jueves, 29 de octubre de 2009

Pan de verdad

Vino emocionado de casa de unos amigos porque le habían dado de merendar dos bocadillos de nocilla, y con pan de verdad!

Algún día mis hijos me pasarán la factura por haberles hecho pasar la infancia más triste, sin pan de verdad.

En mi casa no hay pan, sino sucedáneos: pan de molde con costra, pan de molde sin costra, pan integral de molde, biscotes, crackers con chispitas de sal, y crackers integrales, pan negro alemán para comer con quesos fuertes y tener un aliento poderoso hasta el miércoles y pan de nueces y pasas, para comer con mantequilla en los desayunos. Hay pan de payés, traido regularmente de Catalunya y congelado para los días que cenamos pan con tomate y tortilla francesa. Hay pitas turcas para rellenar con algo y tortillas mexicanas para hacer tacos. Pero pan, lo que se dice pan, no hay.

Y cuando mis hijos ven una barra en la cocina a las cuatro y media de la tarde es como cuando los prisioneros liberados de la caverna de Platón ven directamente la luz del sol: hay pan de verdad!, corre la voz!, llama a Ana!, ¿puedo invitar a unos amigos para que vean que soy normal? ¿puedo hacerme una foto con la barra? Ama, déjame el móvil, que voy a sacar una foto! Voy a colgarla en el Tuenti!!!, van a flipar cuando me vean! ¿Puedo merendar huevos con chistorra? ¿puedo hacerme un perrito con el pan de verdad? ¿puedo descongelar la carne con tomate de ayer? ¿Puedo salir al parque para que me vean? ¿Podemos merendar sentados en la puerta de la calle? ¿Podemos guardar un poco para el almuerzo de mañana? ¿Puedo poner la tele para ver cómo se ve merendando con pan de verdad? ¿Puedo llamar al abuelo para contarle que estoy merendando con pan de verdad? ¿Puedes hablar con la directora para que me quite el negativo que me ha puesto en el recreo por comer chorizo cular de Salamanca con pan bimbo? ¿podemos ser siempre así? ¿puedo no hacer deberes hoy, porfa, que es un día especial? aita, ¿el cielo es esto?

Con lo felices que les hace, no sé por qué no hay pan en mi casa. Seguramente, la culpa la tiene internet. Desde que leo el periódico en el ordenador, no salgo a por el pan.

Y lo malo no es el pan, sino acabar con la verdad.

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