- Gustavo!, que acabes los deberes y bajes a cenar!
- No puedo, tengo que hacer una redacción sobre el otoño y no me sale nada.
- ¿Cómo que no te sale nada? Trae acá un lápiz, que te doy a dar yo otoño.
Y Gustavo contempló como su madre componía en diez minutos una redacción bellísima sobre el otoño, con sus hojas y sus vientos y todo eso.
- Pero mamá, cómo voy a presentar eso, si van a saber que no es mía.
- Tú calla, coge el cuaderno y lo copias con tu letra.
Así lo hizo, y entregó la redacción, y al cabo de unos días el profesor dijo que los trabajos estaban todos suspendidos. Todos menos uno, que estaba escrito por alguién que terminaría siendo escritor.
- A ver, Gustavo, sal aquí y lee a esta cuadrilla de merluzos tu redacción sobre el otoño.
Aunque le temblaban las rodillas, leyó la redacción de su madre. Y cuando terminó, se hizo el silencio. Y al silencio le siguió una ovación cerrada de sus compañeros, que desde entonces lo llamaban Gustavo el escritor.
Según él mismo cuenta, así le nació la vocación a Gustavo Martín Garzo, incansable buscador de la belleza, y uno de los mejores escritores españoles del momento. Con trece años, decidió hacerse escritor para estar a la altura de su madre, la cual nunca escribió otra cosa que una bellísima redacción sobre el otoño.
Y desde que oí su relato, no hago otra cosa que mandar trabajos y más trabajos a mis alumnos. Sobre el otoño y sobre todo lo que se me ocurre. A ver si encuentran en algún sitio su vocación.
A los alumnos de 2º de Bachillerato de Jesús - María Ikastetxea
1 comentario:
Qué bonito!! Como parir dos veces a un hijo. De seguro fue (es?) una sabia mujer.
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