viernes, 7 de agosto de 2009

Extracciones

Los que trabajan en los servicios de urgencias de los Hospitales tiemblan cuando leen en el ordenador la palabra "extracción". Cuando no tienen que extraer una lenteja que había echado raíces en el orificio nasal o un garbanzo que había hecho lo propio en el auditivo tienen que sacar un tapón de un bote de laca o una botella de coca-cola que había hecho el vacío de otros agujeros corporales muy poco propios para esos usos.

Lo último fue sacar un paquete de pipas vacío de la vagina de una adolescente. Ocurrió en Cruces hace unos días. Ella y su pareja habían recurrido a tan curioso profiláctico como remedio contra un ataque de fogosidad amorosa inesperado que les sobrevino de repente. Mientras comían pipas, claro. Y después de descartar una bolsa de El Corte Inglés y la funda del paraguas plegable.

Visto el despropósito, el chaval quiso escaquearse diciendo que tenía un examen, pero ella le obligó a acompañarla al Hospital y a explicarlo todo a la de la ventanilla de admisión, que escucha estas narraciones con la risa contenida, porque nunca se acostumbra una.

Así que los que trabajan en los Servicios de urgencias no creen en la inteligencia del ser humano, ni en la Educación Sexual que se da en las escuelas y en las casas, ni en el progreso de la humanidad hacia cotas más altas de bienestar y progreso.

Y tienen razón.

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