domingo, 19 de julio de 2009

Playa de Santo Tomás, Es Migjorn Gran


Llevo un rato en la playa viendo cómo un niño de un año, poco más o menos, llena su cubo con piedrecitas que coge de la orilla. Ahora se editan libros con teorías que explican a qué edad cabe esperar que una criatura desarrolle estas habilidades.

La lectura de estos manuales alivia el atroz sufrimiento de padres impacientes, y, a la inversa, estimula la impaciencia de los que ven que su retoño, cinco años ya, no es capaz de poner en fila siete piedras playeras. Unos y otros piensan que, adecuadamente estimulado, un niño puede multiplicar sus posibilidades intelectuales, aminorando así el número de suspensos futuros en ESO.

Muchos progenitores modernos se creen todo lo que pone en estas obras cumbre de la pedagogía infantil, y dedican el tiempo de verano a poner en práctica los consejos que contienen, en lugar de dar besos a sus hijos y comprarles helados, que es lo que toca.

Aunque también es posible que si mi madre los hubiera leído, yo no habría salido tan garrulo ni escribiría estas tonterías cada noche.

1 comentario:

Casilda dijo...

Jaja pues tu madre hizo bien son lo de los helados y los besos y menos libros de pedagogía. a mi me gustan las "tonterias" estas que tu dices.