viernes, 5 de marzo de 2010

Berlusconi y yo.

Resulta que el PDL de Berlusconi no va a poder presentarse a las elecciones regionales del 28 de marzo porque llegaron tarde a entregar la documentación. Al parecer, el encargado de hacerlo salió un momento al bar a comer un bocadillo. Y qué, diréis, menuda explicación de mierda, podía haber ido antes. Pero eso es porque no os hacéis cargo del papel que un bar y un bocadillo juegan en la vida de muchas personas.

A mi me pasa mucho, que tengo que ir a buscar a un hijo a algún sitio, y como voy con tiempo, entro en un bar, pido un rioja y un bocadillo y agarro el Marca, para culturizarme un poco. Empiezo por la clasificación de la ACB, pero enseguida me lío, se me pasa la hora y pierdo el niño. Como ya están acostumbrados, mis hijos me buscan por los bares del pueblo.

Es penoso entrar a un bar, con su peste a tabaco, sus palabrotas y su olor a vino y a alcohol destilado y a fritanga, y ver a un niño pequeñito preguntando por su padre, e ir a otro y el niño detrás, que si has visto a mi padre.

Sin embargo, algunos barman ya me conocen y me avisan de la hora. Porque saben que, pese a lo que digan algunas miradas reprobatorias que siento en mi nuca, no soy un alcohólico. Sólo que el cóctel bar-rioja-marca-bocadillo se me hace irresistible a las siete de la tarde.

1 comentario:

Blanca dijo...

¡Cómo te entiendo!! Esa combinación es irresistible. Sólo comparable a la de un zumo, un café y un croisnant a la plancha preparado por Carlos en el "viejo" Mugarra; sin prisa..., con el periódico y el resto de la mañana por delante, para hacer lo que uno quiera.