lunes, 13 de julio de 2009

Comisiones

A las comisiones del Congreso acuden prestigiosos especialistas en los más diversos campos del saber con el propósito de iluminar las mentes de los señores y señoras diputadas, para que las leyes de cuya elaboración se ocupan por encargo de los ciudadanos les salgan estupendas y duren más de una primavera, que es lo que les pasa a las leyes de educación.

El 22 de junio pasado, e invitado por el PP, le tocó el turno al doctor Coullaut - Valera, psiquiatra, que tenía que hablar sobre drogas, no me preguntéis por qué. Sin embargo, y aprovechando que el ponente anterior, hablando del mismo tema, había hecho una referencia a la violencia de género, pidió permiso a la presidenta de la comisión para salirse brevemente del tema y exponer una teoría a la que ha ido dando forma después de rigurosas observaciones y minuciosos contrastes.

La teoría es la siguiente: las mujeres, mientras tienen la regla, desarrollan una violencia equiparable a la de género, dado que la disregulación anómala que constituye la mestruación hace que la mujer se ponga serotoninérgica, y por lo mismo, se vuelva terca e inoportuna. Y como las parejas de estas mujeres no saben lo de la disregulación anómala ni lo de la serotoninergía ni el drama que es la menstruación, ya la tenemos montada. De ahí a que líe a tortazos no hay más que un paso de pollo.

Un diputado y ginecólogo del PSOE, José Alberto Cabañes, dijo a micrófono cerrado que creía que lo más parecido a la menstruación que había visto el psiquiatra de marras era la matanza del marrano en Burgo de Osma.

Hace un mes un señor de 87 años ahogó con sus propias manos a su mujer, de 85. Una vez muerta, la tumbó en la cama, la tapó con una toalla y le puso un crucifijo en las manos. Después se ahorcó en la cocina. Sus hijos, que creían tener unos padres amantísimos, encontraron los cadáveres al ir a comer con ellos ese mediodía. A lo mejor es verdad que todo se explica por los complejos procesos químicos que se dan en nuestro cuerpo cuando tienes la regla o cuando pierde el Athletic o cuando te enamoras locamente de Paris Hilton. Pero yo creo más en las otras causas: la violencia sufrida, la violencia aprendida y cultivada, la educación recibida y la no recibida, el hastío.

Menos más que el doctor terminó diciendo: yo estoy encantado de estar aquí y decir estas tonterías.

Menos mal.

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