sábado, 1 de mayo de 2010

Bartolo y la montaña


A Bartolo le gustaba la montaña. Y a la montaña le gustaba Bartolo. Así es como empiezan todas las historias de amor. No sabes qué es, pero te gusta. Y no quieres hacer otra cosa que estar. Con ella. O con él.

El tiempo pasa. Siempre pasa. Y al pasar, el tiempo revela cosas de la otra, o del otro, que no conocías. Unas te gustan, y otras no.

El tiempo reveló que la montaña era exigente. Que quería todo de Bartolo, que no se conformaba con verlo pasar, con que la hollara en sus cimas más pequeñas.

Y lo citó en su cima más alta. Y le dijo que si quieres conquistarme deberás estar dispuesto a morir por mí. Y Bartolo fue, porque la quería.

Y cuando hubo muerto, e igual que hacemos las personas con los muertos, la montaña lo tapó por completo con su manta blanca de nieve. Y celosa de lo suyo, ocultó el cadáver de la vista de las demás personas, que también lo querían.

(¿que qué pinta esta historia tan triste en una página así, pensada precisamente para encontrar por los rincones remedios contra la tristeza?. Pues que lo triste no es morir, sino vivir sin haber querido hasta la muerte)

Per al Tolo Calafat, mort al Annapurna al abril del 2010

3 comentarios:

Sofía Cela Echevarría dijo...

Antes de morir, se acordó de los otros amores que dejaba en casa y pedía: "Venir a buscarme , por mis hijos".

Porque amó hasta la muerte, murió con el amor dividido.

Son esas cosas del querer, cuando quieres sin límites.

Bego dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sofía Cela Echevarría dijo...

Yo me refiero a que sentirse atraído por el desafío que supone el deporte extremo de los ochomiles u otros semejantes; lleva consigo un riesgo de muerte. Mucha pasión por la montaña debe acompañarte cuando te lleva a dejar tu casa y ponerte en camino. Tolo había declarado su miedo al Anapurna. A mí me parece lícito su amor a la montaña y entiendo perfectamente lo que sentiría al verse morir y acordarse de dejar sin padre a sus hijos. A eso me refiero con el amor dividido. Cuando fue a la montaña no pensaba en perderse a sus hijos, en ese momento final, lo estaba viendo muy claro.

Una persona apática, donde no toca con amor nada de lo que hace en de su vida, no va a tener nunca sentimientos extremos ni intensos.

Somos humanos tocados de la capacidad de amar, de amar humanamente, de amar con pequeño defecto de fábrica. Claro que mayor tara llevaríamos si no nos abriéramos al amor.
Sólo algunos que son más santos que humanos (Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer...) viven el Amor con mayúsculas y son como la pescadilla que se muerde la cola: a más amor, una humanidad más perfecta que se aleja de la humanidad corriente.

Me refería a esas cosas del querer humano, que falla en el cálculo de sopesar a dónde debe llevarte el amor sin límites. Yo no dudo que Tolo amaba muchísimo a la montaña ( lo comprendo porque he sido montañera, aunque sólo de tresmiles como mucho) y que amaba muchísimo a su familia. Seguro que sintió sólo remotamente antes de marchar, que no iba a volver del Anapuerna. Por eso decía lo del amor dividido cuando pensaba en sus hijos en el último momento.

El amor es vida, si; al más humano y de los humanos y a la vez, al más divino de los humanos, lo llevó a la muerte. Con esto sólo afirmo lo que pasó, no justifico nada. Fue para dar vida. Lo comprobamos todos los años en la Naturaleza, en el renacer de la primavera.

A los que somos muy humanos y un poco divinos de andar por casa( porque el Creador nos hizo así), que somos la inmensa mayoría; nos resulta complicado elegir siempre hacia lo que un amor puro nos debería llevar. Si fuera más fácil, no llevaría la humanidad tanto tiempo a lo largo de la Historia luchando por conseguir el bien común y el individual.

Es que el amor también es paradoja. Yo, que perdí a mi marido, a quien quería mucho; hubiera sufrido mucho menos su ausencia si le hubiera querido menos. Pero a la vez habernos querido en vida, con nuestras imperfecciones lógicamente, me ha servido para poder salir adelante sin él; sintiéndome privilegiada por haber vivido esa experiencia y poder recordarla con emoción. Y de nuevo me hace pensar en lo bien que podría seguir todo si estuviera vivo y me duele intensamente. Y así en un toma y daca, se sigue viviendo y te mueres un poco también.

Y eso no me hace pensar lo contrario de que el amor no sea vida; pero sí, que no es nada fácil. Y que las experiencias personales y la lectura de ciertas noticias, te llevan a hacer afirmaciones que conviene explicar para que se entiendan, o al menos para que se sepa el motivo.