
Primera cosa perentoria: cantar por las mañanas en el coche, para calentar la voz y que luego no sufran mis cuerdas vocales. En realidad, mis cuerdas vocales no han sufrido nunca, pero si canto ni siquiera correrán el riesgo.
Segunda cosa perentoria: tirar a la basura todas las chancletas que no me sujetan el talón. Cuando las llevo, los dedos tienen que hacer de garra, y al final pueden resentirse las cuedas vocales, que son parte del mismo cuerpo que el pie y sus dedos.
Tercera cosa perentoria: saber si mi hija tiene un eyeliner en el bolso. Tiene ya catorce años, y hoy me he enterado que se empiezan a usar con doce. No sé para qué se usan, pero como seguro que tiene que ver con el ojo y el ojo es una parte del cuerpo muy delicada, me da miedo tener este asunto sin controlar.
Cuarta cosa perentoria: hacer un seguro de gafas para mis hijos, si es que encuentro algún comercial de seguros gilipollas al que engañar.
Última cosa perentoria: alejarme de todo lo que tenga aristas. De las rocas y de las personas. Mira cómo tengo el pie de sangre por no mirar. Y la vida.
PD: al cierre de esta entrada mi hija me confirma que sí, que lleva dos eyeliner en el bolso, uno blanco y uno negro. Pero que esté tranquilo.
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