domingo, 16 de agosto de 2009

Agur, aitite Ramiro

Hagamos el elogio de los hombres de bien:
su esperanza no se acabó,
todo lo bueno que hicieron perdura en su descendencia.
Su recuerdo dura por siempre,
su caridad no se olvidará.

Del libro de Ben Sira

Su cabeza no paraba quieta ni un solo segundo: "aquí haremos una puerta". Y la hacía.

Por la más grande que abrió entraron en la vida Ana, Maite, Toño y Bea, que, porque lo que dice la Biblia es verdad, hacían mejores los sitios por los que pasaban.

Su casa de Fresnedo, y la de Zorroza, fueron siempre las casas de todos, y somos legión los que disfrutamos en ellas de los churros que preparaba los domingos por la mañana.

Con su barba blanca y peinado así, para atrás, Ramiro Valdivieso fue abriendo puertas, levantando tabiques, arreglando tejados... para hacer más cómoda su casa, y la vida a los demás.

Gracias!

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