jueves, 8 de octubre de 2009

paralítico sensorial

Mira tú por dónde mi limitación sensorial va a tener una parte positiva.

Tener hipermetropía galopante y presbicia me impide, aún con gafas, distinguir un penalty de un fuera de juego, y por eso en el fútbol estoy más bien callado. Cuando se levanta la gente y gritan gol es que es gol, y yo también me alegro, y ya está, aunque no lo haya visto. Esto no me preocupa mucho, porque el fútbol nunca me ha gustado, y en San Mamés prefiero leer el folleto que dan a la entrada, así siempre tengo la informacion a mano, y ayudo a los de al lado:

- ¿quien es el 14 del Werder Bremen?


- Mertesacker, informo.

Tener presbiacusia me impide escuchar sonidos emitidos en determinadas frecuencias. Y no oigo absolutamente nada cuando están por debajo de 10 Khz. Por eso no puedo ver la tele con la familia (no soy capaz de seguir una conversación entre dos personajes), ni escuchar música en el coche sin provocar una revuelta en el asiento de atrás, ni asistir a conferencias y charlas en las que el ponente empieza con aquello de que "como tengo buena voz no voy a usar el micrófono". Entonces me levanto y me voy. Directamente.

Mis alumnos se ríen bastante, porque en clase me preguntan una cosa y contesto otra, aunque nunca me ha pasado lo que a mi compañera, a la que un alumno andaluz muy gracioso le preguntó, para tomarte el pelo:

- ergtuso frutajbds hyuir`ms jue dsois la puerta?

Y ella contestó:

- sí, ciérrala.

Mi presbiacusia, y ahora os explico por qué estoy tan contento, me permitirá ahora ir a La Coruña, uno de los sueños de mi vida, donde el Ayuntamiento va a instalar emisores de pitidos en una frecuencia que solo pueden escuchar los jóvenes que hacen botellón, pero jamás los adultos, y menos un paralítico sensorial como yo.

Así que me sentaré en medio de ellos para ver cómo se dispersan entre juramentos diciendo aquello de que no les dejan estar en ningún sitio, que es una protesta muy adolescente. Y todo porque la sociedad, las calles, los planes urbanísticos, las infraestructuras viarias, los puertos y aeropuertos, los bares, las aceras, el mobiliario urbano, los precios, los padres, los profesores, los hermanos pequeños, los tíos de Oropesa, los horarios, los calendarios, las vacaciones, los fines de semana, el sol y la luna se han hecho sin pensar en ellos, que son los más importantes y que estaban allí tranquilamente, sin molestar a nadie.

Anda ya!

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