viernes, 17 de julio de 2009

Barcelona

Menos mal que los testigos de Jehová, en un amable mensaje que colaron en mi buzón, me recordaron lo próximo que está el fin del mundo, porque con el trajín de vida que llevo se me había despistado el tema por completo. Algunas cosas yo ya notaba, para qué nos vamos a engañar: que la gente iba más rápida por las calles, hasta las de los pueblos, a causa de la urgencia escatológica por dejar todo atado y bien atado, como el dictador en su día.

Ellos tienen una fórmula para sobrevivir al apocalípsis, pero no sé si me interesa escucharla. Me arriesgo a que, si solo a mí me sale bien, no me quede más futuro que vivir como Wall-e entre las ruinas de esta Barcelona irreconocible en la que me encuentro.

El lema de la reunión a la que me invitan, que se celebrará en el estadio de Anoeta, en Donostia, es "manténgase alerta", al parecer, porque esta es una de las cosas que Jesús dijo a sus amigos antes de que lo entregaran para ser ejecutado. A mi esto de estar permanentemente tensionado me estresa un poco. Tengo alarma en el móvil para todo: para levantarme, para la pastilla de media mañana, para los cumpleaños, para las extraescolares de los niños..., y al ir a meter el aviso para cuando llegue el fin del mundo, aunque era pequeñito, el móvil me ha contestado: memoria insuficiente.

Cuánto sabe.

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