sábado, 3 de octubre de 2009

por robar

Llevaba varios días observando desde la acera de enfrente los movimientos del dueño de la casa. Cuándo entraba y cuándo salía, y vió que a las noches, entre las siete y las nueve, iba con sus amigos a tomar unas cañas. Entonces entró en el piso y distrajo una planta de marihuana de tres metros de alto.

Fue en el Canyet, en Badalona. Y la Guardia Urbana se mosqueó al ver debajo de una marquesina una planta de marihuana de tres metros de alto esperando al autobús, con su tiesto y todo. Al ver llegar a los uniformados, nuestro amigo, aprovechando que había sustraido una planta de marihuana de casi tres metros de alto, se escondió detrás de ella. Y ahí la cagó, porque en el hecho de esconderse la policía encontró un nexo de unión entre la planta y el joven. La policía, como casi todo el mundo sabe, no tiene un pelo de tonta, y no se creyó lo de que aquello no era suyo y que llevaba varios días decorando la parada. Tampoco ayudó mucho que una señora bastante taimada no respaldara la versión del chaval, de que la planta llevaba unos días allí. Y se lo llevaron al cuartelillo, a él y a la planta.

Como nadie vino a reclamarla, que a ver quien es el guapo, la planta creció y creció, regada por Vicky Francino, que es la recepcionista de la comisaría, y con el calorcito y el sol del Mediterráneo se convirtió en la más bonita del Maresme. Y aunque casi todo el mundo se llevaba un par de hojas al salir o al entrar, no se alteraba su porte dignísimo.

En el juicio el joven dijo que robó por hacer un bien, que había visto que el dueño no dedicaba al colosal arbusto los cuidados que merecía. Pero la vieja de la parada volvió a entrar en escena, y testificó en su contra, porque era tía abuela del dueño y dijo que la cuidaba mucho porque de ella dependia el sustento de la familia, aunque no sabía por qué.

La jueza ordenó la busca y captura del sobrino nieto de la señora y vendió la planta a unos okupas que dijeron que en ningún otro sitio como en el pisito que tenían en Caldetas. Y al joven lo dejó en libertad aunque le aconsejó que rehiciera su vida con los okupas a Caldetas, y así no tendría que robar. Y a la señora le dijo que se metiera en sus cosas. Y a la Guardia Urbana que dejara de enredar con chorradas. Y a los de parques y jardines del Ayuntamiento de Badalona que pongan arbustos de esos, que así a nadie le entran tentaciones de robar.

1 comentario:

Blanca dijo...

Pero cuando salían de la sala, el fiscal pisó una hoja del vegetal, que a alguno de los que, -ya que estamos-, se le escurrió del manojillo que había arramplado, y tras un resbalón eterno, fue a dar con sus huesos en el suelo. En su trayectoria, propició tal batacazo al poli encargado del trasplante que, “Cannabis sativa” no tuvo más opción que estamparse en mitad de la alfombra, justo, a los pies de la vieja de la marquesina. La mujer se quejó, -el costalazo no era para menos-, y en su abrir la boca, para emitir su quejido, “sin querer”, pegó un lengüetazo a una de las hojas de la planta. Quizás fue la falta de costumbre, o por el contrario, sabedora de los efectos de la savia del vegetal,-no nos olvidemos que era la tía de la víctima-, su subconsciente acortó los tiempos, y la mujer se levantó dando saltos a la par que lanzaba su bastón con tal grado entusiasmo, que de no ser por el funcionario que tenía agarrado del brazo al “delincuente”, la jueza, a estas alturas, estaría vendiendo el cupón.
Alguien gritó. ¡¡¡Milagro!!!,- lo de la vieja competía sin ningún tipo de pudor con la escena del paralítico que la Biblia nos relata-. De todos los ángulos de la sala, un chorreo humano corría hacia la “maría” para tocarla y llevarse un poco de su elixir. La jueza, ya recuperada del susto del bastón, y con la ayuda de la defensa, organizó aquel “cipostio”, mediante una fila de acceso y otra de retirada. En cuestión de media hora, todos habían llevado su parte. La jueza la última, como máxima autoridad.
De cómo acabó la historia, no hay datos claros. A última hora de la tarde, llegaron los encargados de la limpieza, y según ha declarado uno de ellos a esta fuente: -No pudimos entrar en la sala número 4; lo intentamos, pero el poli de la puerta nos lo impidió. Nos dijo no sé qué, de “viaje a Venus en un barco”; pero no se le entendía bien, estaba un poco gangoso; como si tuviera la gripe.