jueves, 20 de agosto de 2009

La ministra desatada

Al cura del cuartel lo llamaban "pater" y solía ser un comandante, al que no sabías nunca cómo saludar, si como "mi pater" o "mi comandante". Los jefes y oficiales tenían de él un concepto más bien folklórico. Era el que se encargaba de bendecir los TOA,s y los carros de combate, y de presidir las interminables "misas de campaña", que seguíamos en posición de firmes y de descanso, alternativamente, bajo un sol de justicia que salpicaba de desmayos el oficio. Los menos resistentes sufrían una lipotimia y caían con estrépito de fusil, cinchas y estandarte.

Es una ironía llamar "de descanso" a la posición de descanso, porque uno se cansa igual que si estuviera firme. Por eso, cuando llevas veinte minutos en la posición de descanso sin mover ni un pelo de la axila lo descansado es que te manden pasar a la posición de firmes, o a alguna más entretenida, como la de presenten armas, o algún giro a derecha o izquierda que te cambie el paisaje.

Pues ahora la ministra Chacón, desatada de fervor constitucional y harta de ver desfilar en las procesiones de Semana Santa a la Legión con su cabra y a la Guardia Civil, en profusa confusión de simbología militar, civil y religiosa, y después de darse cuenta de que España no es, ni de lejos, la reserva espiritual de occidente, ha metido mano al tema, y maneja un borrador que excusará de ir a misa a aquellos militares que profesen otra religión distinta de la católica o que no profesen ninguna.

Imagino a los padres de los militares de hoy, que pelearon en el 77 contra la legalización del PC por ateos y enemigos de la patria, y cuyos padres cayeron "por Dios y por España", en la cruzada del 36, otra vez desconcertados y haciendo inventario (¡como gusta en el Ejército lo de hacer inventario!) de parafernalia religioso - militar.

Por lo que se le pueda ocurrir cualquier día a la ministra.

1 comentario:

Sofia dijo...

No se imaginaban del todo los militares cuando salió nombrada la ministra que fuera a desempolvar todo lo apalancado desde hace lustros en el ministerio.

Con ese afán ganado a pulso que tenemos las mujeres de dejar sólo lo práctico, lo imprescindible y a mano.