sábado, 17 de octubre de 2009

descomposición

Una amiga me dijo que llevaba dos noches con descomposición. Y yo me ruboricé. No puedo evitarlo. Siempre me pasa cuando la gente comenta a mi alrededor cosas tan íntimas.

Y es que mi mente tiene la costumbre de intentar visualizar aquello de lo que son objeto las conversaciones en las que tomo parte. Si me hablan de un partido, me imagino a los futbolistas, si me hablan de Platón, me imagino unas ideas, si me hablan de la paz, me imagino una paloma, y así. Como nos pasa a todos, vamos. Y esa mañana me ví en las de decir a la mente que se estuviera quieta, so pena de ponerme como un tomate.

No penséis que hablábamos de las funciones que le son propias al aparato excretor, ni de cosas personales acerca del funcionamiento de nuestros cuerpos. Qué va. Era un intrascendente cambio de impresiones acerca del tiempo meteorológico y los repentinos fríos de octubre y las reacciones que estos provocan en algunas naturalezas.

Esa reacción química de enrojecimiento de la piel es una consecuencia de mi natural timorato, el mismo que me impide oir hablar de sexo a los postres de una cena entre amigos. En tales casos, transpiro como un danés en Sevilla mientras los demás ríen una tras otra gracias, pericias e impericias, todas de dos rombos.

Y tan obsesionado estoy con el tema que mientras escribo veo un anuncio de un operador de telefonía con unos muñequitos cantando no se qué de una fibra, óptica imagino, y yo pensando en la otra, la que hace que los intestinos vayan como tienen que ir.

Qué obsesión, por Dios.

1 comentario:

Blanca dijo...

Qué gracia me ha hecho!! -Puede que me haya visto un poco reflejada-. Hombre, a algunos vocablos, me he ido acostumbrando,- ser “la de ciencias”, es lo que tiene”; por no mencionar esa “naturalidad” con la que somos “bombardeados”, desde la televisión, que quieras o no, te va empapando: que si “momento olbran…, que si “tenna lady”…, que si “dejes de sufrir en silencio… Pero a lo que no me acostumbro, ni me acostumbraré, es a cierta gente, que dejando en evidencia, que a Roma se llega desde cualquier lugar, ya sea escuchar “pitorro”-a veces hay que decirlo, existen los pitorros-, ya sea escuchar “jaculatoria”…, ellos,-suelen ser más ellos que ellas-, siempre aterrizan en el mismo sitio.
Será que yo también, peque un poco de timorata.
Buen día!