sábado, 8 de mayo de 2010

los agujeros negros


Ya sabéis que he perdido de todo y en circunstancias deplorables. En las últimas semanas, además de una gorra preciosa de color gris, he extraviado un guante. Y esta es una pérdida con valor doble, como los goles fuera de casa en las eliminatorias de Copa. ¿Que qué haces con el otro guante?. Una de dos. O eres un miserias y lo guardas (yo tendría una caja con tres guantes desparejados, decenas de calcetines de distintas formas y colores, una bota, una zapatilla de casa, otra zapatilla deportiva, un gemelo y un pendiente), o te dejas de vainas y lo tiras a la basura.

También puedes preparar una caja con un mocasín, y la dejas ahí para dársela a tu hijo, si está en segundo de Primaria. Porque ocurre que estos seres suelen venir a casa diciendo que les han dicho en la escuela que mañana lleven dos envases de yogur vacíos, o un palo de escoba, "pero sin los pelos", o un tuperware en desuso. Y así ya estás listo para cuando le pidan que lleve una caja de zapatos medio llena.

Con todo, nunca había perdido el ticket del parking en el mismo momento de entrar en él. A la salida sí, que eso es un clásico. Los días que vas a Madrid y aparcas en el aeropuerto, cuando vas de rebajas, cuando hace malo y llevas camisa, jersey, chaqueta y gabardina... En esos días, o porque hay muchos bolsillos o porque hay mucha actividad, lo normal es perder el ticket en el transcurso de la jornada. Pero perderlo a la entrada no dice nada bueno en favor de uno.

Salí triste del aparcamiento, porque veo ancharse sin parar el agujero negro de mi mente. Pero se me pasó pronto, justo cuando vi que el guarda de la entrada se petaba de la risa, diciendo que había visto de todo en un parking, pero nunca a nadie como yo.

Sentirse único y diferente le eleva a uno la autoestima.

2 comentarios:

Blanca dijo...

Hombre, un tanto curioso es, no vamos a negarlo.

A mí se me cayó el billete que me acababa de expender el cajero, por la ranura que el mismo tiene. ¡Situación ridícula y surrealista, donde las haya!!! Y claro, como una no anda por la vida con ganzúas, como los chicos de “Punk Fiction”, pues ahí me veis, cuasi dejándome los dedos en el empeño. Al final la patilla de las gafas me sacó del apuro.

Pero a mí no me vio nadie que me hiciera sentirme diferente por su comentario, así que leerte hoy, me ha subido unos cuantos enteros la autoestima.

Mil esker!!

Sofia dijo...

¿Y por qué tendrá que ser la autoestima esa parte que siendo auténticamente nuestra ( su propio nombre lo dice) dependa de lo que piensen los demás?.

Es una auténtica putada porque nos pasa a la inmensa mayoría del personal, salvo aquellos que la tienen ya tan chafada o tan elevada que no importa lo que lleguen a opinar desde fuera.

Digo yo que somos igual de únicos, con nuestras errores o nuestras genialidades, nos lo reconozcan no.

Somos seres sociales, que nos hacemos en grupo, la otra cara de la moneda es la más jodida, cuando nos deshacemos en grupo.

El tema de la paradoja de los hechos y los sentimientos siempre me ha tenido dando vueltas al coco. De las relaciones personales sacas aspectos positivos que te elevan hasta límites insospechados, ¿por qué tendrán que llevar aparejados los otros?.

En ciertas cosas la moneda debería ir de canto.