miércoles, 21 de octubre de 2009

ser padre

Es difícil ser padre hoy. Si tienes tres hijos es el triple de difícil que si tienes uno, porque las respuestas que un día valieron se tornan estériles cuando menos te lo esperas, maldita sociedad del conocimiento.

Pero de todas las cosas difíciles a las que he de enfrentarme (las mentiras infantiles, los límites en la adolescencia, los deberes de conocimiento del medio, sobre todo la parte relativa al funcionamiento del sistema linfático) ninguna como buscar excusas a por qué no ha venido esta noche el ratoncito Pérez.

En quince años no me he acordado ni un día de poner el ragalito a tiempo. Y empecé a buscar excusas. Un día dije que estaba en Noruega, porque este tema va por países. Otro que estaba atendiendo el asunto de un chaval que se había roto el maxilar superior andando en bici. Otro que había huelga de dentistas. Otro que había problemas con el blindaje del concierto económico.

El problema de ahora es que, en contra de lo que hicieron sus hermanos, el pequeño no protesta, y el retraso acumulado es de dos semanas. Y no me hubiera dado cuenta si no llega a ser porque le puso, junto al diente, y bajo la almohada, un trozo de queso emmental, que con el paso del tiempo fue macerando hasta emitir unos efluvios que ni la papelera de Aranguren, y atraer una especie de mosquitos minúsculos que acudían por miríadas al festín.

Espero acordarme esta noche. Si no, me lo recordáis mañana.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Si es que ya dicen que el tercero se cría sólo.
Pobrecillo ;)

Sofia dijo...

A padre listo con las excusas, hijo inteligente con el reclamo.

Tu venga darle explicaciones más o menos técnicas de la ausencia y él pensando que donde esté un buen queso para un ratón, le haría olvidar las obligaciones en el extranjero y acercarse a vuestra casa.

Mira que le vas a dar que pensar que se parece demasiado el Pérez a su despistado aita y va a descubrir el pastel antes de que se lo queráis contar.