miércoles, 15 de julio de 2009

Ciutadella


La gente que viene a Menorca busca tranquilidad, sol, playas con poca gente. Busca ver amaneceres y puestas de sol increíbles, más de éstas que de aquellos. Y por supuesto, pasear comiendo queso por las calles inglesas de Mahón.

Pocos saben que el lugar donde la vida empieza en Menorca es el bar Tritón, en el Puerto de Ciutadella, a las siete de la mañana. Yo elegí en la terraza una mesa en el área de turista nacional ocasional, al cual el camarero puede dirigirse en catalán sin que se mosquee y suelte aquello de "oiga, que yo soy de Ampuero". Y tan privilegiada ubicación me hizo disfrutar de un lugar magnífico desde el que atender el despertar de la isla, contado por los hombres que la hacen cada día. Y sin ninguna sensación de intrusismo, ya que hablaban de mesa a mesa, que cada uno ocupa la suya de toda la vida. Y hablaban de las cosas importantes: las vacas, las obras y Hacienda.

Una hora desayunando. Y hasta que el cuerpo no está en condiciones de afrontarlo - dos o tres cafés, la ensaimada, el desayuno mediterráneo de toda la vida, sin frutas, ni embutidos, ni cereales ni mariconadas de esas - uno no se levanta y se va a ocupar de lo demás.

1 comentario:

Sofia dijo...

Pedro, qué recuerdos felices me traen tus menciones y recorridos por Menorca.

Estuvimos en la isla en dos momentos distintos: el primero cuando Saioa tenía 7 años y Gaizka 10, lo pasaron tan bien...que tuvimos que repetir hace unos años.
Y aunque nos ubicamos en distinto lugar, hubo que visitar además de lo nuevo; todas las calas, pueblitos y hotel de la vez anterior. Todo sabía doblemente encantador. Eran tiempos más felices, también estaba Iñaki.