Mi pueblo está en fiestas. Y en las dos entradas principales por la carretera, unos señores, sobre el cartel que anuncia el nombre de la localidad, han puesto otro en el que dan la bienvenida a los visitantes y les anuncian que están construyendo la independencia y el socialismo.
Está bien, porque así no te encuentras de sopetón con las obras, que eso cabrea mucho.
Sanear una tubería del agua o arreglar unas aceras supone molestias a vecinos y visitantes, por lo engorroso de la parafernalia: acotar el espacio para que no caigan en la zanja niños y jubilados, que luego cuesta mucho sacarlos, preparar el aparte para comer el bocadillo de media mañana y seleccionar las señales de tráfico portátiles con las que confundir a propios y extraños son algunas de las tareas preparatorias.
Construir la independencia y el socialismo parece más difícil, pero qué va. Con poner las fotos de los colegas en el fondo de la txozna y pintar las paredes de la escuela con sus nombres ventilan la faena.
Los socialistas y los independentistas de verdad están en otro sitio, currando como cabrones por el bienestar de las personas, aunque sea agosto.
1 comentario:
Razón tienes!
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