lunes, 12 de abril de 2010

vuelta a clase

Para que el golpe de la vuelta al Colegio no produjera en nuestros hijos efectos no deseados, les metimos una clase de historia sobre el III Reich, de cinco horas de duración, y a mediodía, hala. No había otra cosa, oye.

Estaban ellos y nosotros, y además, otros diez adultos hechos y derechos, de aquí y de allá. A una orden del profesor, todos se sentaron alrededor de él, en el suelo. Todos menos yo, no sé muy bien por qué. El caso es que, además de oir, pude ver algo a lo que no puedo dar crédito:

El profesor preguntó a ver si sabíamos cuántas guerras había sufrido Alemania en el siglo XX.

Empezó mi hija la mayor:

- La primera guerra mundial...

Siguió el mediano:

- ... la segunda guerra mundial...

Parecía fácil, pero los que le conocemos y queremos sabíamos de la concentración que requería saber que tocaba decir eso y lo recompensamos con un beso merecido.

Y terminó el pequeño. 8 años.

- y la guerra fría.

Se paró el tiempo. El profesor no acertó a continuar. Los compañeros de clase lo miraron con asombro (de todo esto me dí cuenta porque estaba de pie).

Él notó que algo pasaba. Y sonrió.

Y con el recuerdo de esa sonrisa haré frente a lo que me mande la vida. Por perro que sea.

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