jueves, 20 de mayo de 2010

Tu la llevas, Maria Emilia

- A ver, Maria Emilia, ahora la llevas tú.

A la presidenta del Tribunal Constitucional le toca ahora redactar un nuevo texto de sentencia y someterlo a la votación de los demás magistrados. Ya me la imagino haciendo un corta-pega con las anteriores, a ver si cuela.

Cuatro años llevan, cuatro, dando vueltas al Estatut. Han redactado cinco ponencias y no les ha gustado ninguna. A esta le sobraba esto y a esa le faltaba aquello. Es decir, que los que más saben de la Constitución y de lo constitucional no saben si el Estatut de Catalunya es constitucional o no es constitucional. Manda huevos.

Uno con mucho sentido común les ha dicho que a lo mejor lo que procede es que lo dejen y hagan otra cosa, que ánda que no tendrán trabajo. A veces pasa, que te obcecas con algo y no te sale. A mi me pasa cuando intento meter el coche en un sitio del parking de esos con columna a un lado. Caber, cabe, pero yo estoy de no. O cuando estoy con la cabeza en otro sitio y leo y releo la misma frase del examen que estoy corrigiendo. Y no me entero de nada. Entonces mejor dejarlo.

Decía Ruiz Soroa ayer en El País que a ver a qué viene tanto meterse con el TC, con la cantidad de cosas estupendas que ha hecho, y con lo que le debemos en materia de derechos y libertades. Y yo le digo que no es eso, que al mejor escribiente le sale un borrón, y este texto se les ha atravesado. Y ya está. Que lo dejen. O que declaren el Estatut constitucional por aburrimiento. Que si en cuatro años no se han puesto de acuerdo en que es inconstitucional es que es constitucional.

O que busquen fórmulas de trabajo alternativas, que a lo mejor es que no lo cogen con gusto. Por ejemplo, que se vayan de retiro a Montserrat, y lo estudien allí, que seguro que lo entienden mejor, bebiendo vino del Priorat y comiendo unas butifarras con secas en los descansos. O que se vayan de cena, y lo traten a los postres, con unos carajillos de por medio.

Pero que hagan algo, por Dios, antes de que Maria Emilia perpetre el enésimo borrador.

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