jueves, 1 de julio de 2010

He vuelto

He vuelto.

En estos días he contemplado con inquietud que ha habido gente que ha escrito. En sus blogs, en los periódicos...

Dichosos ellos.

Yo tuve que esperar, y buscar un hueco nuevo desde el que sonreir por las mañanas (www.egunonpues.blogspot.com).

Allí os espero.

viernes, 18 de junio de 2010

remedios contra la tristeza

En julio de 1998 andaba yo agotando mis vacaciones unas semanas antes de empezar a trabajar en el Colegio Jesús - María de Bilbao. En esos días leí Todos los nombres. Y de la misma sucumbí a la prosa abrumadora e hipnótica de Saramago. Y, como hizo don José, el anónimo protagonista de la novela, me até al tobillo una punta del hilo de Ariadna, para avanzar en la oscuridad del mundo desconocido que me esperaba en Artxanda. Con el mismo espíritu de oficinista aventurero.

El año siguiente, en marzo, leí El Evangelio según Jesucristo. Y descubrí con asombro que un ateo de mirada limpia se iba convirtiendo en mi guía espiritual. Que cabían muchas miradas amorosas a la misma realidad. Que existe la heterodoxia, y que es buena. Y a veces, obligatoria.

La lectura en verano de El año de la muerte de Ricardo Reis puso a prueba nuestra relación, pero la crisis solo duró unos meses, hasta que en Navidad de 1999, y, como siempre, la mitad en Bilbao y la mitad en Barcelona, leí la Historia del cerco de Lisboa. En ella, otro ser anónimo, Raimundo Silva, corrector de pruebas de una editorial, sucumbe a la tentación de subvertir la Historia, tan convencido de su poder como de su amor por María Sara.

En un viaje triste hasta el infierno de Madrid a Bilbao, en marzo de 2001, terminé de leer el Memorial del Convento, otra historia de muerte. Y eso que empezó bien, entre risas, cuando descubrí que Saramago se inspiró en Stephanie y en mí para escribir un párrafo memorable: ... y vengan las damas a éste a cobijar a Doña Maria Ana con el edredón de plumas que también trajo de Austria y sin el que no puede dormir, sea invierno o verano. Y es por causa de este edredón, sofocante hasta en el frío febrero, que Don Juan no pasa toda la noche con la reina, al principio sí, por ser aún mayor la novedad que el incomodo, que no lo era pequeño al sentirse bañado en sudores propios y ajenos, con una reina tapada hasta la cabeza, recocido en olores y secreciones. Doña María Ana, que no ha venido de país cálido, no soporta el clima de éste. Se cubre toda con un inmenso y altísimo edredón, y así se queda, enroscada como topo que encontró piedra en su camino y anda pensando por qué lado ha de seguir excavando su galería.

Ensayo sobre la ceguera, que leí en febrero de 2001, me sacudió hasta los cimientos, y me apunté una máxima para recordar para siempre, que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Aquello me cambió el porte, de prudente a osado. Ya era Jefe de Estudios, pero pasé de contemporizador a proactivo.

En el verano leí La balsa de Piedra, que en nuestros días ha sido reeditado con el fin de obtener dinero que destinar a la reconstrucción de Haití. Marta me pidió que abriera el curso con unas palabras dirigidas a los profesores. Las tomé prestadas de Pedro Orce, que decía, contemplando la balsa de piedra, esa inmensa península ibérica a la deriva en mitad del Atlantico, que cada uno ve el mundo con los ojos que tiene, y los ojos ven lo que quieren, los ojos hacen la diversidad del mundo y fabrican maravillas, aunque sean de piedra, y las altas proas, aunque sean de ilusión. Y dije, en un verano que nos envíaba imágenes como las de las pateras, Gescartera o la violencia de ETA en las calles de mi país, que proponía, a los que teníamos la tarea de acompañar a los alumnos a ser personas, empeñarnos en el programa diseñado por el escritor poeta: educar para que sus ojos y sus manos fabriquen maravillas, aunque sean de piedra, y las altas proas, aunque sean de ilusión.

Buena verdad es que ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe, decía Saramago en La Caverna. Yo lo leí en febrero de 2002. Y me empeciné en leer más, en perseguir la sabiduría, en no conformarme con las primeras impresiones, es escarbar detrás de las palabras, en volver a la Filosofía, en leer a Platón.

De El hombre duplicado aprendí lo extraña que es la relación que tenemos con las palabras. Aprendemos de pequeños unas cuantas, a lo largo de la existencia vamos recogiendo otras que nos llegan con la instrucción, con la conversación, con el trato con los libros y, sin embargo, en comparación, son poquísimas aquellas de cuyos significados, acepciones y sentidos no tendríamos ninguna duda si algún día nos preguntaran seriamente si las tenemos. Así afirmamos y negamos, así convencemos y somos convencidos, así argumentamos, deducimos y concluimos, discurriendo impávidos por la superficie de conceptos sobre los cuales solo tenemos ideas muy vagas y, pese a la falsa seguridad que en general aparentamos mientras vamos tanteando el camino en medio de la cerrazón verbal, mejor o peor nos vamos entendiendo, y, a veces, hasta encontrando. Lo leí en Dosrius, en la Semana Santa de 2003, mientras reflexionaba acerca de por qué no servían de nada las palabras cuando hablaba con padres de familia airados por el trato que dábamos a sus hijos.

De que la democracia no era la solución de nada, sino la condición para todo, como luego diría Cebrián, ya me iba dando cuenta, pero la lectura del Ensayo sobre la lucidez, en mayo de 2004, me lo hizo aprender y disfrutar, todo en uno.

Tenía la virtud de construir historias imposibles, como aquella en la que la muerte decide suspender sus actividades. Primero euforia, qué bien que no nos morimos, y luego el caos. Al día siguiente no murió nadie, empieza la novela Las intermitencias de la muerte, que leí cuando comenzaba 2006. Me ayudó a pensar sobre el otro caos, el de la organización del Colegio, en cuyo fregado andaba ya metido hasta las cejas. Y me ayudó a esperar con paciencia, porque el caos nunca gana.

De Las pequeñas memorias dí cuenta en septiembre de 2007, y me ayudó a pensar en cuando fui un niño, y de lo poco que me acuerdo, y de la poca memoria que tengo.

En diciembre de 2008 me visitó la muerte, tanto leer de ella en las novelas de Saramago. En San Asensio, a 120 km por hora, me dormí al volante y me salí de la calzada, estrellando el coche, mi cuerpo, y los de mis tres hijos. Pero ocurrió el milagro. El viaje del elefante viajaba en el asiento del copiloto, y asiste ahora a este ejercicio de escritura con las marcas del accidente en la portada. Desde entonces la muerte se me ha hecho familiar. Y me visita cada tres meses, la hijadeputa.

Y entre Valencia, Bilbao, Madrid, y el cielo de España, en noviembre de 2009, leí Caín. Y entendí que me faltaban muchas lecturas de la Biblia.

Hoy ha muerto Saramago. Me he dado cuenta al mirarme el tobillo y ver que el hilo ya no estaba ahí, guiando mi caminar.

Y me voy de Artxanda. Qué otra cosa puedo hacer, si empecé con él, y ya no está. Las cosas son como son.

Lo he intentado. He peleado contra la tristeza y gané 435 veces. Y arranqué más de 17000 sonrisas. Y creo que es suficiente, para qué seguir tentándola, en esta noche triste hasta el infinito. Así termina esta aventura de vida compartida que llamamos egunon.

Debo respetar al enemigo. Ponderar sus fuerzas y las mías. Esperar. Rearmarme. Desconcertarla.

Que se prepare, porque yo no me rindo.



Qué más da, quedamos nosotros, contestó María Sara a Raimundo Silva.
A mi remedio mejor contra la tristeza

Euskaltel (5)

No sé cómo era mi vida antes de tener contrato con Euskaltel. No sé con qué me entretenía. Con chorradas, igual. Ahora es mejor. Me llaman, voy, me atienden, o no, o sí, pero de aquella manera... es mejor.

Hoy me han llamado al trabajo para ofrecerme algo que no he entendido muy bien, pero tenía que ver con la tele.

- Pero si el partido de la roja de ayer fueron las dos primeras horas de tele que he visto seguidas desde que veía de una sentada Heidi y La Casa de la Pradera, le he contestado.

- Entonces, ¿no le interesa? (sollozando, como si la que estuviera viendo La casa de la pradera fuera ella).

- Pues no, pero te agradezco mucho tu ofrecimiento, lo amable que eres, lo bien que trabajas y lo bien que has dicho mi apellido.

La llamada me ha recordado que tenía pendiente llevar el móvil a arreglar. Aprovechando que tenía cinco horas libres, me he dirigido al Centro Comercial después de tomarme dos gin - tonics, y que sea lo que Dios quiera.

- Holaaa (cantando).

- Hola, que venía a ver si me arreglan este móvil, que tiene menos de dos meses y en la pantalla ahora se ve Disney Channel.

- No me jo... ¿cómo?

- Si, mira...

- Hosti, tú!, eso es que le has dado un golpe. No te va a entrar en la garantía.

- ¿Cómo que no? Este móvil viaja del bolsillo a la oreja y de la oreja al bolsillo. El único golpe de su vida lo habrá recibido de una moneda de dos euros con la que compartía espacio.

- Pues va a ser eso, que son de un delicado... te voy a tomar nota a ver si cuela.

Mira el contrato, pregunta por la factura, qué factura, la factura de la compra del móvil, pero si el móvil me lo regalasteis vosotros, cómo vais a hacer una factura de una cosa que regaláis, qué cosa más absurda, pues tienes razón, no me des la factura que no tienes, hala.

- ¿Esto es una P o una D?

- Una P, jolín, (sin mirar que señalaba la letra del DNI), si fuera una D me llamaría "Dedro".

Pero a trancas y barrancas el servicio funcionó. Me dejó un móvil del año 96, de dos kilos, con un cargador que parecía la batería de un coche.

Y me despidió con una sonrisa diciendo que me llamaría con lo que fuera.

¿Qué más se puede pedir?

jueves, 17 de junio de 2010

chorradas

José Soto es un publicista atento a la realidad. Piensa que la gente está tan desencantada con lo que hay que se lanza en brazos del surrealismo. Que las empresas, que antes buscaban atraer a las personas con campañas basadas en causas sociales o verdes, ahora van a por la chorrada porque saben que funciona.

Para probar su teoría se dedica a crear en Facebook grupos relacionados con los usos y costumbres de las señoras españolas, y luego comprueba cuántos se apuntan. Estos son los nombres de algunos de los grupos que ha creado: "señoras que circulan por el Mercadona como si fueran Ben Hur", "señoras que se asustan al oir la palabra ´pene´pero tienen ocho hijos", "señoras que dicen oyoyoyoyoyoyoy cuando oyen un cotilleo", "señoras que llaman kibis a los kiwis", "señoras con el pelo chafado por detrás después de la siesta" o "señoras que se ponen el móvil en la oreja sin darle a la tecla de responder". Y se apuntan a esos grupos decenas de miles de seguidores.

Dice que cuando atizaron a Berlusconi con una estatuilla del Duomo intentó crear uno que se llamara "señoras que atizan a Berlusconi", y ya había cinco grupos con un nombre parecido.

Yo voy a crear dos grupos para comprobar su teoría: uno que se se llame "señoras que terminan sus peroratas en la carnicería diciendo ´yo lo veo así´", y otro que se llame "señoras que dicen en la cola del súper me dejas pasar que solo llevo este champú y luego le dicen a la cajera que a ver qué pasa que debe haber un error porque con el champú relagaban una crema de manos y no la veo por ningún sitio y entre voy y vengo pasan diez minutos".

Y a ver si es verdad que la gente está loca.

miércoles, 16 de junio de 2010

Japón, de Oriente

- Fotografía, dígame.

- Coño, qué rápido.

- ¿Perdone?

- Nada, que llamaba porque hace varias semanas, veintiseis para ser precisos, llevé a arreglar una cámara y me extraña que aún no me hayan llamado para decirme que ya está lista.

- Eso es que no está lista. A ver, dígame su nombre y la talla de pantalón.

- Me llamo Pedro Mendigutxia y ahora llevo la 44.

- Un momento señor Montolivo, ... si, aquí está, una Fuji negra, ¿verdad?

- Verdad.

- Pues está en Japón.

- ¿Cómo en Japón?

- En Japón del Oriente, también conocido como el país del sol naciente, no me pregunte usted por qué.

- ¿Por qué?

- Que no lo sé, hombre.

- No, no le pregunto por qué lo llaman así, sino por qué está la camara en Japón.

- Ah!, pues porque los del servicio oficial Fuji de Madrid estaban todo el día de protesta por las condiciones laborales, que les hacían trabajar como japoneses, y la empresa decidió deslocalizar la planta y llevársela a Osaka, que a los japoneses no les molesta trabajar como japoneses, y se ahorran una pasta.

- Hombre de Dios, pero... ¿y las cámaras van y vienen?

- Cada día. Y ordenadores, y escáners, y exprimidores, y licuadoras, y yogurteras, de todo.

- Entonces, ¿cuánto tengo que esperar?

- Mucho. ¿Tiene prisa o qué?

- Hombre...

- Pues si tiene prisa yo le aconsejo que se compre una nueva. Precisamente ahora tenemos una canon de 315 megapixels en oferta con ABS, ESP, ERC, SMS, CiU, y ajuste de voz para el control remoto por 459 euritos de nada.

- No, no, ya espero a que vuelva la otra de Japón.

- Es que a lo mejor no vuelve.

- ¿Cómo que no vuelve?

- Sí. Es que últimamente se pierden algunas. Japón está tan lejos y el avión hace tantas escalas... También le puedo ofrecer una Samsung de tres megapixels por 39 euros, se segunda mano, pero en buen uso.

- ¿Y no me puede devolver el dinero de la Fuji?, que la he usado diez días...

- A ver.... No, eso no puedo. Pero si quiere le paso con televisores o con ropa interior femenina, que tiene ofertas complementarias con las nuestras. Eso, o esperar a Japón. O morirse de asco.

martes, 15 de junio de 2010

Fotografía

- 11824 de Infotecnia, precio de la llamada, y bla, bla... (se corta la cantinela) 11824, le atiende Leandro Malpica, digame.

- Hola, Leandro, necesito el teléfono del Corte Inglés de Bilbao, en la Gran Vía.

- Un momento... (largo, el momento), es el 944 y tal y tal.

- Muchas gracias, muy amable.

- ¿quiere que le mande un mensaje gratuito al móvil con la información que nos ha solicitado?

- No.

- ¿Y quiere que le ponga directamente con El Corte Inglés?

- Que no,

- ¿Necesita alguna otra cosa?

- Muchas, pero no tienen que ver contigo, corazón.

- ¿Quiere que le pase de matute el teléfono móvil de Florentino?

- Que me dejes ya, hombre, que tengo que llamar.

Y cuelgo. Qué pesao...

- El Corte Inglés, dígame.

- Con Fotografía, por favor.

- Le paso.

- Dígame.

- ¿Fotografía?

- Televisores.

- Pues yo he pedido que me pasen con Fotografía.

- Le devuelvo a Centralita.

- Centralita.

- Con Fotografía, por favor.

- ¿Otra vez?

- Es que la anterior me ha puesto con Televisores.

- Jesús. Le paso.

- Dígame.

- ¿Fotografía?

- Ropa interior femenina.

- El caso es que yo quiero hablar con alguien de la sección de Fotografía.

- Le paso con centralita.

- No!... (demasiado tarde)

- Centralita.

- Ejem, con Fotografía, por favor, si es usted tan amable...

- Pero bueno, a usted qué le pasa.

(varias respiraciones profundas)

- Que qué le pasa, digo.

- Pues que quiero hablar con la sección de Fotografía, y usted no da una a derechas. Y no me pasa nada más.

- Pues si que está usted desagradable.

- Pues sí. Cada lunes. Sobre todo si es verano y llueve. ¿Me va a poner usted?

- Ni yo le pongo a usted ni usted me pone a mí. Así que hemos terminado.

Y colgó.

Eso me pasa por hacer gestiones dificiles en momentos inoportunos.

lunes, 14 de junio de 2010

Gento

Andan a estas horas los jugadores de la Real, micrófono en mano, intentando decir lo felices que son, lo estupenda que es la afición, lo bien que lo ha hecho el entrenador, lo que nos ha costado volver a primera, y profundidades de esas.

Y he recordado una anécdota que contaban de Gala, al que juntaron con Gento en una cena. Gala preguntó cómo se llamaba. "Yo soy Gento", contestó. "Yo escribo, ¿y tú?". "Yo no. Yo soy Gento". "¿Estudias Derecho?". "Es que soy Gento".

Gala preguntó a la marquesa que tenía sentada a su derecha a ver quién era este señor. Y la marquesa se lo aclaró: "es que es Gento". No quiso saber nada más, y al cabo de unos días, por una caja de cerillas, se enteró de quién era Gento.

Y al bueno de Joan Capdevila, que le pega con la izquierda de maravilla, van y le preguntan los periodistas a ver si sabe en que año acabó el apartheid. Y contesta que qué es el apartheid.

Claro. Fútbol es fútbol, y no palabras.

domingo, 13 de junio de 2010

canes expandidos

Sigamos hablando del mundo animal, y pasemos del pez espinoso del Gobela al perro de Bilbao.

El Ayuntamiento promueve una iniciativa para que los canes se expansionen y paseen con libertad por las zonas verdes de la villa, cosa que ha sido acogida con alborozo por algunas asociaciones animalistas como Galgo Leku, encargado de la recogida y adopción de galgos.

Hasta ahora se sentían un poco acosados, ya que cada vez que soltaban el perro les podía caer una multa o una bronca de algun vecino poco sensibilizado con el bienestar animal, que no entendía que los chuchos necesitan correr y saltar para soltar el nervio que acumulan. A mi me pasa con los hijos, que acumulan tensiones y para que desfoguen le invito a hacer un rato el cabra por la hierba. Siempre confío en que no lesionen a otro niño o a algún perro que ande en lo mismo, pero no siempre es posible.

Y ahora, con la iniciativa municipal, como coincidan a la misma hora niño, perro y anciano se va a montar una buena. Porque luego vendran los de los hurones y las ardillas, que yo también quiero. Y los de los peces espinosos con sus peceras.

A lo mejor haciendo un cuadro horario...

sábado, 12 de junio de 2010

el pez espinoso

Menudo papelón. Representantes de la Diputación Foral comparecían hoy delante de los vecinos de Getxo para explicarles que debían paralizarse las obras de canalización del río Gobela.

No les va a hacer ninguna gracia, porque este río, cada vez que se desborda, les inunda los garajes y los portales, y llevaban años suspirando por alguna solución, que estaba en camino.

Pero no va a poder ser, porque la Ley de protección de especies en peligro de extinción obliga a la paralización inmediata de las obras. Imagino que esta Ley se promovió para proteger al lince ibérico o al oso del Pirineo, pero el que se va a beneficiar es el pez espinoso, que es una especie de anchoa, espinosa, que vive como el pez que es en el agua del Gobela, importándole un pimiento las crecidas por las lluvias, y al que la canalización dejaría sin hábitat natural, condenandolo a morir entre dentelladas de merluzas y cabrachos en medio del Cantábrico.

Algunas personas se harán cargo del problema. En su calidad de propietarias de perros, gatos, hurones y ardillas, suelen aplaudir las normas que protegen a sus animales del acoso de los humanos, que se piensan que son los dueños de todo.

Pero a otros no les va a hacer ninguna gracia cuando les digan que sus portales y garajes se seguirán anegando, pero que no se preocupen. Y que disfruten de la armonia y el equilibrio que proporciona la convivencia entre las especies viendo nadar, muerto de la risa, al pez espinoso.

A estos vecinos sí que les va a dar la risa, sí.

viernes, 11 de junio de 2010

Ipad

Yo pensaba que con el Ipad, Apple solo pensaba en hacer negocio (y me intrigaba saber cómo, porque en apariencia es un aparato bastante inútil), pero es que no. Steve Jobs, consejero delegado de la empresa, reveló en rueda de prensa que le alentaba un fin superior, que su intención no era otra que liberar a Internet del riesgo de terminar convertida en una nación de blogueros, -oiga, un respeto, pensé- en la que todo pichichi navegara de un lado para otro sin criterio, y sin poder distinguir verdad de mentira.

El tema va así. En un par de años los periódicos en papel habrán pasado a mejor vida, y la gente leerá El País en el Ipad. Y El Correo, y Las Provincias, y el Diario de Cádiz, y el Times, y el Sud Ouest, y Le Figaro, y hasta el Frankfurter Allgemeine Zeitung, según lo largo que sea el trayecto del metro. Uno detrás de otro, para estar bien informado, y por lo que cuesta un diario de los de hoy. Como los diarios dirán la verdad y los blogueros seguiremos diciendo tonterías, la gente, que no es tonta, pagará por leer los diarios. Y así tendrán la verdad.

Ese es el negocio. Por un euro, y cada mañana, lo que a Descartes le costó la vida entera, y hasta morir en Suecia de un constipado. No es listo el señor Jobs.

Pero se confunde, porque los blogueros empezaremos a difundir por la red que para distinguir una verdad de una mentira no hará falta comprarse la tableta de marras. Bastará con aprender a distinguir el contenido de un blog del contenido de un periódico. Y sus matices: el contenido de un blog serio, que no es el caso del mío, del de un periódico amarillo.

Y que eso se hará en la escuela. Igual que a nosotros nos enseñaron a distinguir un culo de una témpora.

jueves, 10 de junio de 2010

verano




Con los calores en Barcelona vuelven a preocuparse por el mogollón de turistas medio en pelotas que deambulan por las ramblas. Dicen que estropean la imagen de la ciudad. Y algo de razón ya tienen, porque el otro día tuvieron que sacar al señor de la foto, que no lleva bañador, sino un bañador pintado encima del culete, de la misma Catedral, por donde se paseaba como Dios lo echó a este mundo tan pintoresco que nos ha sido dado en préstamo.

Puestos a hacer propuestas, yo pido que antes de ir en bolas por la calle en Barcelona, prohiban en Euskadi el uso de los piratas y las chanclas para los padres de familia que pasean por los centros comerciales.

Algo vamos avanzando, porque el otro día se llevaron a comisaría a uno que pretendía explicar Filosofía en Bachillerato de esa guisa vestido.

Los huesos de Descartes se removieron en su tumba, que nadie sabe dónde está.

miércoles, 9 de junio de 2010

niños

Acaban de detener a una señora en San Sebastián por olvidarse el niño en el coche cuando iba a darse un masaje.

Ahora enchironan a cualquiera.

A ver si no te te puede olvidar un hijo, con el estrés de vida que llevamos. El pimpollo estaba tan pitxi, roncando en el asiento de atrás, hasta que a algún desocupado se le ocurrió mirar por la ventanilla y llamar a la policía.

A mi se me olvidó un hijo en Vitoria, y me dí cuenta volviendo a casa, a la altura de Murgia, al ver que en el coche había demasiado silencio. Algunos se agobiaron bastante, pensando adónde habrá ido el infeliz, pero yo pensaba que con las paticas que tenía, no habría ido muy lejos. Otros pensaron en el secuestro, pero yo les tranquilizaba diciendo que con lo feo que era, el pobre, a ningún secuestrador profesional serio se le habría ocurrido llevárselo, porque no le iban a dar nada por él, a no ser que lo vendiera para órganos, pero eso es ser ya muy retorcido, y yo suelo ser bastante optimista.

Cuando llegamos a Vitoria nos dispersamos en plan hombres de Harrelson. Y no pasaron ni cinco minutos cuando oí su voz diciéndome "aita", como si antes no me hubiera echado en falta. Estaba sentando tan tranquilo a las puertas de una tienda de chuches, comiendo pipas, que le habría dado alguien, o que habría robado. A juzgar por la cantidad de cáscaras, debía llevar dos horas comiendo pipas. Me senté con él a compartirlas.

Y al cabo de un rato nos encontraron a los dos, unos bomberos.

A nadie se le ocurrió enchironarme.

Eran otros tiempos.

martes, 8 de junio de 2010

Euskaltel (4)

Se le había caído el móvil al suelo y se le había estropeado. Y parecía esperar alguna intervención de los dioses, que no acontecía.

Así que le dije que si tenía edad para llegar a las nueve a casa tambien la tenía para llamar a Euskaltel y dar la cara, buenas, que llamo para que me cambien el móvil, que está en garantía, describa en pocas palabras el problema, y todo eso.

- euskaltel, le atiende Sara Carbonero, dígame.

- coño!, la novia de Casillas.

- Pues no, no soy la novia de Casillas, sólo me llamo como ella, digame.

- perdone, es que le tiré el móvil a mi novio a la cabeza, y como la tiene como una piedra, se le hizo una raja en el cristal, y ahora en la pantalla se ve Disney Channel...

- dígame el nombre del titular del contrato,

- si, se llama Pedro Mendigutxia.

- muy bien, señor Olazagutia...

- oiga, Sara, por dios, que soy una niña.

- muy bien, señorita Gotikoetxea, tiene usted que responder a una adivinanza, y después, si lo consigue, pasaremos a la fase dos, y le describiré la documentación que tiene que traer para que le cambie la mierda de móvil estropeado que tiene.

- Una adivinanza?

- No mujer, era una broma. Tiene usted que venir a cualquier tienda euskaltel con el contrato, la fotocopia del DNI del titular, los veinte dígitos del contrato con Iberdrola, una foto de carnet de la abuela del pajarito, dos mil pesetas de las del billete rojo, la partida de bautismo, un certificado de empadronamiento, un botijo, tres mil quinientos euros en papel timbrado, una docena de huevos y dos cupones de los que aparecen los lunes y los miercoles el El Faro de Vigo. Con eso nos ponemos a trabajar.

- ¿Y cuándo me dan el móvil?

- ¿qué móvil?

- que le llamo para que me cambien el móvil, que le he dicho que le tiré el móvil a mi novio...

- señorita Barrientos, por favor, no me cuente su vida, que tengo varias llamadas en espera.

Y se hizo mayor. Y le entró la responsabilidad. Y no volvió a tirar el teléfono a nadie.

Y menos, a la cabeza.

lunes, 7 de junio de 2010

el cerebro

Hay mucha gente que dice que los demás le importan un pimiento. Sobre todo si no tienen nada que ver con uno. Y parece que la cosa tiene base científica. Oí a Adela Cortina explicar que ciertos neurocientíficos dicen que el desinterés por los lejanos tiene bases cerebrales, que llevamos acuñados unos códigos, producto de la evolución, que se fueron formando en la época en que éramos cazadores y recolectores, cuando formábamos pequeñas tribus y nos veíamos obligados, para sobrevivir, a estrechar lazos con los demás miembros de la tribu, y a rechazar con agresividad a los lejanos, a los diferentes, a los extraños.

Ya me mosqueé con los dichosos códigos, porque yo no sabía que los tenía ahí, inscritos.

También he oído que enfadarse lesiona la parte izquierda del cerebro, y que por eso, si te enfadas en medio de una discusión, tienes todas las de perder, porque no se puede hablar con la parte izquierda del cerebro lesionada.

Y si ya te enfadas con uno que viene de lejos, el desfase es total, porque entre que tienes el cerebro abollao por el lado izquierdo y los códigos acuñados enviando impulsos hacia ese lado sin que puedan ser adecuadamente recibidos ni procesados, no hay manera de dar una a derechas.

Y todo por no estudiar ni atender al cerebro como es debido.

Mañana voy a la farmacia a ver qué tienen para la cabeza. Un decodificador o algo.

domingo, 6 de junio de 2010

Calderilla

A Luis Bárcenas, el ex-tesorero del PP, e imputado en el caso Gürtel (gürtel es correa, apellido de otro de los imputados, en alemán, con lo que, si algún día me pillan y me imputan algo, a lo mejor el mío es el caso "hills", que es mi apellido en inglés, qué gracia) su abogado le ha pasado una minuta de 200.000 euritos de nada. Y como no quiere pagar, o no tiene, o dice que no tiene, le ha dicho a Rajoy que a ver si tiene para el café, digo para el abogado. Y Rajoy, como no es de Bilbao, le ha dicho que no tiene suelto.

Lo que ha tenido que trabajar este abogado.

sábado, 5 de junio de 2010

Ileso

Se saltó un control de la Ertzaintza con un katxi en la mano. Se dió a la fuga, apagando las luces para que la policía no pudiera seguirle, y acabó estrellado contra un talud 15 kilómetros más allá.

Ileso.

Un pena.

Se podía haber roto una pierna.

O una uña.

viernes, 4 de junio de 2010

A los alumnos de 2º de bachillerato de Jesús - María Ikastetxea

La canción habla de personas maltratadas. Les interpela a salir del túnel, a luchar, a no dejarse vencer. Es preciosa.

Se me ha ocurrido dedicárosla desde mi txiringuito en la red. Para que os acordéis de mí cuando la oigáis por ahí, vanidoso que es uno. Pero también para que os tatuéis en alguna parte del cuerpo, o del alma, que un buen plan para la vida es no perder nunca la dignidad. O pelear para que no la pierda nadie. Nunca.

Hasta siempre.

Embarazo

A veces me encuentro en situaciones muy absurdas, o muy embarazosas. Y en ellas no sé qué hacer con los pensamientos. Como dicen que un clavo saca otro clavo, suelo conducirlos hacia cosas igualmente absurdas. Por ejemplo, hacia el extraño comportamiento de las gomas de borrar. Mejor dicho, hacia mi extraño comportamiento con las gomas de borrar. Ya puedo hacer que leo el periódico o que pinto un Goya, que yo estoy pensando en gomas de borrar.

Es difícil ser goma de borrar, porque su razón de existir está la anterior existencia del error humano, y hay humanos que llevan muy mal eso de cometer errores. Se confunden al hallar la hipotenusa, borran, arrojan con cierto fastidio la goma sobre la superficie de la mesa, rebota, y plaf, al suelo. Las primeras veces la recogen, pero luego ya no.

Y luego te levantas por la noche a hacer pis y la pisas, ay, bueno, es una goma, menos mal que no es un cristal, y no la recoges, porque estás dormido, y porque no hace falta, porque al fin y al cabo, no es un cristal, y le das una patadita. Y al día siguiente, a las dos de la mañana, vuelves a pisar la dichosa goma.

Se pueden pensar cosas más absurdas en situaciones embarazosas. Pero hay que ponerse.

jueves, 3 de junio de 2010

segundo de la ESO, mediodía

¿Por qué un alumno de segundo de la ESO tiene que acompañar a la enfermería a otro alumno de segundo de la ESO levemente lesionado en una muñeca (habían tenido clase de Sociales y es de coger apuntes) si este segundo alumno conoce dónde está la enfermería y cuál es el camino para llegar a ella?

Puede ser porque a cualquier alumno de segundo de la ESO, a mediodía, le puede dar un bajón de azúcar que afecte a su sistema linfático, sobre todo si tiene problemas en la muñeca, y se desmaye, en cuyo caso hace falta un ser humano para gritar socorro, que siempre es mejor que encontrarse un tipo medio muerto en medio de la galería.

Puede ser porque a cualquier alumno de segundo de la ESO se le puede desprender una pestaña, luego le entra en el ojo, no ve un pito, tropieza, se cae y se abre la cabeza, y entonces el tema ya no es ninguna tontería, en cuyo caso hace falta un ser humano para gritar auxilio, que siempre es mejor que encontrarse un tipo medio muerto, con la cabeza abierta, yaciendo sobre un charco de sangre en mitad de la galería.

Si no, no me explico por qué un alumno de segundo de la ESO tiene que acompañar a la enfermería a otro alumno de segundo de la ESO levemente lesionado en una muñeca si este segundo alumno conoce dónde está la enfermería.

miércoles, 2 de junio de 2010

Bilbao

Hace tiempo que no iba a un cóctel, y tenía perdida la medida a las cosas. Me volvió a impresionar la de jubilados infiltrados que se colaron. También me impresionó ver lo bien sincronizada que ejecutaban los asistentes la maniobra envolvente al camarero en el momento en el que este hacía su entrada en el recinto donde tenía lugar el evento, dejandole pelao de pinchos y con cara de a estos no les han dado de comer hoy en su casa. Igualmente, el éxito que las tortillas de patatas tienen siempre sobre otras propuestas más barrocas y menos reconocibles, en parte porque estas últimas nunca sabes por dónde se agarran, ni si maridan con un txakolí bien frío, ni si provocarán gases u otros efectos colaterales.

Impresiona mucho ver a una pareja de mujeres ya entradas en años comiendo a tumba abierta. Y a otra diciendo aprovecha, que así vamos cenados, y a una tercera llenando sin recato el taper para mañana. Impresiona ver a un abuelo sentado en una esquina pidiendo le llenen el plato, que a él no le llena comer así, de mariconadas sueltas, pero que no hay platos, le dice la nuera, pues entonces en una servilleta, contesta. Impresiona ver al Concejal de obras y servicios bebiendo whisky en un lunch donde solo sirven vino y bebidas no alcohólicas.

Impresiona ver la extraordinaria capacidad de las personas de hablar mucho sin decir nada.

Y sobre todo impresiona ver a tanta gente de Bilbao concentrada y ociosa en el corazón de la ciudad. Te preguntas quien se estará ocupando en ese rato de hacer girar el mundo.

martes, 1 de junio de 2010

Cantabria

Estaba un microbio tan tranquilo, con varios miles de colegas en un brik de leche de vaca de Maliaño instalado en un establecimiento de Santurtzi, cuando llegó un inspector de la Sanidad vasca y, después de inspeccionar, que es lo que hacen los inspectores, se llevó el brik a un laboratorio y lo aisló, de manera que no pudo entrar al envase ni un solo microbio más, en parte porque no cabían y en parte por rigor policial. Esto es como cuando a tí, que vives de alquiler con treinta y cinco colegas que tienes realquilados, te sellan la casa y te someten a un arresto domiciliario dentro de ella, por pasarte de listo, o de aforo en una party.

La excusa de los técnicos de sanidad para proceder al atropello era que la leche superaba con creces el aforo de microbios por centilitro cúbico. Los ganaderos cántabros acusan a sus colegas vascos de chivarse a la ertzaintza, que a ver si se piensan que en el interior de sus vacas no habitan los mismos microbios, igual de dañinos, solo que euskaldunes.

Hasta donde yo sé, por el latín que estudié, un microbio es una vida pequeña, minúscula, infinitesimal. Una vida con fundamento pero sin chicha, superficial, y con una capacidad de hacer daño impresionante, pese a no quererlo él, como nos pasa a tantos seres humanos. Pobres, condenados, estos microbios montañeses, como un fumador inocente, a vivir bajo el acoso de las autoridades sanitarias.

lunes, 31 de mayo de 2010

Haré lo que pueda, dijo.

Y ganó las elecciones.

domingo, 30 de mayo de 2010

Montilla y Revilla

Un día de esta semana comparecía Montilla, el president de la Generalitat de Catalunya, en el Senado, e intentaba convencer a sus señorías de la necesidad de hacer algo para que el Estatut no se quede a vivir en el edificio del Tribunal Constitucional, donde lleva cuatro años de despacho en despacho, muerto de asco.

Revilla, presidente de la Comunidad Autónoma de Cantabria, no fue, según él, porque "oir a uno de Córdoba con traductor es muy fuerte".

De lo cual se deduce:

Primero, que a Revilla le importa un pimiento cómo funcione el Tribunal Constitucional, si bien o mal. Tiene otras preocupaciones, vamos.

También, que los de Córdoba, si van a las Cortes Generales, o hablan con el presidente de Cantabria, tienen que hablar en español, aunque sean presidentes de otro país, como Lituania, o Catalunya.

A lo mejor, que Revilla no se ha leído la Constitución, entera.

Que Revilla no sabe quien es José Montilla, o que lo único que sabe es que nació en Córdoba, aunque es catalán.

Que el presidente de Cantabria no sabe catalán, como Aznar.

Que estaba pescando con unos amigos unas anchoas para regalar a Zapatero y se le escapó el exabrupto, sin saber que había periodistas.

Pero qué país, por Dios!.

sábado, 29 de mayo de 2010

Formentera


Formentera es una isla muy bonita que está ahí, en mitad del Mediterráneo, un poco a desmano. Por eso a nadie se le ocurriría casarse allí, porque menuda faena para los invitados, a los que la gracia les sale la torta un pan.

Eso debieron pensar unos cuantos oficiales del Ejército del Aire, menudo gracioso el teniente Mijangos, ir a casarse en Formentera el jodido, y encima invitarnos a toda la escuadrilla, es que la novia es de alli, concho, pues menos mal que no es del Hierro, o del islote Perejil, o de Cabrera o de Conejera.

Acabaron arrestados por utilizar tres aeronaves del Ejército para ir a la boda. Desde Mallorca fueron. Bueno, algo es algo. Por lo menos no fueron desde El Ferrol.

Lo malo de estas noticias es que desaparecen enseguida de los periódicos, y ya no hay forma de saber cómo se defenderán los acusados, que es lo único interesante del asunto: que si la gasolina la pagamos de nuestro bolsillo, que aprovechamos para hacer las horas de vuelo que necesitaban los suboficiales para completar su periodo de formación, que de paso hicimos el mantenimiento de las avionetas, que estaban las aeronaves ahí, muertas de risa, que si no llegábamos y yo era el padrino...

Y luego anda el presidente del Gobierno recortando medio punto de aquí y un cuartillo de allá. Mejor invertir en explicar de quién es lo público, y que lo público no se toca cuando no toca.

Qué país, por Dios.

viernes, 28 de mayo de 2010

modo aparcado

Aparqué, eché el freno de mano, paré el motor, saqué las llaves, bloqueé el volante, miré por el retrovisor lateral a ver si venía alguien, y como no venía nadie, abrí la puerta empujando hacia afuera con el hombro izquierdo, y no mandé a un perrillo contra la pared de un puertazo porque él, con una destreza que para mí la quisiera, esquivó el golpe metiendose por debajo, de la puerta. Lo que no esquivó fué mi pisotón, al que respondió con un sonido que yo transcribiría como aing, y zafándose a la par que yo me trastabillaba y caía al suelo desparramando llaves, maleta, gafas, sombrero y cartera.

- Joder, dijo el dueño del can.

- Joder, ¿qué?, contesté.

Y ahí quedó todo.

En un alarde de prudencia ahorré el joder cuándo, el joder cómo, el joder dónde y el joder quien, y tambien el joder con el perro. Y el dueño del animal se debió ahorrar también un buen discurso porque puso cara de vaya mierda de humanos que van por la vida asustando perros y se fue.

Todo esto pasa porque mi coche no tiene un dispositivo de autorregulación del espejo retrovisor lateral, de manera que por la autopista permita ver coches y camiones y trolebuses, y cuando aparcas, perritos, gatitos, hurones y lagartijas, pasando del modo carretera al modo aparcado de manera automática.

Mierda de coche que tengo, tú.

jueves, 27 de mayo de 2010

Ver y leer


Es sorprendente la claridad con la que algunas personas ven las cosas (tan diferente de la niebla que tengo permanentemente delante de mis ojos).

Mi compañera de trabajo tiene las gafas clasificadas en gafas de ver (también llamadas gafas "de lejos") y gafas de leer (también conocidas con el sobrenombre de gafas "de cerca"). Y por eso no confunde las unas con las otras. Y se pone unas para conducir y otras para corregir. Unas para ir al cine y otras para coser un dobladillo. Unas para mirar el paisaje de su tierra, León, tan ancho él, y otras para ojear El País.

Yo no puedo. Y no ayudó en nada el tema de las bifocales.

He pensado que por eso, porque sus gafas son de las "de ver", a mi hijo Xavi le cuesta tanto leer, aunque ve estupendamente. Ayer fuimos a la playa y no se le escapaba ni un cangrejo entre las rocas (qué tierno verle trepar con el culillo al aire y las gafas llenas de salitre bien puestas en su sitio!).

Así que mañana mismo vuelvo a Alain Aflelou a comprarle unas gafas de leer. Mira que no haber caído antes...

miércoles, 26 de mayo de 2010

ritmos distintos


Todo lo bueno y lo malo van de la mano, y así también mi encanto y mi estupidez. Ocurre que hay un desajuste temporal entre mi ritmo de perder y mi ritmo de encontrar. Esto es, que nunca encuentro lo que busco, pero en el afán encuentro lo que perdí anteayer, o la semana pasada, o hace un mes. Y aunque el cabreo de perder es inmenso, el gozo de hallar lo que no buscas lo hace más llevadero.

Por ejemplo, buscando en la guantera del coche las llaves de casa encontré el portaminas, que no sé quién lo puso allí, maldita sea, y al abrir la carpeta de asuntos personales pendientes, que no hay dios que le meta mano de llena que está, encontré, ahí es nada, el pequeño protector de plástico de la cabeza magnética de la fuente de alimentación del ordenador.

A veces, cuando es invierno y no encuentro algo que perdí ayer, saco la ropa de verano y rebusco en los bolsillos. Siempre encuentro algo, y eso me ayuda a bajar la ansiedad. Dos euros, un cartucho de tinta para la pluma que encontré al lado del portaminas en la guantera del coche cuando fui a buscar las llaves de casa, un preservativo que le dio la sexóloga a mi hijo, no sé para qué, y que yo confisqué inmediatamente, un recordatorio de una primera comunión o un bonometro de Madrid a medio usar.

Y entre que no tengo tiempo y que no sé cómo se hace, no pongo ningún empeño en ajustar mis ritmos de perder con los de encontrar.

martes, 25 de mayo de 2010

perdidos

Llevo un mes sin dormir. He perdido el trabajo. He perdido amigos. Pero ha merecido la pena.

¿Un voluntario en Haití?

¿Un montañero en una operación de rescate en el Himalaya?

¿Un activista en huelga de hambre para reivindicar respeto a su libertad de expresión?

Nada de eso. Un espectador de "Perdidos" esta mañana en la SER, justo antes de que pasen el último episodio de la última temporada.

¿Que para qué sirve la tele, aparte de para hacer que la gente haga tonterías?

Para que los niños te amarguen el sábado por la mañana.

Para quemarla en la sanjuanada.

Para anestesiarte.

Para meterte en la vida de los demás, la cual debería importante un pito.

Para ver cómo se exhiben los horteras.

Y para cosas buenas, también:

Para que los niños aprendan estrategias de negociación.

Para dar uso a las mantas de la tele.

Para decorar un rincón de la sala.

Para adquirir habilidad con el dedo índice (otros dicen hacer zapping)

Para dormir la tele. O la siesta.

Para ver el Mundial, antes (ahora, si no pagas, nada)

Y no me sé más.

lunes, 24 de mayo de 2010

sociología (3)


Como podéis ver en la imagen, no soy el único que ejerce la sociología los fines de semana.

Los mismos ojillos que al sociólogo de Forges se me ponen a mi al ver, como cada domingo del mes de mayo, desfilar delante de mi terraza del aperitivo a niños repeinados y a niñas de peluquería vestidos de forma estrafalaria. Minutos antes han llenado la parroquia hasta la bandera, ellos y sus familias, y ahora van camino del banquete, donde celebrarán el encuentro del niño con lo trascendente.

Y con lo que se celebran ahora las efemérides, no quiero ni imaginar lo que será cuando celebren la comunión número 100.

domingo, 23 de mayo de 2010

mierda y justicia


Igual que donde huele mal es que hay mierda, o cualquier otra cosa apestosa, y donde huele bien es que hay colonia denenes o flores o un sofrito de tomate y cebolla, donde huele a justicia suele haber justicia.

Donde trabajaba Garzón olía a justicia. A justicia humana, quiero decir. Defectuosa, lenta, intempestiva, desencarnada, altiva, pretenciosa, sabelotodo, pelín parcial, hoy a favor de unos y mañana de los otros, nunca a gusto de todos, torpe, obtusa, poco adaptada a los tiempos o a los lugares, sentencias churriguerescas unas y sencillamente incomprensibles otras, y a veces hasta surrealistas, como un cuadro de Dalí pero en sentencia. A justicia como huele en todos los Juzgados y Tribunales. Justicia, en fin, de hombres y de mujeres, y no divina, que es lo que les gustaría a muchos inconformes, aunque luego sean ateos.

Cuando tanta gente noble critica que se haya apartado a Garzón del ejercicio de sus tareas de juez, y tanta gente miserable se frota las manos por lo mismo, es que se mezclan las cosas. Los olores, vamos. Y en lugar de oler la mierda a mierda y la justicia a justicia, la justicia huele a mierda y la mierda a justicia.

sábado, 22 de mayo de 2010

gracias por la aclaración



Yo ya me imaginaba que el Rey no trabajaba cargando cajas en el puerto de Barcelona, pero que el médico que lo operó lo confirmara disipó todas mis dudas, porque alguna vez yo sí le había visto en los pantalanes del Port Vell.

También me imaginaba que los etarras que se reúnen en los pisos que tienen por ahí para planificar atentados no comienzan sus reuniones con el rezo del rosario, pero que el ministro Rubalcaba lo subrayara alivió mi mente de devaneos gratuitos.

Si no fuera por esta vocación por ser gráficos en las descripciones estaríamos todo el día imaginando cosas absurdas, con el consiguiente gasto neuronal infructuoso.

viernes, 21 de mayo de 2010

agosto en Zaragoza

En agosto en Zaragoza hace mucho calor. Mucho. El día que juré derramar por España hasta la última gota de mi sangre, siempre que España lo necesitara, claro está, que gracias a Dios aún no lo ha necesitado, y que espero que no lo necesite nunca, porque si feo está jurar, más feo está incumplir los juramentos, era el más caluroso del verano. En la explanada de San Gregorio estábamos, a la una de la tarde, a 39 grados. Todos de calor. Vestíamos el uniforme de bonito, con camisa de manga larga, corbata y chaqueta, y pantalón largo también. Y todos los correajes haciendo tilin tilin cuando desfilábamos. Las gotas de sudor bajaban lento por la cara hasta el cuello y se remetían por dentro de la ropa sin que pudiéramos hacer nada para quitarlas de ahí, en posición de firmes o de descanso, que cansa lo mismo la una que la otra. Pellicena cayó redondo en mitad de la formación, con gran estrépito de cinchas y de fusil, justo cuando tocaba presentar armas, en el momento de la consagración, para rendir honores al Santísimo. Como Dios y España jugaban en el mismo equipo, las juras de bandera iban con misa, y el soldado español, católico por cojones, le enseñaba el cetme al carpintero de Nazaret, por si no había visto nunca uno.

Pero se acabó. En 2010 España ya no obligará a ningún militar a salir en procesión en Semana Santa, ni habrá misas de campaña en los actos oficiales, ni se harán funerales católicos por héroes de la patria musulmanes.

Ya solo falta que en Zaragoza haga menos calor, pero con esto del cambio climático, todo se andará.

jueves, 20 de mayo de 2010

Tu la llevas, Maria Emilia

- A ver, Maria Emilia, ahora la llevas tú.

A la presidenta del Tribunal Constitucional le toca ahora redactar un nuevo texto de sentencia y someterlo a la votación de los demás magistrados. Ya me la imagino haciendo un corta-pega con las anteriores, a ver si cuela.

Cuatro años llevan, cuatro, dando vueltas al Estatut. Han redactado cinco ponencias y no les ha gustado ninguna. A esta le sobraba esto y a esa le faltaba aquello. Es decir, que los que más saben de la Constitución y de lo constitucional no saben si el Estatut de Catalunya es constitucional o no es constitucional. Manda huevos.

Uno con mucho sentido común les ha dicho que a lo mejor lo que procede es que lo dejen y hagan otra cosa, que ánda que no tendrán trabajo. A veces pasa, que te obcecas con algo y no te sale. A mi me pasa cuando intento meter el coche en un sitio del parking de esos con columna a un lado. Caber, cabe, pero yo estoy de no. O cuando estoy con la cabeza en otro sitio y leo y releo la misma frase del examen que estoy corrigiendo. Y no me entero de nada. Entonces mejor dejarlo.

Decía Ruiz Soroa ayer en El País que a ver a qué viene tanto meterse con el TC, con la cantidad de cosas estupendas que ha hecho, y con lo que le debemos en materia de derechos y libertades. Y yo le digo que no es eso, que al mejor escribiente le sale un borrón, y este texto se les ha atravesado. Y ya está. Que lo dejen. O que declaren el Estatut constitucional por aburrimiento. Que si en cuatro años no se han puesto de acuerdo en que es inconstitucional es que es constitucional.

O que busquen fórmulas de trabajo alternativas, que a lo mejor es que no lo cogen con gusto. Por ejemplo, que se vayan de retiro a Montserrat, y lo estudien allí, que seguro que lo entienden mejor, bebiendo vino del Priorat y comiendo unas butifarras con secas en los descansos. O que se vayan de cena, y lo traten a los postres, con unos carajillos de por medio.

Pero que hagan algo, por Dios, antes de que Maria Emilia perpetre el enésimo borrador.

miércoles, 19 de mayo de 2010

potitos

Me llamó mi hermano diciendo que venía a merendar, y fui al súper a comprar unos potitos de frutas, que sé que le gustan. No tiene dos años, no, tiene cuarenta y pico, pero le pierden los potitos. De hecho, sus hijos le castigaban sin cenar por comerse sus papillas.

Y al llegar comprobé que se habían acabado. Todos. Cuando pregunté en la caja me dijeron que son cosas que pasan. Al parecer, Jennifer Aniston y Gwynneth Paltrow, que debían estar gordas como focas del Báltico, empezaron una dieta que consiste en tomar 14 potitos al día y una buena cena. Fue conocerse la noticia y agotarse las existencias de potitos. De hecho, ha crecido también la demanda de verduras, porque a las madres no les ha quedado otra que volver a la acelga con patatas y loncha de jamón, todo hervido y bien pasado, como plato principal de la dieta de los peques.

También se han alzado algunas voces de ilustres dietistas diciendo que eso es una barbaridad. Que 14 potitos al día no hay hijo de madre que se los coma sin que el intestino se le pegue al pancreas. Y hasta los neurólogos han dicho que semejante ingesta produce regresiones severas de las funciones cognitivas. De hecho, algunas de las cuarentonas que han empezado la dieta andan preguntando a ver dónde está el exin castillos.

De todas maneras, a mi hermano le puse unos chorizos de Orozko a la sidra con una botellita de Protos. Y como es de buen conformar, no echamos de menos el nutribén.

martes, 18 de mayo de 2010

psicología

En la frutería departían la frutera y la pescadera, ociosas ambas ante la falta de clientes del sábado por la mañana. Uno de esos locales con una entrada y dos despachos, que si los ve Sanidad se les cae el pelo por mezclar las nécoras con los plátanos.

- Buenos días, buen hombre.

Nunca nadie me había llamado bueno así, a la cara, así que me sobresalté.

- Y usted por qué piensa que soy bueno.

- Por tres razones, caballero. Porque ha saludado cortesmente, porque se ha descubierto al entrar y porque sus ojeras revelan claramente que tiene al menos tres hijos, alguno en edad difícil, aunque dificil no es la edad, sino vivir con esa edad dando gusto a todo el mundo. Hijos que le quitan a usted horas de sueño o lo matan a desvelos.

Iba a preguntarle en qué Universidad de los Estados Unidos había obtenido el doctorado en psicología, pero, antes de abrir la boca, el olor a pescado me trajo la respuesta, que detrás de un mostrador se aprende todo lo que es necesario para vivir cabalmente.

lunes, 17 de mayo de 2010

sociología (2)

En una terracita al sol de la primavera, por aquello de era domingo y tocaba sociología, nos pusimos a discutir acerca de qué era eso que llevaba aquella señora amarrado con unas cintas a la muñeca. Yo, vista la edad y el estado general de la mujer, decía que podía ser un instrumento para medir la presión arterial, de esos que te leen la tensión cada diez minutos y te la comunican por sms. O un desfibrilador automático, o un suministrador de insulina. Y ella me decía que no fuera idiota, que eso no era más que una funda con dibujos del pato Donald, y que lo de dentro era el teléfono móvil.

La verdad es que lo del móvil da para horteradas de todo tipo, desde las melodías hasta las fundas y otros gadgets para convertirlos en colgajos o hacerlos fluorescentes. Pero yo me negaba a creer semejante cosa porque pienso que hasta el comportamiento más hortera tiene un límite.

Al final, ni para tí ni para mí. Aprovechando que se levantó para ir al baño, preguntamos educadamente a quien le acompañaba a ver qué era esa cosa.

O no nos entendió la pregunta o le sentó muy mal, porque nos contestó que era la bateria, que su suegra iba a pilas.

domingo, 16 de mayo de 2010

Castilla

Mis amigos curas me decían que el fenómeno de la descristianización va de norte a sur, y debe ser verdad, porque esta mañana, paseando por Las Batuecas, me he dado cuenta de que las cigüeñas ya no anidan en los campanarios, sino en los postes de la luz.

Y porque al ir a comprar unas pastas en el Real Convento de Santa Clara, en Tordesillas, asistí a la resistencia de la hermana repostera:

- Ave María Purísima.

- Buenos días, hermana, quería...

- Ave-María-Purísima.

- que buenos días digo, que me ponga...

- A-ve-Ma-ría-Pu-rí-si-ma.

- O contestas como toca o te quedas sin pastas, asistí.

- ¿Y cómo es...?

- Mierda de secularización, se oye al otro lado del torno.

- Sin pecado concebida.

- Sin pecado concebida, hermana.

- Espera, guapa, que empezamos, Ave María Purísima...

- ... sin pecado concebida.

- Muy bien, hija mía, ¿qué deseas?

- Pues quería unos pestiños y unas cocadas.

- Marchando, bonita, son 10,90 del ala.

Luego me enteré de que a Sor Ventisca no había quien le quitara del puesto de repostera, porque siempre había estado estupendamente dotada para las relaciones con el público. Pero las noticias le llegaban tarde, y lo descristianizado de la sociedad le seguía sorprendiendo.

La clausura es lo que tiene. Que no sales, y no ves los postes de la luz.

sábado, 15 de mayo de 2010

Gustavo y el otoño


- Gustavo!, que acabes los deberes y bajes a cenar!


- No puedo, tengo que hacer una redacción sobre el otoño y no me sale nada.

- ¿Cómo que no te sale nada? Trae acá un lápiz, que te doy a dar yo otoño.

Y Gustavo contempló como su madre componía en diez minutos una redacción bellísima sobre el otoño, con sus hojas y sus vientos y todo eso.

- Pero mamá, cómo voy a presentar eso, si van a saber que no es mía.

- Tú calla, coge el cuaderno y lo copias con tu letra.

Así lo hizo, y entregó la redacción, y al cabo de unos días el profesor dijo que los trabajos estaban todos suspendidos. Todos menos uno, que estaba escrito por alguién que terminaría siendo escritor.

- A ver, Gustavo, sal aquí y lee a esta cuadrilla de merluzos tu redacción sobre el otoño.

Aunque le temblaban las rodillas, leyó la redacción de su madre. Y cuando terminó, se hizo el silencio. Y al silencio le siguió una ovación cerrada de sus compañeros, que desde entonces lo llamaban Gustavo el escritor.

Según él mismo cuenta, así le nació la vocación a Gustavo Martín Garzo, incansable buscador de la belleza, y uno de los mejores escritores españoles del momento. Con trece años, decidió hacerse escritor para estar a la altura de su madre, la cual nunca escribió otra cosa que una bellísima redacción sobre el otoño.

Y desde que oí su relato, no hago otra cosa que mandar trabajos y más trabajos a mis alumnos. Sobre el otoño y sobre todo lo que se me ocurre. A ver si encuentran en algún sitio su vocación.

A los alumnos de 2º de Bachillerato de Jesús - María Ikastetxea

jueves, 13 de mayo de 2010

Pesadillas

Al entrar al parking fui a saludar al de la puerta, que llamó a todos sus colegas y me exhibió delante de ellos como un mono de feria.

- este es, este, el que perdió el ticket a la entrada.


- pues yo me lo imaginaba más gordo
, dijo uno

- y yo con pinta de fumao, el segundo.

- pues no parece tan tonto como decías, apostilló un tercero

Nada. Echaron unas risas a mi costa, preguntaron a ver si había perdido alguna otra cosa, que si recordaba mi nombre, y tal, y volvieron a sus ocupaciones.

Como veis, volví al aparcamiento donde tan lucidamente había desglosado unos pensamientos la semana anterior. Aparqué está vez en zona verde, frente a un conejo verde, aunque la pared seguía siendo gris. Me quedaban por cerrar algunos flecos y necesitaba todo mi poder de concentración. Abrí el sandwich de pavo, queso y anchoas, volví a poner los pies encima del salpicadero y me dí a pensar.

Pero como había descansado poco, toda la noche tabulando encuestas, me dormí, y soñé con Obama y Zapatero

- ¿Zapatero?, soy Obama, que hagas unos ajustes que veo nerviosos a los mercados.

- ¿Pero quienes son los mercados?

- Y yo qué se, a mi lo que me dicen, que para eso tengo asesores que me escriben las ideas que se les ocurren para que parezcan mías. Tú no tienes asesores, ¿o qué?

- Claro, pero a mí me decían algo de unos brotes verdes, que me había crecido el PIB medio centímetro, que el paro bajaría en el siguiente mes en media docena de personas... y no se qué más cosas.

- Cambia de asesores, déjate de rollos y haz algo que merezca el nombre de ajuste. Tiene que tocar a las clases normales, funcionarios, jubilados y cosas así. Algo con sangre. Y que de lugar a manifestaciones, porque si nó los mercados no se tranquilizan.

- Pero cómo voy a hacer eso, si llevo dos años diciendoles a los de la derecha que se metan los ajustes por el culo.

- Pues se los sacas de ahí, los limpias un poco para que estén aparentes y los presentas en una rueda de prensa con voz y gesto grave, ¿sabes ponerlo o te mando un asesor de gestos?

Cuando desperté y ví que era una pesadilla, recordé aliviado que vivo en un país con un gobierno de izquierdas, que si tiene que hacer ajustes empieza por apretar en los impuestos de los ricos, y volví a mis cavilaciones.

Reeducado, por fin.

- Si estamos aquí, dijo el profesor, es porque hemos cometido todos varias infracciones de tráfico.

- O para tocarnos los cojones, dijo una vocecilla desde el fondo.

- Buenooo, si que empieza esto animado, apuntó uno de por el medio.

- Yo no sé si tengo que estar aquí, dijo otro mirando a su alrededor.

- ¿A tí te han retirado el carnet por orden judicial?, preguntó el instructor.

- Sí.

- Pues tienes que ir al curso de recuperación total, a la otra sala, donde veas que todos tienen cara de delincuente. Coge las esposas al salir.

En la sala que ocupaba yo estábamos los que solo habíamos perdido unos pocos puntos, bastante normales en apariencia. Aunque solo en apariencia. Uno muy pesado decía todo el rato que todo es relativo. Que haya que entrar a las rotondas por la derecha es relativo, que los agentes de la policía siempre tengan razón es relativo, que el ESP estabilice el coche es relativo, que se pierdan reflejos conduciendo morao es relativo, que a 160 tardas diez minutos en frenar es relativo, todo era relativo.

Otro no paraba de moverse, que a ver esto cuando acaba, que a ver por qué no pones algún video, que por qué no hacemos debate, que si me puedo levantar, que yo por qué estoy aquí, que qué sentido tiene la vida...

La más joven discutía el caso de la mosca ocupante del vehículo que salía ilesa de un accidente por estar volando dentro del habitáculo. No daba crédito al asunto, porque a ella, cuando viaja, se le llena el parabrisas de bichos voladores.

Con todo, desde que hice el curso de sensibilización y reeducación vial soy otro. En lugar de distancia de seguridad dejo el kilómetro de seguridad, y si se me pone uno delante le doy luces para que se quite, que me estropea la seguridad. No tomo alcohol los dos días anteriores a coger el coche, porque metabolizo lento.

Y no me levanto de la mesa sin poner el intermitente.

miércoles, 12 de mayo de 2010

empastes


Las conversaciones que tengo con mi dentista no tienen desperdicio. Me contó que ahora la gente solo quiere empastes blancos, porque son más bonitos.

- ¿más bonitos? ¿pero es que cuando conoces a alguien le miras dentro de la boca?

Luego me puso la anestesia y se hizo el silencio. Y cuando hay silencio, me da por pensar. Que hay personas que se preocupan mucho de la belleza exterior. Suelen tener bastante, y quieren agrandarla. O bastante poca, pero entonces tienen lo que comúnmente llamamos "algo". Es guapo, decimos. O no es guapo pero es simpático. O, directamente, no es guapo pero a mí me gusta, porque soy de gustos raros. Este primer grupo es el de las personas atractivas.

Y luego están lo obsesionados con la belleza interior. Tanto que cuando van al dentista le dicen que ni se le ocurra ponerles un empaste de plata, por mucho que sea más resistente, porque son feísimos.

No lo había pensado, pero a lo mejor, igual que hay gente guapa de cara, hay gente guapa de muelas. O gente que se enamora de otra por lo bonitos que tiene los empastes.

martes, 11 de mayo de 2010

sociología


Yo los domingos los dedico, además de a la gastronomía, a la sociología. Ambas cosas a la vez. Por eso elijo para tomar el aperitivo una terraza en una acera transitada. A ser posible, en una zona peatonal. Y me doy dos horas. Voy pidiendo cosas, no os penséis. Empiezo con un americano con mucho hielo, mitad vermut de solera y mitad campari, que acompaño con unas aceitunas, y para luego dejo los gin tonics con las rabas. Y voy mirando a las personas que pasan, atendiendo a sus conversaciones, tan de domingo cada una. Cuando no pasa nadie echo ojeadas a El País.

El domingo observé que cada vez hay más vascos y vascas que se visten como si en cualquier momento les fueran a proponer un ataque a la cima del Anboto. Y que, esto es lo más aterrador, se visten igual los lunes que los domingos. Van a trabajar con chirucas, aunque den clase en la ESO, y no se quitan el forro de Ternua hasta bien pasado el 40 de mayo, qué calor, por Dios. Y para que los pelos no desentonen con los pantalones de micropana de Decathlon, ellos y ellas se dejan crecer unas greñas que pintan con colores púrpuras y granates. En su defecto, se ponen unas trencitas que hacen el mismo efecto. Visten igual los padres y los hijos, y las madres y las hijas.

Me decidí a volver el domingo que viene, porque oí que tienen comuniones, y quiero ver en qué se transforman.

lunes, 10 de mayo de 2010

No pensarás que me voy a beber eso


- No pensarás que me voy a beber eso, le digo.

- Y por qué no, me pregunta el camarero.

- Pues porque te he pedido un crianza de Rioja, un euro con setenta de nada, con el que se paga, entre otras cosas, el trabajo silencioso del bodeguero que lo atendió en su barrica de roble francés para que llegara criado hasta donde el destino nos ha juntado a tí y a mí, y sin ningún rubor has cogido la botella de un perolo en el que la tenías en agua. Porque luego le has dado a la botella mojada un revolcón en el aire, rociándome como en una bendición pascual. Porque luego lo has escanciado, poniendo la botella vertical, con profusión de burbujas y desparrame generalizado del caldo, manchando la copa por todos los lados, que mira cómo tienes los dedos, so guarro. Y porque mientras hacías todo eso con una mano, que no sé cómo puedes, con la otra le estabas poniendo una caña a esa señora, abriendo y cerrando el grifo a golpes para ver si caía más espuma.

Por supuesto, todo esto es una conversación figurada, que yo jamás me atrevería a sostener en esos términos. Pero todo lo pensé. Y lo absurdo del ataque de estrés que me produjo la maniobra del camarero me hizo pensar otra vez en si mi vida es más queso o más agujero.

Explicar a Sartre es lo que tiene.

domingo, 9 de mayo de 2010

ajustes contables


Haciendo unos ajustes en la contabilidad, Metro Bilbao ha encontrado 56 millones de euros.

Si es que hay cosas que se pierden por cualquier esquina: la tapita de plástico de los pendrive, o del alimentador de corriente del ordenador, esa especie de regletas que esconden los cuellos de las camisas y que los mantienen esbeltos, las gafas, que cómo las va a encontrar si estás sin gafas, el alfiler de coserte los botones en el despacho, o dinero, que es lo que les pasó a los de Metro Bilbao.

Animado por la noticia, que venía en la sección de Economía y no en la de humor, ni en la de "gente", me puse a hacer unos ajustes en la contabilidad de mi casa, a ver qué encontraba. Uno por aquí, otro por allá, venga a hacer ajustes, y nada. Que había lo que había. Me consolé diciéndome a mí mismo que qué bien hago la contabilidad, que no me encuentro errores. Probé entonces a hacer unas trampas, a ver cómo se siente uno siendo corrupto, pero no me hizo ninguna gracia, al ver que el estafado era yo.

Consciente de mis escasos progresos llamé al banco y les pedí que hicieran algunos ajustes contables en mis cuentas, pero que no se molestaran en llamarme si no encontraban al menos 2000 euros. Qué se yo, unas comisiones mal cobradas, un euribor mas uno mal calculado que se le cuela a todo el mundo varios años seguidos, unos intereses mal liquidados, que un mal día lo tiene cualquiera y que no tenéis por qué ser tan perfectos, mirad lo que les ha pasado a los de Metro Bilbao.

Me abonaron la cuota de la VISA Electron porque no se habían dado cuenta de que yo soy un cliente txartel-free, y con esos veintiseis euritos me tomé unos pinchitos de ensalada de bogavante y una botellita de txakoli, mirando al mar, a la salud de Metro Bilbao.

sábado, 8 de mayo de 2010

los agujeros negros


Ya sabéis que he perdido de todo y en circunstancias deplorables. En las últimas semanas, además de una gorra preciosa de color gris, he extraviado un guante. Y esta es una pérdida con valor doble, como los goles fuera de casa en las eliminatorias de Copa. ¿Que qué haces con el otro guante?. Una de dos. O eres un miserias y lo guardas (yo tendría una caja con tres guantes desparejados, decenas de calcetines de distintas formas y colores, una bota, una zapatilla de casa, otra zapatilla deportiva, un gemelo y un pendiente), o te dejas de vainas y lo tiras a la basura.

También puedes preparar una caja con un mocasín, y la dejas ahí para dársela a tu hijo, si está en segundo de Primaria. Porque ocurre que estos seres suelen venir a casa diciendo que les han dicho en la escuela que mañana lleven dos envases de yogur vacíos, o un palo de escoba, "pero sin los pelos", o un tuperware en desuso. Y así ya estás listo para cuando le pidan que lleve una caja de zapatos medio llena.

Con todo, nunca había perdido el ticket del parking en el mismo momento de entrar en él. A la salida sí, que eso es un clásico. Los días que vas a Madrid y aparcas en el aeropuerto, cuando vas de rebajas, cuando hace malo y llevas camisa, jersey, chaqueta y gabardina... En esos días, o porque hay muchos bolsillos o porque hay mucha actividad, lo normal es perder el ticket en el transcurso de la jornada. Pero perderlo a la entrada no dice nada bueno en favor de uno.

Salí triste del aparcamiento, porque veo ancharse sin parar el agujero negro de mi mente. Pero se me pasó pronto, justo cuando vi que el guarda de la entrada se petaba de la risa, diciendo que había visto de todo en un parking, pero nunca a nadie como yo.

Sentirse único y diferente le eleva a uno la autoestima.

viernes, 7 de mayo de 2010

Cada uno medita como quiere

Cada uno medita como quiere. O como puede. Hay quien busca un rincón en medio de las montañas, porque sintiéndose pequeño se le ocurren ideas grandes. Hay quien necesita estar junto al mar, porque al arrullo de las olas se queda traspuesto, entra en otra dimensión, y en ella la meditación transcurre plácidamente, sin obstáculo de ningún tipo.

Yo elegí un aparcamiento en el corazón de una gran ciudad. Seguramente, porque ese era precisamente el lugar en el que seis horas antes había aparcado mi coche. En la planta 2 del subsuelo, enfrentado el morro del vehículo a una pared gris, de hormigón.

Acababa de sacarme un postgrado y necesitaba reflexionar sobre los cambios que esa novedad traería a mi vida. Y no tenía tiempo de océanos ni de naturalezas salvajes, así que me contenté con este espacio artificial, profundamente humano, nada agresivo, tenuemente iluminado por cientos de fluorescentes amarillentos, que le daban un aire de intimidad desolada. El único testigo de las ideas y venidas de la mente era una zanahoria blanca dibujada sobre un cuadrado colorado, hecha para que los conejos que entran en los aparcamientos sepan si están en la planta zanahoria, en la planta tomate de huerta o en la planta col de Bruselas.

Sentado en el asiento del copiloto, y con los pies en el salpicadero, iba dando cuenta de un pudin de pescado que me supo a gloria.

Y fue la suma de todo, la merluza, los conejos, las zanahorias, los fluorescentes, las coles, el color gris, el subsuelo, lo que me hizo alumbrar ideas brillantes sobre mi futuro.

Si os dicen que estoy pensando, buscadme bajo la tierra.

jueves, 6 de mayo de 2010

El arca de Noé


Una expedición de arqueólogos chinos ha encontrado los restos del arca de Noé varados en la cima del monte Ararat. Saben que es el arca de Noé y no la Pinta de Colón porque está en el monte Ararat, primero, y también porque en la bodega tiene una cuadra para animales. Ah, y porque junto al pesebre han encontrado el carnet de la biblioteca de Jafet, que era uno de los hijos de Noé.

Llevo varios días sumido en la estupefacción. Y ahora dedico tiempo a buscar la berza debajo de la que se escondió Garbancito para guarecerse de la lluvia, el tazón de Papá Oso que encontró Ricitos de Oro en la cocina, las botas del gato y el albarán que entregó el flautista al alcalde de Hamelin.

Eso sí, he descuidado bastante el resto de mis ocupaciones.

miércoles, 5 de mayo de 2010

bombachas


Creo que a todo el mundo le pasa. Que una palabra, o un sonido, o una imagen, generan en la mente una idea. Y luego el cerebro la coge y hace con ella lo que le da la gana.

A mí me pasó que oí la palabra bombacha en la radio, en una tertulia de latinoamericanos. Bombacha es la palabra que usan los argentinos para nombrar la cosa que aquí llamamos bragas. Bombacha, qué palabra tan bonita para un objeto tan prosaico, pensé. Y fue pensarlo y venir la mente, agarrar la bombacha e irse por ahí a andar con ella.

Pensé en aquellos calzoncillos y bombachas que cuando ondean al sol, ya en las terrazas de Andalucía, blanco sobre blanco, aquel de dixan y este de cal, ya en las de la Rioja Alavesa, parecen banderas desplegadas al viento. Y en aquellos otros minúsculos que llegarán a escurrirse un día por los agujeritos del tambor de la lavadora, estropeándola, que luego tiene que venir el técnico, trajinar un rato, extraer la prenda, y decir aquello de ya he terminado y de que era "esto" lo que he encontrado dentro del mecanismo.

Pensé en los calzoncillos de antes, esos que tenían una abertura practicada en la parte delantera para simplificar todos los procesos que le soy propios al acto de hacer pis siendo varón, y en cómo las modas, o vete tú a saber qué trauma infantil del fabricante, han ido convirtiendo los gayumbos de toda la vida en piezas cerradas con una doble costura en su parte anterior con finalidad meramente estética. Embutido en ellas la micción en posición de pie se convierte en una tarea dificil de abordar sin contorsiones laterales o fronto - abdominales.

El cerebro suele tener estas cosas, que lo mismo que coge una idea, luego la deja y coge otra. Sin saber cómo, ya estaba ocupándose de las tres modalidades del clima mediterráneo, no sé por qué. Y los latinoamericanos seguían a su rollo, ya sin hablar de bombachas.

martes, 4 de mayo de 2010

El vecino gritón y el vecino virtuoso


Una de las pocas virtudes que tengo es la paciencia. Pero como tengo mucha, compenso bastante todas las que me faltan. Si no tuviera tanta, no habría llegado al descanso del partido contra el Mallorca sin decir al que me gritaba en la oreja que dejara de gritar en mi oreja. Era un hombre ya maduro, y a juzgar por el tipo de comentarios y por las jaculatorias que bramaba, de los que no van al fútbol más que una o dos veces en toda la temporada. Y se le notaba excitado. Uno, porque nos jugábamos la UEFA, y eso pasa una vez cada cuatro o cinco años. Y dos, porque se debía haber bebido no menos de media docena de combinados antes de entrar al campo. Esto lo sé porque cada rugido venía adornado de un insoportable pestazo a alcohol de garrafa.

El que tenía a mi izquierda no tenía tanta paciencia como yo. Debía tener otras virtudes, que yo no acerté a ver en el transcurso del partido. Entre ellas no está ni el decoro ni el respeto, porque con el primer gol del Mallorca se giró y cubrió al vecino gritón de improperios, incluido ese tan feo de que vayas a pasar el morón a tu casa. Y luego vino el que no me toques, que no me toques tú a mí, a ver si vas a ser tú del Mallorca, pero tú que dices si soy del Santutxu, hasta que el conciliador de turno dijo a ver si nos comportamos, que hay niños, y las aguas volvieron a su cauce.

Luego me dio pena, porque el hombre se sumió en un silencio duro, denso, culpable, pesado, cargado de una angustia que se extendió por la tribuna como un manto de lava de un volcán de Islandia. Así que en cuando empató Llorente el que se giró fuí yo, y lo abracé, y lo besé, y cuando las lágrimas de ambos se fundieron entendimos que el verdadero intruso era el otro, el de las virtudes escondidas, que representaba una celebración mucho más convencional.

lunes, 3 de mayo de 2010

Maniobras de concentración


Cuando acaba de comer, o de tomar el aperitivo, se entretiene sacando los ojos a los langostinos con un palillo. O extrayendo con el cuchillo láminas cada vez más finas de la corteza del queso desechada en los platos de postre. O diseccionando el troncho de la manzana hasta dar con las semillas, las cuales serán retiradas hasta un extremo del plato. O haciendo figuras geométricas con el tenedor en las mondas de la naranja. O arrojando migas de pan a los posos del vermut, y echando encima agua, y también los posos del resto de los vasos, hasta dar con una mezcla de color y textura asquerosas. O escarbando con la uña en los huesos de las aceitunas. O distribuyendo los restos de comida a lo largo y ancho del plato, aquí este poco de cebolla, allí una hoja de canónigo, más allá la piel del filete de merluza congelado, de manera que un día son la representación de la batalla de Waterloo y otro el sistema defensivo de Mourinho.

Cuando estoy con ella, contemplo las maniobras como hipnotizado. Y veo que le sirven para escuchar la conversación, de la que entra y sale a su antojo.

Lo malo es cuando el almuerzo de trabajo es con otros ministros de otros países, que no entienden su manera peculiar de concentrarse.

Con todo, es una persona normal, con sus manías.

domingo, 2 de mayo de 2010

Ernest y la libertad


En Catalunya se convocaban unas oposiciones al cuerpo de maestros de Primaria, y el Conseller de Educación, Ernest Maragall, celoso con aquello de la libertad de culto, permitió a una mujer examinarse el sábado por la noche, debido a que su religión -pertenece a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que por lo visto debe de ser el sábado, precisamente- no le permite realizar trabajos comunes o seculares (o sea, casi todos) entre la puesta de sol del viernes y la del sábado.

A la señora la confinaron cuando empezaba el examen y hasta las 20:45, y ella manifestó sentirse feliz "porque sabía que Dios estaba con ella". Mientras, miles de pringaos estaban haciendo el examen a la hora que tocaba, y con diez horas menos para repasar que la interfecta.
Uno que se enteró del asunto salía del examen diciendo que él era de la Iglesia "metomeentodista" del decimosegundo día, y que como su religión le prohibía trabajar a cualquier día y a cualquier hora, por ser una evidente ofensa a Dios, iba a solicitar una pensión a la Generalitat para poder cubrir sus necesidades pecuniarias al tiempo que respetaba sus creencias.

Esta buena mujer hará todo por Dios, pero a mi me parece que le ha echado mucho morro. Y espero que no se enteren mis alumnos, porque si no, van a empezar a aparecer creyentes de todas las religiones en las aulas, y cada uno va a decir que tiene que guardar las fiestas un día de la semana. Y ya me veo yo confinando alumnos y alumnas por los rincones del Colegio.

Eso sí, cada uno con su dios.

sábado, 1 de mayo de 2010

Bartolo y la montaña


A Bartolo le gustaba la montaña. Y a la montaña le gustaba Bartolo. Así es como empiezan todas las historias de amor. No sabes qué es, pero te gusta. Y no quieres hacer otra cosa que estar. Con ella. O con él.

El tiempo pasa. Siempre pasa. Y al pasar, el tiempo revela cosas de la otra, o del otro, que no conocías. Unas te gustan, y otras no.

El tiempo reveló que la montaña era exigente. Que quería todo de Bartolo, que no se conformaba con verlo pasar, con que la hollara en sus cimas más pequeñas.

Y lo citó en su cima más alta. Y le dijo que si quieres conquistarme deberás estar dispuesto a morir por mí. Y Bartolo fue, porque la quería.

Y cuando hubo muerto, e igual que hacemos las personas con los muertos, la montaña lo tapó por completo con su manta blanca de nieve. Y celosa de lo suyo, ocultó el cadáver de la vista de las demás personas, que también lo querían.

(¿que qué pinta esta historia tan triste en una página así, pensada precisamente para encontrar por los rincones remedios contra la tristeza?. Pues que lo triste no es morir, sino vivir sin haber querido hasta la muerte)

Per al Tolo Calafat, mort al Annapurna al abril del 2010

viernes, 30 de abril de 2010

ratas australianas


- Os cogéis el VIM y la fregona y me limpiáis todas las paredes que encontréis manchadas, que tenemos Melbourne que da asco.

Y se aplicaron con tanto empeño en cumplir las órdenes del alcalde que a uno se le fue la mano y arruinó una obra de esas que se llaman de arte callejero, la cual, teniendo en cuenta cómo se cotizan las obras del artista que lo pintó, podría estar valorada en unos 275000 australian dollars. Nada.

En privado, el alcalde dijo al operario que iba a estar trabajando hasta que pagara el estropicio, pero luego, con esa doble cara tan propia de algunos políticos, que mira lo que le ha pasado a Gordon Brown por llevar el micrófono en la solapa, compareció en rueda de prensa y dijo que a qué viene tanto escándalo, que tampoco era aquello la Mona Lisa.

Algo de razón tenía, porque la obra de marras, una rata paracaidista, es más fea que pegar a un padre, para qué nos vamos a engañar.

Ahora, si el límite de lo que se puede destrozar sin que se subleve el pueblo está en las obras de Leonardo, habrá que darse por jodido, que pintes lo que pintes te lo borra el alcalde.

jueves, 29 de abril de 2010

Euskaltel (y van...)


- ¿señor Mendigutxia?

- No me lo puedo creer, ¿ha dicho usted Mendigutxia?

- Sí. ¿No es usted el señor Mendigutxia?

- Sí, sí, y quiero comunicarle emocionado que es usted la ganadora de un jamón de Guijuelo de pata negra que tenía aquí guardado para la primera comercial que me llamara por teléfono para vender cualquier cabra a horas intempestivas pronunciando mi apellido correctamente, ¿qué me dice, señorita...?

- señorita Vélez, señor Mendigutxia. Me parece estupendo lo del jamón, pero yo llamaba de Euskaltel para preguntarle, señor Mendigutxia...

- Y encima tres veces en dos frases. Es usted una artista. Y me va a dar ahora mismo su número de comercial para que le envíe el jamón con unas rosas.

- Ya, verá, es que yo quería comentarle que además de los treinta canales de la televisión de Euskaltel puede usted beneficiarse de una estupenda promoción de bienvenida para disfrutar de otros sesenta canales...

- No, no, el número, el número de comercial, no los canales de la tele.

- Que digo que puede usted ver noventa canales por el precio de treinta...

- No se hable más. Y le comento, señorita Vélez, que le envío de regalo adicional una botellita de fino La Ina que me sobró de la cesta de Navidad, y un licor de bellota a medio empezar que no se bebe nadie en mi casa.

- Bueno, pero... ¿y qué me dice usted de la oferta, señor Mendigutxia?

- ¿La de los 90 canales? Que no me interesa, que tengo a los niños castigados por pegarse por el mando. Si con treinta se dan hasta en el cielo de la boca con 90 tendría que tener una unidad de la DYA en la puerta de casa. Que ya está, que le mando a usted el jamón y las rosas, y el vino y el licor, que se lo come y se lo bebe usted todo a mi salud y que hablamos otro día, señorita Vélez.

miércoles, 28 de abril de 2010

las mantas de la tele


En mi casa hay dos tipos de mantas: las de llevar en el coche y las de la tele. Para las camas tenemos edredones. Y si pasa uno frío, aún con edredón, se sobrepone una manta, cogiéndola del coche o de delante de la tele.

Sí, porque en mi casa hay la costumbre de meterse debajo de una manta para ver la tele. En invierno y en verano. Haga frío o calor. Hay personas en mi casa, concretamente todos menos yo, que pasan calor cuando hace calor, pero que cuando se ponen delante de la tele se tumban y se tapan con la manta de la tele.

Cuando estamos viendo la tele los cinco juntos, la sala parece el campamento base de una expedición al Annapurna, y yo me siento como un pulpo en un garaje, medio desnudo, con las piernitas al aire y sin tapar. Al parecer, se trata de una costumbre que viene de Igualada, donde hace mucho frío y mucha industria textil. Esto es, hacen muchas mantas, y como luego no hay tantas camas como mantas, pues las usan para ver la tele. Imagino que si ve la tele sin manta, un catalán se siente mal, porque desaprovecha una manta. Y eso no.

Y ahí no acaba la cosa. Han elaborado, los catalanes digo, una teoría para justificar esta extraña costumbre, que tiene que ver con la alteración de la temperatura corporal en el momento de hacer la digestión. Todo para decir que un ser humano puede tener frío en Barcelona en agosto a las tres de la tarde. Y eso sí que no.

A mí me parece inaudito, pero la verdad es que en mi casa nadie pasa frío. Menos yo.

martes, 27 de abril de 2010

cinco min


- ya sé hablar alemán, me dijo todo ufano y con una sonrisa de portada de revista.

- no está mal, para tener ocho años y llevar cinco días en Alemania, le contesté.

Le tocó un reto de primera magnitud, y respondió como un machote. Ya sabe que a su hermano puede darle un achuchón en cualquier momento, y que entonces se para el juego en el que estén metidos, y el otro se ausenta un rato a evacuar. En esta ocasión el apretón le sobrevino en un barco, y a las habituales dificultades de orientación para encontrar el excusado, se unieron las propias de la estabilidad en medio del río y de que los letreros estaban en alemán. Así que vaya usted a saber.

Él vino encantado porque fue capaz de encontrar el baño, de tranquilizar a su hermano, que a veces acompaña la evacuación de gritos ostentóreos, y de invitar a esperar a un individuo que se le acercó mientras vigilaba la puerta y que debió preguntarle, en alemán, si no se estará muriendo ese de ahí dentro, y también, a ver si tú crees que va a tardar mucho.

Y también vino contento porque fue capaz de contestarle en alemán:

- cinco min, dijo con la manita extendida.

De tanto ir y venir en metro, y de tanto mirar carteles, había descubierto que minuto es min, en alemán.

lunes, 26 de abril de 2010

una sola cosa


Vivir con otros es estimulante porque cada día aprendes cosas nuevas. Hoy me encargó mi señora esposa que colgara una ropa que dejó en remojo con un detergente especial para ropas delicadas. Como la tarea no parecía complicada no hice más preguntas fuera de si hay alguna forma especial de colgar las ropas delicadas de esta colada, o se cuelgan como todas las ropas delicadas.

Eran tres, las prendas, y las dos primeras las colgué primorosamente. La tercera demostró que me falta un mundo para ser un primor.

Comenzaré diciendo que la forma de vestir de las mujeres es original. La de los hombres es un, dos. Una cosa por arriba, camisa o camiseta, y otra por abajo, normalmente pantalón (también hay quien se pone piratas o bermudas para confundir a los que observamos la realidad pretendiendo aprender de ella, pero de esto hablaré otro día). Pero la de las mujeres no es un, dos, sino siempre otra cosa.

Por eso la tercera prenda se me atascó. Donde había una cosa, yo veía dos. Y no era el alcohol, porque eran las diez y yo hasta la una no tomo el primer gin tonic. Una era azul, y la otra blanca. Una parecía un jersey, y la otra una camisa. Una era de algodón, y la otra de otra cosa. Como cualquier ser humano normal, pensé que eran dos prendas enredadas, y como cualquier ser humano normal, empecé a desenredarlas. Primero maniobré con las mangas, volviéndolas del derecho y del revés. Es la táctica que sigo para extraer los calzoncillos de mis hijos de sus pantalones, porque se los quitan a la vez, se lavan a la vez, y sus colores se mezclan a la vez. Y como con ellos me funciona... No funcionó y lo intenté con las cuerdillas. Como todos sabéis, muchas prendas de mujeres llevan cordones, colgajos, cuerdillas y otros apéndices de los que luego suspender otros adminículos, o con una finalidad meramente estética. Las cuerdillas no condujeron a nada, y me empeñé con los botones, azules en lo azul y blancos en lo blanco. Nada.

Entonces paré, miré el reloj y, aunque era la hora que era, me serví un gin tonic y me puse a reflexionar. Pedí a mi hijo que se atara los cordones de los zapatos delante de mis narices. No hay cosa que me relaje más que ver a un niño de ocho años atándose los cordones de los zapatos, es decir, viendo como hacen lo imposible, que es precisamente en lo que yo me estaba empeñando.

Lo intenté todo otra vez infructuosamente, y como no salía nada, y antes de meter la tijera, resolví esperar a que viniera mi mujer y me sacara del atolladero, lo cual hizo en un pis pas, al decir que son una sola cosa, merluzo.

domingo, 25 de abril de 2010

Mejor desayunar galletas


Andaba yo dando cuenta de un desayuno que ayudara a reponer las calorías que pierdo con tanto ejercicio físico, todo por amortizar las zapatillas de correr de 95 euros, que me hacen volar sobre el asfalto. Un zumo de naranja, un salpicón de marisco, una tortilla de patatas king size, un croissant a la plancha y un café con leche en vaso. Y mientras comía leí unas declaraciones de Evo Morales que me dejaron temblando: a su juicio, debe ser dietista además de presidente de Bolivia, la razón por la que la homosexualidad masculina prolifera en Europa es que los europeos comemos carne de pollo hinchada de hormonas femeninas. Y además estamos más calvos que en América porque toda la verdura que comemos es transgénica.

Me toqué la cabeza, abandoné el afán con que desayunaba y me puse a revisar el bote de plástico de la mermelada, a ver qué estaba comiendo, todo lleno de conservantes, y le pregunté a la camarera a ver donde compraban las papas de la tortilla, que no sabía a nada la maldita, y a ver si los mejillones y el pulpo del salpicón eran de lata o los habían traído ayer de la lonja de Cudillero.

No supo qué contestar porque a las ocho de la mañana, y después de haber empezado a trabajar a las seis, uno no está para aguantar las impertinencias de nadie. Y cuando el jefe te manda hacer una tortilla de patatas con cebolla, la haces y no te preguntas si la patata es de Alava o de Marruecos, porque no te importa nada. Pero nada.

El caso es que el asunto me amargó la existencia, porque yo pensaba que el desayuno potente es un paso en el camino de la alimentación equilibrada, balanceada diría Evo, y acababa de convertirse en una fuente más de preocupaciones.

Como si no tuviera pocas.

sábado, 24 de abril de 2010

Tres pensamientos para el dia de Sant Jordi



Dos cosas las he leído y una la he pensado.

La primera que he leído es que una de las cosas más terribles de la vida es no tener tiempo para leerlo todo. Que a medida que pasa la vida nos damos cuenta de que lo que nos queda por leer, digamos que solo lo valioso, según los gustos de cada uno, equivale a un noventa y muchos por ciento. Lo dice César Antonio Molina.

La segunda que he leído es que, si existe, Dios es una Biblioteca. Esto lo dice Umberto Eco. Me he concentrado tanto en esta frase que al entrar en casa y tocar mis libros me he sentido como en Santa María del Mar, en Barcelona, que es el otro sitio del mundo donde me siento más dios que hombre.

Y la tercera, la que he pensado yo, no hacía falta decirlo porque ya veréis cómo la altura intelectual de este tercer pensamiento es sensiblemente más baja que la de los dos anteriores, es que no quiero tener un e-book. Porque yo también, como Molina, para vivir quiero mi casa, con sus 500 libros, y no la Biblioteca Nacional ni la de la Diputación, que es donde sientes que vives cuando llevas debajo del brazo, sin que pesen nada, 35.000 volúmenes, o los que sean.

Aunque si me lo regalan, seré feliz.

Así soy de veleta.