domingo, 5 de julio de 2009

perentorio

A mis amigas de Educación Infantil las vi toda la tarde agobiadas porque tenían que hacer una lista de tareas perentorias. Se conoce que el verano es para hacer todo lo que, siendo perentorio, no has hecho cuando no era verano. A mí también me entró el gusanillo y me he puesto a hacer la lista. Quiero aclarar que lo que no es perentorio no hay que hacerlo obligatoriamente en ningún caso, ni en verano ni en invierno.

Primera cosa perentoria: cantar por las mañanas en el coche, para calentar la voz y que luego no sufran mis cuerdas vocales. En realidad, mis cuerdas vocales no han sufrido nunca, pero si canto ni siquiera correrán el riesgo.

Segunda cosa perentoria: tirar a la basura todas las chancletas que no me sujetan el talón. Cuando las llevo, los dedos tienen que hacer de garra, y al final pueden resentirse las cuedas vocales, que son parte del mismo cuerpo que el pie y sus dedos.

Tercera cosa perentoria: saber si mi hija tiene un eyeliner en el bolso. Tiene ya catorce años, y hoy me he enterado que se empiezan a usar con doce. No sé para qué se usan, pero como seguro que tiene que ver con el ojo y el ojo es una parte del cuerpo muy delicada, me da miedo tener este asunto sin controlar.

Cuarta cosa perentoria: hacer un seguro de gafas para mis hijos, si es que encuentro algún comercial de seguros gilipollas al que engañar.

Última cosa perentoria: alejarme de todo lo que tenga aristas. De las rocas y de las personas. Mira cómo tengo el pie de sangre por no mirar. Y la vida.

PD: al cierre de esta entrada mi hija me confirma que sí, que lleva dos eyeliner en el bolso, uno blanco y uno negro. Pero que esté tranquilo.

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