miércoles, 14 de abril de 2010

a vueltas con los cables

Suena el teléfono a las 10:15 de la noche e imagino que es algún amigo de mis hijos, que se ha olvidado de qué hay que hacer de Conocimiento del Medio para mañana, o que ha recibido un privado en el Tuenti que quiere comentar, aunque sea privado. Hijos de padres que, a lo que se ve, tienen costumbre de trasnochar, y por eso les permiten hacer uso del teléfono de madrugada.

- Buenas noches, ¿señor Mendichurri?

- Al aparato, pero soy Mendigutxia, ¿y qué hacen ustedes trabajando a estas horas, hombre de Dios?

- Encantado de saludarle, señor Irazabal, tengo entendido que se ha dado usted de baja de los servicios de Telefónica, ¿es esto correcto, señor Bedialauneta?

- Tiene usted la base de datos hecha unos zorros, pero su información es correcta, por lo cual podemos pasar a la siguiente pregunta, señor telefónico.

- es correcto entonces que usted se ha dado de baja de los servicios de Telefónica de España.

(y suenan de fondo unos compases de Suspiros de España, que me remueven en lo más hondo porque me recuedan a Lauren Postigo)

- ¿no es así, señor Higueras?

- así es.

- pero mantiene usted con Telefónica el servicio de mantenimiento de linea, ¿no es así, señor Bidaurrazaga?

- Negativo. Ya tenía yo ganas de pillarte en una, hermano. Eso es más falso que un billete de treinta y tres euros. A mi la linea me la mantiene Euskaltel, que por eso ando que parezco un maniquí.

- ¿entonces no tiene usted el mantenimiento de linea con Telefónica de Ejpaña, tal y como consta en nuestros registros, señor Iraragorri?

(vuelve a sonar el pasodoble)

- No, majo, no.


- ¿Y cuánto le cobra Euskaltel por la mierda de servicio que le da, señor Chinchurreta?

- Oiga, pollo, a ver si nos relajamos. ¿A usted qué le importa lo que me cobra Euskaltel?

- Me importa bastante, señor Mandaluniz, y a usted también, porque puedo ofrecerle un servicio de mantenimiento de linea, 25 megas de internet, ocho móviles táctiles y un fin de semana en Soria por menos de 19,99 al mes, con un compromiso de permanencia de seis lustros, y encima le regalamos dos camisetas de tirantes porque sabemos que tiene una hija adolescente, ¿qué me dice, señor Murchante?

(continuará)

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