jueves, 22 de abril de 2010

No molestar al que está trabajando


Si un hijo tuyo se pasa tres años sin hacer lo deberes, pasa algo. Que lo castigas, que repite curso, que se pierde lo mejor de la vida, no sé, pero algo.

Si tienes interés en adquirir una ventaja competitiva, y a un grupo de personas del laboratorio que diriges les encargas llevar adelante un proyecto para estudiar la dispersión de las particulas de feldespato del volcán de Islandia y su incidencia en las turbinas del Airbus 320 en las noches de sol siberianas, que es un tema de actualidad al que nadie ha metido mano todavía, y cada vez que les preguntas qué tal van te dicen, hoy, que no se ponen de acuerdo en la metodología, mañana, que no se ponen de acuerdo en quién va a por café en el descanso de la mañana, pasado, que no se ponen de acuerdo en el día de la cena de Navidad, y así se pasan tres años, pues al final, aburrido, se lo encargas a otro. Todavía tendrás ventaja porque de esas chorradas no se ocupa nadie.

En el ejército te ordenaban que hicieras algo, casi siempre absurdo, es verdad, y si dudabas, te arrestaban, como a un vulgar delincuente. Y si decías a la orden mi capitán, pero luego no cumplias la orden, a lo merjor no volvías a ver a tu novia hasta el final de la mili.

Pero el Tribunal Constitucional puede pasarse tres años discutiendo si Catalunya es una nación, cuando todo el mundo sabe que Catalunya es una nación, y les animan a seguir juntos hasta que se aclaren.

Acabáramos.

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