miércoles, 12 de agosto de 2009

dadme locos (2)


De entre el montón de situaciones en las que utilizamos la palabra loco, me quedo con aquella que designa a los que se enfrentan al poder, poniendo en riesgo su vida o su seguridad. ¿Quien no se acuerda de aquel jóven enfrentando al carro de combate en la Plaza de Tianamen?

Ferrer Guardia fue un célebre pedagogo catalán, de Alella, al que fusilaron en octubre de 1909 por ser uno de los cabecillas de la Setmana Tràgica de Barcelona, cuando resulta que no fue un cabecilla de nada. Más bien, aprovecharon la ocasión (otra vez unidos el poder eclesiástico y el político - militar) para acabar con un hombre que había tenido la osadía de enfrentarse al poder de la Iglesia a la hora de dictar lo que había que enseñar y aprender. Un loco.

También a Jesús fue a buscarle su familia para llevárselo a casa, porque "estaba fuera de sus cabales". Tenían razón, sus hermanos. Oyendo las cosas que decía, el sentido común dictaba que se estaba metiendo en la boca del lobo. Se enfrentó al rey y a las autoridades religiosas. A uno le llamó "zorra" y a los otros "raza de víboras". A estos últimos les advirtió, además, de que las prostitutas, pecadoras y mujeres, para mas inri, entrarían delante de ellos en el cielo.

En mi país hay una generación de personas, jóvenes y mayores, que sirven a la cosa pública desde el Ayuntamiento o desde un escaño en el Parlamento. Estos no se enfrentan al poder instituído, sino al poder de unos miserables que matan con bombas con temporizadores. Cuando toman la decisión de presentarse a unas elecciones, ponen en riesgo su vida, su seguridad y la de sus familias, y padres y amigos tratan de hacerles desistir y de llevárselos a casa, como los hermanos con Jesús: hay muchas maneras de servir a la sociedad, ¿qué necesidad tienes de poner en riesgo tu vida y la de los tuyos?. Locos.

Al joven chino, a Ferrer, a Jesús y a los políticos de mi pais los llaman locos. Pero yo creo que son los únicos que están en sus cabales. Que saben que en la boca del lobo ya estamos todos. Y que han querido la osadía de querer salir. Ellos y los demás.

Sus locuras son locuras para la esperanza. Locuras que inprimen tan dulces quemaduras, que no vale la pena curar. Locuras de allá, donde el cuerdo no alcanza. Locuras que son poesía. Locuras que hicieron salir la luz del sol que nos calienta a todos. Locuras tan vivas, tan puras....


1 comentario:

Sofia dijo...

...tan entregadas al bien común que se olvidan del bien propio.

Me uno a tu homenaje a los políticos locos, pero cabales, que pelean por todos y por la democracia y que sufren en silencio, con sus familias la soledad del corredor de fondo, convencidos de su necesaria, esforzada, controvertida a veces, ignorada o incluso despreciada, imprescindible labor.