lunes, 3 de mayo de 2010

Maniobras de concentración


Cuando acaba de comer, o de tomar el aperitivo, se entretiene sacando los ojos a los langostinos con un palillo. O extrayendo con el cuchillo láminas cada vez más finas de la corteza del queso desechada en los platos de postre. O diseccionando el troncho de la manzana hasta dar con las semillas, las cuales serán retiradas hasta un extremo del plato. O haciendo figuras geométricas con el tenedor en las mondas de la naranja. O arrojando migas de pan a los posos del vermut, y echando encima agua, y también los posos del resto de los vasos, hasta dar con una mezcla de color y textura asquerosas. O escarbando con la uña en los huesos de las aceitunas. O distribuyendo los restos de comida a lo largo y ancho del plato, aquí este poco de cebolla, allí una hoja de canónigo, más allá la piel del filete de merluza congelado, de manera que un día son la representación de la batalla de Waterloo y otro el sistema defensivo de Mourinho.

Cuando estoy con ella, contemplo las maniobras como hipnotizado. Y veo que le sirven para escuchar la conversación, de la que entra y sale a su antojo.

Lo malo es cuando el almuerzo de trabajo es con otros ministros de otros países, que no entienden su manera peculiar de concentrarse.

Con todo, es una persona normal, con sus manías.

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