jueves, 15 de abril de 2010

miedo no

Entiendo que haya terapias antipánico, para que los irresponsables como yo podamos volver a pasar por el lugar en el que provocamos un accidente sin dar un respingo. O barreras antipánico, que te separen de la hinchada rival, la cual te dedica cantos y proposiciones de todo menos bonitos. O barandillas antipánico, para asomarte al vacío sin sentir en la nuca el aliento de la parca. ¿Pero una puerta?

Pues al lado de mi despacho han instalado unas preciosas puertas antipánico. Y lo curioso del caso es que yo, que soy un descreído para estas cosas, ahora tengo menos miedo. A todo. A salir al pasillo, a bajar a las clases, o a encontrarme cara a cara con la muerte. Me digo: ¿quién puede tener miedo estando al lado de una puerta antipánico?

Y ahora me pregunto por qué todavía no se han inventado, por ejemplo, las sillas antipánico. La que soporta mis posaderas es ergonómica, pero no quita el miedo.

¿Y de qué le sirve al hombre ganar la salud en la espalda entera, y hasta en el nervio ciático, si el miedo le atenaza y no le deja vivir?

1 comentario:

Sofia dijo...

¿Quién dijo miedo?. Yo estoy temblando.

Las puertas antipánico en caso de incendio (que no ha ocurrido uno en los 32 años que llevo en el centro) si se van a dejar cerradas, parecerá que entramos en un pabellón de Alcatraz (sin un cristal que te ayude a ver toda la galería como antes) y si se deja un ala abierta y la otra cerrada, pueden ocurrir dos cosas, a cada cual peor: que venga la chavalería corriendo y al no verte llegar, se choquen y te dejen "tripaarriba" al lado de exposición de los pájaros disecados....o que frenen ellos contra el canto de la puerta abierta que tiene un filo que impresiona.

Ahora ya estoy mucho más tranquila.