domingo, 25 de abril de 2010

Mejor desayunar galletas


Andaba yo dando cuenta de un desayuno que ayudara a reponer las calorías que pierdo con tanto ejercicio físico, todo por amortizar las zapatillas de correr de 95 euros, que me hacen volar sobre el asfalto. Un zumo de naranja, un salpicón de marisco, una tortilla de patatas king size, un croissant a la plancha y un café con leche en vaso. Y mientras comía leí unas declaraciones de Evo Morales que me dejaron temblando: a su juicio, debe ser dietista además de presidente de Bolivia, la razón por la que la homosexualidad masculina prolifera en Europa es que los europeos comemos carne de pollo hinchada de hormonas femeninas. Y además estamos más calvos que en América porque toda la verdura que comemos es transgénica.

Me toqué la cabeza, abandoné el afán con que desayunaba y me puse a revisar el bote de plástico de la mermelada, a ver qué estaba comiendo, todo lleno de conservantes, y le pregunté a la camarera a ver donde compraban las papas de la tortilla, que no sabía a nada la maldita, y a ver si los mejillones y el pulpo del salpicón eran de lata o los habían traído ayer de la lonja de Cudillero.

No supo qué contestar porque a las ocho de la mañana, y después de haber empezado a trabajar a las seis, uno no está para aguantar las impertinencias de nadie. Y cuando el jefe te manda hacer una tortilla de patatas con cebolla, la haces y no te preguntas si la patata es de Alava o de Marruecos, porque no te importa nada. Pero nada.

El caso es que el asunto me amargó la existencia, porque yo pensaba que el desayuno potente es un paso en el camino de la alimentación equilibrada, balanceada diría Evo, y acababa de convertirse en una fuente más de preocupaciones.

Como si no tuviera pocas.

1 comentario:

Blanca dijo...

¿Y qué desayuna Evo?? Sin coña, para que nadie de casa lo tome ¡Tamaño de patán!!!
Sigue con tu desayuno..., y ¡qué te quiten lo bailao!!