban ellos y nosotros, y además, otros diez adultos hechos y derechos, de aquí y de allá. A una orden del profesor, todos se sentaron alrededor de él, en el suelo. Todos menos yo, no sé muy bien por qué. El caso es que, además de oir, pude ver algo a lo que no puedo dar crédito:

El profesor preguntó a ver si sabíamos cuántas guerras había sufrido Alemania en el siglo XX.

Empezó mi hija la mayor:

- La primera guerra mundial...

Siguió el mediano:

- ... la segunda guerra mundial...

Parecía fácil, pero los que le conocemos y queremos sabíamos de la concentración que requería saber que tocaba decir eso y lo recompensamos con un beso merecido.

Y terminó el pequeño. 8 años.

- y la guerra fría.

Se paró el tiempo. El profesor no acertó a continuar. Los compañeros de clase lo miraron con asombro (de todo esto me dí cuenta porque estaba de pie).

Él notó que algo pasaba. Y sonrió.

Y con el recuerdo de esa sonrisa haré frente a lo que me mande la vida. Por perro que sea.

domingo, 11 de abril de 2010

Plan de vacaciones: el metro de cada mañana

Entré en el metro como cada mañana, y me encontré al personal de siempre: un par punkies con sus perros, una señora con bicicleta ocupando tres asientos y ejecutivos de barato comiendo un kebab.

Uno de estos últimos iba de pie en la plataforma de acceso al vagón, con un maletín negro de imitación de cuero y con el nudo de la corbata separado un par de centímetros del último botón de la camisa. Pese a estos detalles, y el de la salsa de yogur que le regalimaba por la comisura de los labios, el porte era dignísimo. Por eso, cuando, terminado el kebab, lo vi agarrarse a la barra con una sola mano (con la otra sujetaba el maletín), suspenderse en el aire, y balancearse después, adelante y atrás, pensé que estaba asistiendo a alguna performance.

Que a lo mejor sí, porque en este país, para que no hagas el gamberro, lo graban todo en video.

sábado, 10 de abril de 2010

Plan de vacaciones: aprender cosas

Hoy he conocido que han descubierto el elemento 117 de la tabla periódica. Como soy de letras, no sabía que hubiera 116, así que eso también lo he descubierto. Pocos me parecen, para la variedad de cosas que hay.

Pesa un montón porque tiene 117 protones. Y todo el mundo sabe, o debería saber, cuánto pesa un protón. Yo, en cambio, no. Aunque pensándolo bien, el nombre ya suena pesado: protón. Si no fuera aguda... Tan pesado que, desde que he conocido la noticia, he decidido cambiar, y no volver a decir "esto pesa un huevo", porque los huevos no pesan nada, sino decir, "esto pesa un protón", aunque quede cursi y resabido.

Al elemento en cuestión lo han llamado unumseptium, de uno uno siete. Vaya alarde de imaginación. No me imagino yo un puente hecho de unumseptium y hierro. Ni un estropajo para quitar la grasa que no se va con nada hecho con una aleación de niquel y unumseptium, porque pesaría un huevo, bueno, un protón.

En cualquier caso, han convocado un concurso de ideas para dar nombre al elemento. Y yo ya estoy pensando, pasa adelantar a la profesora de Química del Colegio, que ya estará en ello...

viernes, 9 de abril de 2010

Plan de vacaciones: hablar con los hijos mientras paseas


- Aita, ¿sabes cómo se dice marihuana en alemán?,
dice una.

- Ni idea.

- Hanf, contesta.

- Como jamón en inglés, dice otro.

- ¿Qué es marihuana?, el tercero.

- Una droga, con la que se hacen los porros.

- ¿Y qué es una droga?

A esto le sigue una prolija explicación carente de todo interés. De hecho, el que hizo la pregunta no atendió a la respuesta, porque estaba dando vueltas a otra pregunta:

- ¿El aitite fumaba porros?

- No, el aitite no fumaba porros, que yo sepa.

- Pues cuando recogimos su casa aparecieron unos porros.

- ¿No serían unos puros?

- Eso, unos puros.

- (...)

- Entonces, ¿el aitite no era drogadicto?

- No, que yo sepa...

jueves, 8 de abril de 2010

Plan de vacaciones: deberes (2)

Sumar es más fácil que restar. Y más bonito. Es natural. En la vida también pasa, que a nadie le gusta perder.

Cuando acompaño a mi hijo pequeño a hacer restas no sé cómo decirle que ésta le ha salido mal, porque yo cuento las llevadas abajo y el las cuenta arriba.

Y peor es cuando no ve un problema. Entonces no sé como hacer para que lo vea. Yagoba tenía en su jardín 218 claveles y 97 rosas. Luego vende 24 flores. ¿Cuántas le quedan? Toma problema de gestión de inventarios. El caso es que no había forma, y se empeñaba en sumar las tres cifras. Como no tenía flores a mano, eché mano de los libros de la estantería. Primero pensé en coger 315, pero estaba claro que el exceso de realismo no garantizaba nada, así que cogí ocho.

- ¿Cuántos libros hay aquí?

- Uno, dos, tres... ocho!

- Muy bien, ¿y ahora? (quité cinco)

- Tres.

- Muy bien. ¿Qué operación has hecho para saberlo?

- Pues contar, un, dos, tres.

Otro fracaso en mi curriculum de padre y de maestro.

miércoles, 7 de abril de 2010

Plan de vacaciones: una película en 3D

Como si la realidad no fuera suficientemente real, se va poniendo de moda el realismo donde no toca.

Uno tiene derecho a evadirse, un par de horas a la semana, o tres, y el cine era, hasta hace poco, una buena opción. Justo hasta que empezaron a empeñarse en capturarnos en plana evasión y devolvernos a la realidad, con las dichosas 3D. Como si la vida no tuviera suficiente con las dimensiones que tiene de por sí.

Yo no necesito más 3D en el cine, sino más 2D en la vida de cada día. 2D en los alumnos que se ponen violentos. 2D en los hijos que se ponen pesados. 2D en las reuniones de trabajo a las que va el personal a criticar al jefe. Verlo todo plano, como en el cine. Ellos allí y yo aquí.

Y si no me gusta lo que veo, me levanto y me voy.

Pero a lo mejor todo es por el maldito dolor de cabeza que se me pone con las gafas 3D, que salgo del cine siempre cabreado.

martes, 6 de abril de 2010

plan de vacaciones: hoy toca museo

Decir que ha repartido su flora intestinal por los cinco continentes sería una exageración. Entre otras cosas, porque solo ha estado en dos: el suyo y otro. Pero allí donde va, y a una hora que nadie, ni el que mejor le conozca, puede precedir, su rostro se contrae, su habitual sonrisa se oscurece, se lleva la mano al vientre, se dobla ligeramente hacia adelante, me mira y dice, como en un suspiro:

- me cago.

Y entonces sé que empieza la cuenta atrás: dos minutos. O encuentro la solución, es decir, el WC, o todo habrá terminado. Y mal, encima.

Como aquella vez, que lo iba anunciando en el metro, y tuvimos que buscar la solución en un bar de la plaza Manuel Becerra, donde se lo hizo encima, camino del excusado. Por diez segundos... Del bar salimos bajo un aguacero del demonio, un domingo de noviembre, pisando los charcos, con el culo al aire, buscando otra solución, digo otro pantalón. A ver dónde.

O como aquella otra en la que obligó a su hermano a ir por delante para avisar a quien se cruzara con él de que lo que venía detrás no era muy bonito de ver. Ni de oler.

Hasta ésta de hoy, en un museo, donde han cerrado los baños para la limpieza estando él dentro. Y me digo ya está, ahora lo disuelven en salfumán. Y qué va. La señora de la limpieza que sale después de hacer su trabajo haciendo así con la mano delante de la nariz. Y él que sale tan pichi, diciendo buf!, a los veinte minutos.

lunes, 5 de abril de 2010

Plan de vacaciones: viajar un poco

Empezar el viaje con la azafata vomitando en el asiento de detrás no es un buen presagio. De ninguna de las maneras. Por mucho que el sobrecargo haga lo imposible por parecer gracioso, mientras intenta desviar la atención de las arcadas de la susodicha.

Aterrizar y tener una ambulancia medicalizada al pie del avión, que los médicos tomen al asalto el aparato y que evacúen a la pobre desdichada completa el panorama. A lo mejor hemos ido portando el virus desde algún país africano.

Si luego al llegar al apartamento, en pleno barrio, digamos... popular, de esa gran ciudad que llevas tanto tiempo queriendo conocer, te encuentras con que el dueño te da seis euros para que te vayas a tomar algo y vuelvas dentro de una hora, pidiendo perdón por las molestias, eso sí,

- pero es que estaban aquí unos ingleses que anoche se pasaron con la juerga y no había forma de levantarlos de la cama, ni a las doce, ni a la una, y ahora tengo a la señora de limpieza con el zotal y el desinfectante, y bueno, ya hablaremos luego, hala, hala,

Pues te dices que reservar por internet tiene estas cosas, que sin comerlo ni beberlo, y sin intentarlo casi, ya te han pasado en seis horas los sucedidos que amortizan el precio de todas las vacaciones.

Y hasta te sabe a gloria que los niños lleven media hora protestando porque están cansados, sin haber empezado a caminar.

domingo, 4 de abril de 2010

Plan de vacaciones: de hospitales

Cuando se tiene tanta gente al cargo, sabido es que en vacaciones tocará pasar por urgencias de algún hospital, estés donde estés.

Allí estábamos, esperando el resultado de una radiografía, cuando apareció, silbando al fondo del pasillo, un celador tranquilo, una especie en extinción. Lo habían llamado para que se hiciera cargo de una cama, con enfermo, para trasladarlo hasta su habitación, y así reincorporlo a la rutina de cada tarde, el café con leche deslavado, las galletas y el yogur de la merienda.

Y como en los hospitales la gente se ha acostumbrado al trabajo fino, a las faenas de aliño, a que le bajen y le suban el paciente, a que le pongan y le quiten los guantes, a que hasta las manos, las propias, se las laven otros, alguien gritó desde dentro, al celador:

- bájame otro, rápido!

Y el celador, que está hasta las narices de tanto médico mandón, de tanto señorito que puebla el sistema público de salud, de tanto ordeno y mando, de tanto jefe y tan poco indio, contestó con cinco palabras, salidas, eso sí, del fondo del alma, sin rastro alguno de resentimiento, sereno, profundo, socarrón, catalán del Gironés, propio, dueño de la situación, y de la cama, y de todos los enfermos del hospital:

- no tengo uno rápido, tú.

Adiviné tras aquellas gafas de culo de vaso toda la sabuduría del mundo.

sábado, 3 de abril de 2010

Plan de vacaciones: contemplar obras de arte contemporáneo


Podéis visitarlo vosotros mismos, y quedaros con la misma cara de bobo que yo: http://moma.org/interactives/exhibitions/2010/marinaabramovic/index.html.

Marina Abramovic es una figura clave del arte de la performance. Su nueva obra se titula the artist is present, que es algo así como aquí estoy yo (y me voy a reir hasta de tu padre). Hasta el 31 de mayo la artista se sienta delante de una mesa e invita a los visitantes del MoMA de New York a sentarse enfrente y contemplar su imperturbabilidad y su impasibilidad. También puedes declinar la invitación y sentarte entre el público a ver qué caras ponen la imperturbable y el otro.

Así pasa Abramovic siete horas cada día. Y nueve y media los viernes. Sin comer. Sin beber. Sin mover los músculos más allá de lo que permita la imperturbabilidad. Sin ir al baño. Te cagas. Bueno, no.

Si te aburres viendo esta performance tan entretenida significará que eres un raro y que no aprecias el arte moderno. Y para que te instruyas en sus fundamentos y experimentes la intemporalidad de la obra de arte, se presenta en el mismo museo una retrospectiva de la artista. Qué bien. Destacan dos. Dos cosas, u obras de arte: imponderabilia, en la que dos actores desnudos situados debajo de una puerta bloquean el paso al visitante obligándole a encararse con uno de ellos, y relation in time (la de la foto) en la que dos performers están sentados de espaldas unidos por los pelos.

Los de los porteros en pelotas a lo mejor tiene su aquel, por ver si les engañas y pasas sin tener que encarate con ninguno, pero mirar a estas dos personas y deducir de la contemplación lo de la intemporalidad una manera de lo más sofisticada de hacer el imbécil.

Pero soy yo, que tengo la dimensión estética atrofiada.

viernes, 2 de abril de 2010

Plan de vacaciones: solazarse en las declaraciones de los políticos

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, dice que González Sinde, la ministra de Cultura, es una novata. Que sabrá mucho de cine, pero de política no tiene ni idea. Hace este comentario porque la ministra no aceptó su invitación a visitar El Cabanyal, y si aceptó, en cambio, la del colectivo Salvem El Cabanyal, compuesto por vecinos molestos con la alcaldesa por la decisión del Ayuntamiento de derribar el barrio.

La ministra declinó la invitación porque, a su juicio, la alcaldesa no estaba tan serena como para invitarla con un ánimo constructivo. La debió notar exaltada, con esa voz de hombre que a mí me asusta y retrae. O piripi, después del aperitivo que prepararon en el Encuentro España - Africa, Mujeres por un mundo mejor.

A lo mejor lo que pasa es que Rita Barberá sabe mucho de política y poco de la vida, y que a la ministra le pasa justo lo contrario. Y la vida enseña que con algunas personas es mejor no juntarse, aunque te inviten.

jueves, 1 de abril de 2010

Plan de vacaciones: de compras

Esperábamos a que la amable señorita tuviera a bien dejar sus asuntos personales y nos cobrara el bolso que mi hija y yo habíamos comprado a medias, por ser unisex. Delante de la caja había dos frascos de colonia de esos que ponen para que las prueben los clientes mientras esperan a que quiten la alarma a la prenda, la pasen por el escáner, pasen la tarjeta, ésta no va, pruebe con ésta otra, ahora sí, y metan la mercancía en unas bolsas de diseño que hay que desdoblar, en un sin fín de operaciones que dilatan el cobro lo indecible. Miró el niño los frascos y me miró a mí. Adiviné una pregunta en sus ojos y contesté, pónte , si quieres.

Entonces dió comienzo una maniobra de acercamiento más propia de un reportaje del National Geografic que de una tienda de ropa y complementos. El dedito índice de la mano derecha esperaba reposando sobre el botoncito del vaporizador la llegada del dedito índice de la mano izquierda, que se acercaba lentamente para colocar su yema justo enfrente del orificio de salida del líquido elemento, éste vaporizado. La intención del niño era "goler" solo el dedito (no hay forma de aprender correctamente este verbo irregular).

Para observar mejor el fenómeno, acercaba también la carita, y cuando ésta, deditos y vaporizador ocuparon el mismo decímetro cúbico, apretó, de manera que la colonia, como era de esperar, fue al dedito, dos gotas, y a la cara, las otras mil novecientas noventa y ocho.

Perdió la visión por unos momentos, pero no lloró, ni gritó, el muy machote, con lo que debe de escocer eso, porque sabía que había hecho algo malo.

Así que no hizo falta acercar el dedito a la nariz para goler.