viernes, 18 de junio de 2010

remedios contra la tristeza

En julio de 1998 andaba yo agotando mis vacaciones unas semanas antes de empezar a trabajar en el Colegio Jesús - María de Bilbao. En esos días leí Todos los nombres. Y de la misma sucumbí a la prosa abrumadora e hipnótica de Saramago. Y, como hizo don José, el anónimo protagonista de la novela, me até al tobillo una punta del hilo de Ariadna, para avanzar en la oscuridad del mundo desconocido que me esperaba en Artxanda. Con el mismo espíritu de oficinista aventurero.

El año siguiente, en marzo, leí El Evangelio según Jesucristo. Y descubrí con asombro que un ateo de mirada limpia se iba convirtiendo en mi guía espiritual. Que cabían muchas miradas amorosas a la misma realidad. Que existe la heterodoxia, y que es buena. Y a veces, obligatoria.

La lectura en verano de El año de la muerte de Ricardo Reis puso a prueba nuestra relación, pero la crisis solo duró unos meses, hasta que en Navidad de 1999, y, como siempre, la mitad en Bilbao y la mitad en Barcelona, leí la Historia del cerco de Lisboa. En ella, otro ser anónimo, Raimundo Silva, corrector de pruebas de una editorial, sucumbe a la tentación de subvertir la Historia, tan convencido de su poder como de su amor por María Sara.

En un viaje triste hasta el infierno de Madrid a Bilbao, en marzo de 2001, terminé de leer el Memorial del Convento, otra historia de muerte. Y eso que empezó bien, entre risas, cuando descubrí que Saramago se inspiró en Stephanie y en mí para escribir un párrafo memorable: ... y vengan las damas a éste a cobijar a Doña Maria Ana con el edredón de plumas que también trajo de Austria y sin el que no puede dormir, sea invierno o verano. Y es por causa de este edredón, sofocante hasta en el frío febrero, que Don Juan no pasa toda la noche con la reina, al principio sí, por ser aún mayor la novedad que el incomodo, que no lo era pequeño al sentirse bañado en sudores propios y ajenos, con una reina tapada hasta la cabeza, recocido en olores y secreciones. Doña María Ana, que no ha venido de país cálido, no soporta el clima de éste. Se cubre toda con un inmenso y altísimo edredón, y así se queda, enroscada como topo que encontró piedra en su camino y anda pensando por qué lado ha de seguir excavando su galería.

Ensayo sobre la ceguera, que leí en febrero de 2001, me sacudió hasta los cimientos, y me apunté una máxima para recordar para siempre, que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Aquello me cambió el porte, de prudente a osado. Ya era Jefe de Estudios, pero pasé de contemporizador a proactivo.

En el verano leí La balsa de Piedra, que en nuestros días ha sido reeditado con el fin de obtener dinero que destinar a la reconstrucción de Haití. Marta me pidió que abriera el curso con unas palabras dirigidas a los profesores. Las tomé prestadas de Pedro Orce, que decía, contemplando la balsa de piedra, esa inmensa península ibérica a la deriva en mitad del Atlantico, que cada uno ve el mundo con los ojos que tiene, y los ojos ven lo que quieren, los ojos hacen la diversidad del mundo y fabrican maravillas, aunque sean de piedra, y las altas proas, aunque sean de ilusión. Y dije, en un verano que nos envíaba imágenes como las de las pateras, Gescartera o la violencia de ETA en las calles de mi país, que proponía, a los que teníamos la tarea de acompañar a los alumnos a ser personas, empeñarnos en el programa diseñado por el escritor poeta: educar para que sus ojos y sus manos fabriquen maravillas, aunque sean de piedra, y las altas proas, aunque sean de ilusión.

Buena verdad es que ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe, decía Saramago en La Caverna. Yo lo leí en febrero de 2002. Y me empeciné en leer más, en perseguir la sabiduría, en no conformarme con las primeras impresiones, es escarbar detrás de las palabras, en volver a la Filosofía, en leer a Platón.

De El hombre duplicado aprendí lo extraña que es la relación que tenemos con las palabras. Aprendemos de pequeños unas cuantas, a lo largo de la existencia vamos recogiendo otras que nos llegan con la instrucción, con la conversación, con el trato con los libros y, sin embargo, en comparación, son poquísimas aquellas de cuyos significados, acepciones y sentidos no tendríamos ninguna duda si algún día nos preguntaran seriamente si las tenemos. Así afirmamos y negamos, así convencemos y somos convencidos, así argumentamos, deducimos y concluimos, discurriendo impávidos por la superficie de conceptos sobre los cuales solo tenemos ideas muy vagas y, pese a la falsa seguridad que en general aparentamos mientras vamos tanteando el camino en medio de la cerrazón verbal, mejor o peor nos vamos entendiendo, y, a veces, hasta encontrando. Lo leí en Dosrius, en la Semana Santa de 2003, mientras reflexionaba acerca de por qué no servían de nada las palabras cuando hablaba con padres de familia airados por el trato que dábamos a sus hijos.

De que la democracia no era la solución de nada, sino la condición para todo, como luego diría Cebrián, ya me iba dando cuenta, pero la lectura del Ensayo sobre la lucidez, en mayo de 2004, me lo hizo aprender y disfrutar, todo en uno.

Tenía la virtud de construir historias imposibles, como aquella en la que la muerte decide suspender sus actividades. Primero euforia, qué bien que no nos morimos, y luego el caos. Al día siguiente no murió nadie, empieza la novela Las intermitencias de la muerte, que leí cuando comenzaba 2006. Me ayudó a pensar sobre el otro caos, el de la organización del Colegio, en cuyo fregado andaba ya metido hasta las cejas. Y me ayudó a esperar con paciencia, porque el caos nunca gana.

De Las pequeñas memorias dí cuenta en septiembre de 2007, y me ayudó a pensar en cuando fui un niño, y de lo poco que me acuerdo, y de la poca memoria que tengo.

En diciembre de 2008 me visitó la muerte, tanto leer de ella en las novelas de Saramago. En San Asensio, a 120 km por hora, me dormí al volante y me salí de la calzada, estrellando el coche, mi cuerpo, y los de mis tres hijos. Pero ocurrió el milagro. El viaje del elefante viajaba en el asiento del copiloto, y asiste ahora a este ejercicio de escritura con las marcas del accidente en la portada. Desde entonces la muerte se me ha hecho familiar. Y me visita cada tres meses, la hijadeputa.

Y entre Valencia, Bilbao, Madrid, y el cielo de España, en noviembre de 2009, leí Caín. Y entendí que me faltaban muchas lecturas de la Biblia.

Hoy ha muerto Saramago. Me he dado cuenta al mirarme el tobillo y ver que el hilo ya no estaba ahí, guiando mi caminar.

Y me voy de Artxanda. Qué otra cosa puedo hacer, si empecé con él, y ya no está. Las cosas son como son.

Lo he intentado. He peleado contra la tristeza y gané 435 veces. Y arranqué más de 17000 sonrisas. Y creo que es suficiente, para qué seguir tentándola, en esta noche triste hasta el infinito. Así termina esta aventura de vida compartida que llamamos egunon.

Debo respetar al enemigo. Ponderar sus fuerzas y las mías. Esperar. Rearmarme. Desconcertarla.

Que se prepare, porque yo no me rindo.



Qué más da, quedamos nosotros, contestó María Sara a Raimundo Silva.
A mi remedio mejor contra la tristeza

Euskaltel (5)

No sé cómo era mi vida antes de tener contrato con Euskaltel. No sé con qué me entretenía. Con chorradas, igual. Ahora es mejor. Me llaman, voy, me atienden, o no, o sí, pero de aquella manera... es mejor.

Hoy me han llamado al trabajo para ofrecerme algo que no he entendido muy bien, pero tenía que ver con la tele.

- Pero si el partido de la roja de ayer fueron las dos primeras horas de tele que he visto seguidas desde que veía de una sentada Heidi y La Casa de la Pradera, le he contestado.

- Entonces, ¿no le interesa? (sollozando, como si la que estuviera viendo La casa de la pradera fuera ella).

- Pues no, pero te agradezco mucho tu ofrecimiento, lo amable que eres, lo bien que trabajas y lo bien que has dicho mi apellido.

La llamada me ha recordado que tenía pendiente llevar el móvil a arreglar. Aprovechando que tenía cinco horas libres, me he dirigido al Centro Comercial después de tomarme dos gin - tonics, y que sea lo que Dios quiera.

- Holaaa (cantando).

- Hola, que venía a ver si me arreglan este móvil, que tiene menos de dos meses y en la pantalla ahora se ve Disney Channel.

- No me jo... ¿cómo?

- Si, mira...

- Hosti, tú!, eso es que le has dado un golpe. No te va a entrar en la garantía.

- ¿Cómo que no? Este móvil viaja del bolsillo a la oreja y de la oreja al bolsillo. El único golpe de su vida lo habrá recibido de una moneda de dos euros con la que compartía espacio.

- Pues va a ser eso, que son de un delicado... te voy a tomar nota a ver si cuela.

Mira el contrato, pregunta por la factura, qué factura, la factura de la compra del móvil, pero si el móvil me lo regalasteis vosotros, cómo vais a hacer una factura de una cosa que regaláis, qué cosa más absurda, pues tienes razón, no me des la factura que no tienes, hala.

- ¿Esto es una P o una D?

- Una P, jolín, (sin mirar que señalaba la letra del DNI), si fuera una D me llamaría "Dedro".

Pero a trancas y barrancas el servicio funcionó. Me dejó un móvil del año 96, de dos kilos, con un cargador que parecía la batería de un coche.

Y me despidió con una sonrisa diciendo que me llamaría con lo que fuera.

¿Qué más se puede pedir?

jueves, 17 de junio de 2010

chorradas

José Soto es un publicista atento a la realidad. Piensa que la gente está tan desencantada con lo que hay que se lanza en brazos del surrealismo. Que las empresas, que antes buscaban atraer a las personas con campañas basadas en causas sociales o verdes, ahora van a por la chorrada porque saben que funciona.

Para probar su teoría se dedica a crear en Facebook grupos relacionados con los usos y costumbres de las señoras españolas, y luego comprueba cuántos se apuntan. Estos son los nombres de algunos de los grupos que ha creado: "señoras que circulan por el Mercadona como si fueran Ben Hur", "señoras que se asustan al oir la palabra ´pene´pero tienen ocho hijos", "señoras que dicen oyoyoyoyoyoyoy cuando oyen un cotilleo", "señoras que llaman kibis a los kiwis", "señoras con el pelo chafado por detrás después de la siesta" o "señoras que se ponen el móvil en la oreja sin darle a la tecla de responder". Y se apuntan a esos grupos decenas de miles de seguidores.

Dice que cuando atizaron a Berlusconi con una estatuilla del Duomo intentó crear uno que se llamara "señoras que atizan a Berlusconi", y ya había cinco grupos con un nombre parecido.

Yo voy a crear dos grupos para comprobar su teoría: uno que se se llame "señoras que terminan sus peroratas en la carnicería diciendo ´yo lo veo así´", y otro que se llame "señoras que dicen en la cola del súper me dejas pasar que solo llevo este champú y luego le dicen a la cajera que a ver qué pasa que debe haber un error porque con el champú relagaban una crema de manos y no la veo por ningún sitio y entre voy y vengo pasan diez minutos".

Y a ver si es verdad que la gente está loca.

miércoles, 16 de junio de 2010

Japón, de Oriente

- Fotografía, dígame.

- Coño, qué rápido.

- ¿Perdone?

- Nada, que llamaba porque hace varias semanas, veintiseis para ser precisos, llevé a arreglar una cámara y me extraña que aún no me hayan llamado para decirme que ya está lista.

- Eso es que no está lista. A ver, dígame su nombre y la talla de pantalón.

- Me llamo Pedro Mendigutxia y ahora llevo la 44.

- Un momento señor Montolivo, ... si, aquí está, una Fuji negra, ¿verdad?

- Verdad.

- Pues está en Japón.

- ¿Cómo en Japón?

- En Japón del Oriente, también conocido como el país del sol naciente, no me pregunte usted por qué.

- ¿Por qué?

- Que no lo sé, hombre.

- No, no le pregunto por qué lo llaman así, sino por qué está la camara en Japón.

- Ah!, pues porque los del servicio oficial Fuji de Madrid estaban todo el día de protesta por las condiciones laborales, que les hacían trabajar como japoneses, y la empresa decidió deslocalizar la planta y llevársela a Osaka, que a los japoneses no les molesta trabajar como japoneses, y se ahorran una pasta.

- Hombre de Dios, pero... ¿y las cámaras van y vienen?

- Cada día. Y ordenadores, y escáners, y exprimidores, y licuadoras, y yogurteras, de todo.

- Entonces, ¿cuánto tengo que esperar?

- Mucho. ¿Tiene prisa o qué?

- Hombre...

- Pues si tiene prisa yo le aconsejo que se compre una nueva. Precisamente ahora tenemos una canon de 315 megapixels en oferta con ABS, ESP, ERC, SMS, CiU, y ajuste de voz para el control remoto por 459 euritos de nada.

- No, no, ya espero a que vuelva la otra de Japón.

- Es que a lo mejor no vuelve.

- ¿Cómo que no vuelve?

- Sí. Es que últimamente se pierden algunas. Japón está tan lejos y el avión hace tantas escalas... También le puedo ofrecer una Samsung de tres megapixels por 39 euros, se segunda mano, pero en buen uso.

- ¿Y no me puede devolver el dinero de la Fuji?, que la he usado diez días...

- A ver.... No, eso no puedo. Pero si quiere le paso con televisores o con ropa interior femenina, que tiene ofertas complementarias con las nuestras. Eso, o esperar a Japón. O morirse de asco.

martes, 15 de junio de 2010

Fotografía

- 11824 de Infotecnia, precio de la llamada, y bla, bla... (se corta la cantinela) 11824, le atiende Leandro Malpica, digame.

- Hola, Leandro, necesito el teléfono del Corte Inglés de Bilbao, en la Gran Vía.

- Un momento... (largo, el momento), es el 944 y tal y tal.

- Muchas gracias, muy amable.

- ¿quiere que le mande un mensaje gratuito al móvil con la información que nos ha solicitado?

- No.

- ¿Y quiere que le ponga directamente con El Corte Inglés?

- Que no,

- ¿Necesita alguna otra cosa?

- Muchas, pero no tienen que ver contigo, corazón.

- ¿Quiere que le pase de matute el teléfono móvil de Florentino?

- Que me dejes ya, hombre, que tengo que llamar.

Y cuelgo. Qué pesao...

- El Corte Inglés, dígame.

- Con Fotografía, por favor.

- Le paso.

- Dígame.

- ¿Fotografía?

- Televisores.

- Pues yo he pedido que me pasen con Fotografía.

- Le devuelvo a Centralita.

- Centralita.

- Con Fotografía, por favor.

- ¿Otra vez?

- Es que la anterior me ha puesto con Televisores.

- Jesús. Le paso.

- Dígame.

- ¿Fotografía?

- Ropa interior femenina.

- El caso es que yo quiero hablar con alguien de la sección de Fotografía.

- Le paso con centralita.

- No!... (demasiado tarde)

- Centralita.

- Ejem, con Fotografía, por favor, si es usted tan amable...

- Pero bueno, a usted qué le pasa.

(varias respiraciones profundas)

- Que qué le pasa, digo.

- Pues que quiero hablar con la sección de Fotografía, y usted no da una a derechas. Y no me pasa nada más.

- Pues si que está usted desagradable.

- Pues sí. Cada lunes. Sobre todo si es verano y llueve. ¿Me va a poner usted?

- Ni yo le pongo a usted ni usted me pone a mí. Así que hemos terminado.

Y colgó.

Eso me pasa por hacer gestiones dificiles en momentos inoportunos.

lunes, 14 de junio de 2010

Gento

Andan a estas horas los jugadores de la Real, micrófono en mano, intentando decir lo felices que son, lo estupenda que es la afición, lo bien que lo ha hecho el entrenador, lo que nos ha costado volver a primera, y profundidades de esas.

Y he recordado una anécdota que contaban de Gala, al que juntaron con Gento en una cena. Gala preguntó cómo se llamaba. "Yo soy Gento", contestó. "Yo escribo, ¿y tú?". "Yo no. Yo soy Gento". "¿Estudias Derecho?". "Es que soy Gento".

Gala preguntó a la marquesa que tenía sentada a su derecha a ver quién era este señor. Y la marquesa se lo aclaró: "es que es Gento". No quiso saber nada más, y al cabo de unos días, por una caja de cerillas, se enteró de quién era Gento.

Y al bueno de Joan Capdevila, que le pega con la izquierda de maravilla, van y le preguntan los periodistas a ver si sabe en que año acabó el apartheid. Y contesta que qué es el apartheid.

Claro. Fútbol es fútbol, y no palabras.

domingo, 13 de junio de 2010

canes expandidos

Sigamos hablando del mundo animal, y pasemos del pez espinoso del Gobela al perro de Bilbao.

El Ayuntamiento promueve una iniciativa para que los canes se expansionen y paseen con libertad por las zonas verdes de la villa, cosa que ha sido acogida con alborozo por algunas asociaciones animalistas como Galgo Leku, encargado de la recogida y adopción de galgos.

Hasta ahora se sentían un poco acosados, ya que cada vez que soltaban el perro les podía caer una multa o una bronca de algun vecino poco sensibilizado con el bienestar animal, que no entendía que los chuchos necesitan correr y saltar para soltar el nervio que acumulan. A mi me pasa con los hijos, que acumulan tensiones y para que desfoguen le invito a hacer un rato el cabra por la hierba. Siempre confío en que no lesionen a otro niño o a algún perro que ande en lo mismo, pero no siempre es posible.

Y ahora, con la iniciativa municipal, como coincidan a la misma hora niño, perro y anciano se va a montar una buena. Porque luego vendran los de los hurones y las ardillas, que yo también quiero. Y los de los peces espinosos con sus peceras.

A lo mejor haciendo un cuadro horario...

sábado, 12 de junio de 2010

el pez espinoso

Menudo papelón. Representantes de la Diputación Foral comparecían hoy delante de los vecinos de Getxo para explicarles que debían paralizarse las obras de canalización del río Gobela.

No les va a hacer ninguna gracia, porque este río, cada vez que se desborda, les inunda los garajes y los portales, y llevaban años suspirando por alguna solución, que estaba en camino.

Pero no va a poder ser, porque la Ley de protección de especies en peligro de extinción obliga a la paralización inmediata de las obras. Imagino que esta Ley se promovió para proteger al lince ibérico o al oso del Pirineo, pero el que se va a beneficiar es el pez espinoso, que es una especie de anchoa, espinosa, que vive como el pez que es en el agua del Gobela, importándole un pimiento las crecidas por las lluvias, y al que la canalización dejaría sin hábitat natural, condenandolo a morir entre dentelladas de merluzas y cabrachos en medio del Cantábrico.

Algunas personas se harán cargo del problema. En su calidad de propietarias de perros, gatos, hurones y ardillas, suelen aplaudir las normas que protegen a sus animales del acoso de los humanos, que se piensan que son los dueños de todo.

Pero a otros no les va a hacer ninguna gracia cuando les digan que sus portales y garajes se seguirán anegando, pero que no se preocupen. Y que disfruten de la armonia y el equilibrio que proporciona la convivencia entre las especies viendo nadar, muerto de la risa, al pez espinoso.

A estos vecinos sí que les va a dar la risa, sí.

viernes, 11 de junio de 2010

Ipad

Yo pensaba que con el Ipad, Apple solo pensaba en hacer negocio (y me intrigaba saber cómo, porque en apariencia es un aparato bastante inútil), pero es que no. Steve Jobs, consejero delegado de la empresa, reveló en rueda de prensa que le alentaba un fin superior, que su intención no era otra que liberar a Internet del riesgo de terminar convertida en una nación de blogueros, -oiga, un respeto, pensé- en la que todo pichichi navegara de un lado para otro sin criterio, y sin poder distinguir verdad de mentira.

El tema va así. En un par de años los periódicos en papel habrán pasado a mejor vida, y la gente leerá El País en el Ipad. Y El Correo, y Las Provincias, y el Diario de Cádiz, y el Times, y el Sud Ouest, y Le Figaro, y hasta el Frankfurter Allgemeine Zeitung, según lo largo que sea el trayecto del metro. Uno detrás de otro, para estar bien informado, y por lo que cuesta un diario de los de hoy. Como los diarios dirán la verdad y los blogueros seguiremos diciendo tonterías, la gente, que no es tonta, pagará por leer los diarios. Y así tendrán la verdad.

Ese es el negocio. Por un euro, y cada mañana, lo que a Descartes le costó la vida entera, y hasta morir en Suecia de un constipado. No es listo el señor Jobs.

Pero se confunde, porque los blogueros empezaremos a difundir por la red que para distinguir una verdad de una mentira no hará falta comprarse la tableta de marras. Bastará con aprender a distinguir el contenido de un blog del contenido de un periódico. Y sus matices: el contenido de un blog serio, que no es el caso del mío, del de un periódico amarillo.

Y que eso se hará en la escuela. Igual que a nosotros nos enseñaron a distinguir un culo de una témpora.

jueves, 10 de junio de 2010

verano




Con los calores en Barcelona vuelven a preocuparse por el mogollón de turistas medio en pelotas que deambulan por las ramblas. Dicen que estropean la imagen de la ciudad. Y algo de razón ya tienen, porque el otro día tuvieron que sacar al señor de la foto, que no lleva bañador, sino un bañador pintado encima del culete, de la misma Catedral, por donde se paseaba como Dios lo echó a este mundo tan pintoresco que nos ha sido dado en préstamo.

Puestos a hacer propuestas, yo pido que antes de ir en bolas por la calle en Barcelona, prohiban en Euskadi el uso de los piratas y las chanclas para los padres de familia que pasean por los centros comerciales.

Algo vamos avanzando, porque el otro día se llevaron a comisaría a uno que pretendía explicar Filosofía en Bachillerato de esa guisa vestido.

Los huesos de Descartes se removieron en su tumba, que nadie sabe dónde está.

miércoles, 9 de junio de 2010

niños

Acaban de detener a una señora en San Sebastián por olvidarse el niño en el coche cuando iba a darse un masaje.

Ahora enchironan a cualquiera.

A ver si no te te puede olvidar un hijo, con el estrés de vida que llevamos. El pimpollo estaba tan pitxi, roncando en el asiento de atrás, hasta que a algún desocupado se le ocurrió mirar por la ventanilla y llamar a la policía.

A mi se me olvidó un hijo en Vitoria, y me dí cuenta volviendo a casa, a la altura de Murgia, al ver que en el coche había demasiado silencio. Algunos se agobiaron bastante, pensando adónde habrá ido el infeliz, pero yo pensaba que con las paticas que tenía, no habría ido muy lejos. Otros pensaron en el secuestro, pero yo les tranquilizaba diciendo que con lo feo que era, el pobre, a ningún secuestrador profesional serio se le habría ocurrido llevárselo, porque no le iban a dar nada por él, a no ser que lo vendiera para órganos, pero eso es ser ya muy retorcido, y yo suelo ser bastante optimista.

Cuando llegamos a Vitoria nos dispersamos en plan hombres de Harrelson. Y no pasaron ni cinco minutos cuando oí su voz diciéndome "aita", como si antes no me hubiera echado en falta. Estaba sentando tan tranquilo a las puertas de una tienda de chuches, comiendo pipas, que le habría dado alguien, o que habría robado. A juzgar por la cantidad de cáscaras, debía llevar dos horas comiendo pipas. Me senté con él a compartirlas.

Y al cabo de un rato nos encontraron a los dos, unos bomberos.

A nadie se le ocurrió enchironarme.

Eran otros tiempos.

martes, 8 de junio de 2010

Euskaltel (4)

Se le había caído el móvil al suelo y se le había estropeado. Y parecía esperar alguna intervención de los dioses, que no acontecía.

Así que le dije que si tenía edad para llegar a las nueve a casa tambien la tenía para llamar a Euskaltel y dar la cara, buenas, que llamo para que me cambien el móvil, que está en garantía, describa en pocas palabras el problema, y todo eso.

- euskaltel, le atiende Sara Carbonero, dígame.

- coño!, la novia de Casillas.

- Pues no, no soy la novia de Casillas, sólo me llamo como ella, digame.

- perdone, es que le tiré el móvil a mi novio a la cabeza, y como la tiene como una piedra, se le hizo una raja en el cristal, y ahora en la pantalla se ve Disney Channel...

- dígame el nombre del titular del contrato,

- si, se llama Pedro Mendigutxia.

- muy bien, señor Olazagutia...

- oiga, Sara, por dios, que soy una niña.

- muy bien, señorita Gotikoetxea, tiene usted que responder a una adivinanza, y después, si lo consigue, pasaremos a la fase dos, y le describiré la documentación que tiene que traer para que le cambie la mierda de móvil estropeado que tiene.

- Una adivinanza?

- No mujer, era una broma. Tiene usted que venir a cualquier tienda euskaltel con el contrato, la fotocopia del DNI del titular, los veinte dígitos del contrato con Iberdrola, una foto de carnet de la abuela del pajarito, dos mil pesetas de las del billete rojo, la partida de bautismo, un certificado de empadronamiento, un botijo, tres mil quinientos euros en papel timbrado, una docena de huevos y dos cupones de los que aparecen los lunes y los miercoles el El Faro de Vigo. Con eso nos ponemos a trabajar.

- ¿Y cuándo me dan el móvil?

- ¿qué móvil?

- que le llamo para que me cambien el móvil, que le he dicho que le tiré el móvil a mi novio...

- señorita Barrientos, por favor, no me cuente su vida, que tengo varias llamadas en espera.

Y se hizo mayor. Y le entró la responsabilidad. Y no volvió a tirar el teléfono a nadie.

Y menos, a la cabeza.

lunes, 7 de junio de 2010

el cerebro

Hay mucha gente que dice que los demás le importan un pimiento. Sobre todo si no tienen nada que ver con uno. Y parece que la cosa tiene base científica. Oí a Adela Cortina explicar que ciertos neurocientíficos dicen que el desinterés por los lejanos tiene bases cerebrales, que llevamos acuñados unos códigos, producto de la evolución, que se fueron formando en la época en que éramos cazadores y recolectores, cuando formábamos pequeñas tribus y nos veíamos obligados, para sobrevivir, a estrechar lazos con los demás miembros de la tribu, y a rechazar con agresividad a los lejanos, a los diferentes, a los extraños.

Ya me mosqueé con los dichosos códigos, porque yo no sabía que los tenía ahí, inscritos.

También he oído que enfadarse lesiona la parte izquierda del cerebro, y que por eso, si te enfadas en medio de una discusión, tienes todas las de perder, porque no se puede hablar con la parte izquierda del cerebro lesionada.

Y si ya te enfadas con uno que viene de lejos, el desfase es total, porque entre que tienes el cerebro abollao por el lado izquierdo y los códigos acuñados enviando impulsos hacia ese lado sin que puedan ser adecuadamente recibidos ni procesados, no hay manera de dar una a derechas.

Y todo por no estudiar ni atender al cerebro como es debido.

Mañana voy a la farmacia a ver qué tienen para la cabeza. Un decodificador o algo.

domingo, 6 de junio de 2010

Calderilla

A Luis Bárcenas, el ex-tesorero del PP, e imputado en el caso Gürtel (gürtel es correa, apellido de otro de los imputados, en alemán, con lo que, si algún día me pillan y me imputan algo, a lo mejor el mío es el caso "hills", que es mi apellido en inglés, qué gracia) su abogado le ha pasado una minuta de 200.000 euritos de nada. Y como no quiere pagar, o no tiene, o dice que no tiene, le ha dicho a Rajoy que a ver si tiene para el café, digo para el abogado. Y Rajoy, como no es de Bilbao, le ha dicho que no tiene suelto.

Lo que ha tenido que trabajar este abogado.

sábado, 5 de junio de 2010

Ileso

Se saltó un control de la Ertzaintza con un katxi en la mano. Se dió a la fuga, apagando las luces para que la policía no pudiera seguirle, y acabó estrellado contra un talud 15 kilómetros más allá.

Ileso.

Un pena.

Se podía haber roto una pierna.

O una uña.

viernes, 4 de junio de 2010

A los alumnos de 2º de bachillerato de Jesús - María Ikastetxea

La canción habla de personas maltratadas. Les interpela a salir del túnel, a luchar, a no dejarse vencer. Es preciosa.

Se me ha ocurrido dedicárosla desde mi txiringuito en la red. Para que os acordéis de mí cuando la oigáis por ahí, vanidoso que es uno. Pero también para que os tatuéis en alguna parte del cuerpo, o del alma, que un buen plan para la vida es no perder nunca la dignidad. O pelear para que no la pierda nadie. Nunca.

Hasta siempre.

Embarazo

A veces me encuentro en situaciones muy absurdas, o muy embarazosas. Y en ellas no sé qué hacer con los pensamientos. Como dicen que un clavo saca otro clavo, suelo conducirlos hacia cosas igualmente absurdas. Por ejemplo, hacia el extraño comportamiento de las gomas de borrar. Mejor dicho, hacia mi extraño comportamiento con las gomas de borrar. Ya puedo hacer que leo el periódico o que pinto un Goya, que yo estoy pensando en gomas de borrar.

Es difícil ser goma de borrar, porque su razón de existir está la anterior existencia del error humano, y hay humanos que llevan muy mal eso de cometer errores. Se confunden al hallar la hipotenusa, borran, arrojan con cierto fastidio la goma sobre la superficie de la mesa, rebota, y plaf, al suelo. Las primeras veces la recogen, pero luego ya no.

Y luego te levantas por la noche a hacer pis y la pisas, ay, bueno, es una goma, menos mal que no es un cristal, y no la recoges, porque estás dormido, y porque no hace falta, porque al fin y al cabo, no es un cristal, y le das una patadita. Y al día siguiente, a las dos de la mañana, vuelves a pisar la dichosa goma.

Se pueden pensar cosas más absurdas en situaciones embarazosas. Pero hay que ponerse.

jueves, 3 de junio de 2010

segundo de la ESO, mediodía

¿Por qué un alumno de segundo de la ESO tiene que acompañar a la enfermería a otro alumno de segundo de la ESO levemente lesionado en una muñeca (habían tenido clase de Sociales y es de coger apuntes) si este segundo alumno conoce dónde está la enfermería y cuál es el camino para llegar a ella?

Puede ser porque a cualquier alumno de segundo de la ESO, a mediodía, le puede dar un bajón de azúcar que afecte a su sistema linfático, sobre todo si tiene problemas en la muñeca, y se desmaye, en cuyo caso hace falta un ser humano para gritar socorro, que siempre es mejor que encontrarse un tipo medio muerto en medio de la galería.

Puede ser porque a cualquier alumno de segundo de la ESO se le puede desprender una pestaña, luego le entra en el ojo, no ve un pito, tropieza, se cae y se abre la cabeza, y entonces el tema ya no es ninguna tontería, en cuyo caso hace falta un ser humano para gritar auxilio, que siempre es mejor que encontrarse un tipo medio muerto, con la cabeza abierta, yaciendo sobre un charco de sangre en mitad de la galería.

Si no, no me explico por qué un alumno de segundo de la ESO tiene que acompañar a la enfermería a otro alumno de segundo de la ESO levemente lesionado en una muñeca si este segundo alumno conoce dónde está la enfermería.

miércoles, 2 de junio de 2010

Bilbao

Hace tiempo que no iba a un cóctel, y tenía perdida la medida a las cosas. Me volvió a impresionar la de jubilados infiltrados que se colaron. También me impresionó ver lo bien sincronizada que ejecutaban los asistentes la maniobra envolvente al camarero en el momento en el que este hacía su entrada en el recinto donde tenía lugar el evento, dejandole pelao de pinchos y con cara de a estos no les han dado de comer hoy en su casa. Igualmente, el éxito que las tortillas de patatas tienen siempre sobre otras propuestas más barrocas y menos reconocibles, en parte porque estas últimas nunca sabes por dónde se agarran, ni si maridan con un txakolí bien frío, ni si provocarán gases u otros efectos colaterales.

Impresiona mucho ver a una pareja de mujeres ya entradas en años comiendo a tumba abierta. Y a otra diciendo aprovecha, que así vamos cenados, y a una tercera llenando sin recato el taper para mañana. Impresiona ver a un abuelo sentado en una esquina pidiendo le llenen el plato, que a él no le llena comer así, de mariconadas sueltas, pero que no hay platos, le dice la nuera, pues entonces en una servilleta, contesta. Impresiona ver al Concejal de obras y servicios bebiendo whisky en un lunch donde solo sirven vino y bebidas no alcohólicas.

Impresiona ver la extraordinaria capacidad de las personas de hablar mucho sin decir nada.

Y sobre todo impresiona ver a tanta gente de Bilbao concentrada y ociosa en el corazón de la ciudad. Te preguntas quien se estará ocupando en ese rato de hacer girar el mundo.

martes, 1 de junio de 2010

Cantabria

Estaba un microbio tan tranquilo, con varios miles de colegas en un brik de leche de vaca de Maliaño instalado en un establecimiento de Santurtzi, cuando llegó un inspector de la Sanidad vasca y, después de inspeccionar, que es lo que hacen los inspectores, se llevó el brik a un laboratorio y lo aisló, de manera que no pudo entrar al envase ni un solo microbio más, en parte porque no cabían y en parte por rigor policial. Esto es como cuando a tí, que vives de alquiler con treinta y cinco colegas que tienes realquilados, te sellan la casa y te someten a un arresto domiciliario dentro de ella, por pasarte de listo, o de aforo en una party.

La excusa de los técnicos de sanidad para proceder al atropello era que la leche superaba con creces el aforo de microbios por centilitro cúbico. Los ganaderos cántabros acusan a sus colegas vascos de chivarse a la ertzaintza, que a ver si se piensan que en el interior de sus vacas no habitan los mismos microbios, igual de dañinos, solo que euskaldunes.

Hasta donde yo sé, por el latín que estudié, un microbio es una vida pequeña, minúscula, infinitesimal. Una vida con fundamento pero sin chicha, superficial, y con una capacidad de hacer daño impresionante, pese a no quererlo él, como nos pasa a tantos seres humanos. Pobres, condenados, estos microbios montañeses, como un fumador inocente, a vivir bajo el acoso de las autoridades sanitarias.