jueves, 4 de marzo de 2010

Guapetones

A mi me llamó caballero, aunque para desayunar pedí dos porras y café con leche en vaso, ya veis, de lo más popular. Y a dos que vinieron luego, les llamó guapetones. Dos veces. La primera al llegar, buenos días guapetones, qué queréis, y luego al servirles las tostadas con aceite, aquí tenéis, guapetones, buen provecho, cómo se presenta el día.

Como no tenía otra cosa que hacer que comerme las porras, y en eso apenas gastas neuronas, me puse a buscar alguna explicación a la diferencia de tratamiento. Guapos no eran, luego por ahí no iban los tiros. Guapetones tampoco, él uno sesenta y ella uno ochenta, y ciento cincuenta años entre los dos, pareja singular tostada en ristre, y el aceite goteando por el codo. Así que supuse que era para fidelizar a la clientela. Cuando empiezas a frecuentar un establecimiento eres un caballero, y a medida que la confianza te permite hacer guarradas con la comida sin recato alguno, te conviertes en un guapetón.

Por eso, cuando voy a Madrid, nunca voy dos veces al mismo bar a desayunar, porque cuando me muera, quiero que me pongan en la lápida aquello de que era "todo un caballero", y no "todo un guapetón", que queda menos para la posteridad.

2 comentarios:

Blanca dijo...

Y que harás cuando se te acaben los bares?!
Tú vete donde te den buenas porras, y olvídaté de epitafios, y...¡que te quiten lo bailao!!

Sofia dijo...

Guapetón: apuesto, galán, atractivo, resultón.
Caballero: que posee caballo.

¿No es mejor siempre ser que tener?