domingo, 31 de mayo de 2009

Los hombres que no amaban a las mujeres


No conozco a nadie que haya leído Los hombres que no amaban a las mujeres (Stieg Larsson) y no haya quedado seducido, de alguna manera, por el personaje de Lisbeth Salander. Por lo que muestra y por lo que esconde.

La película se estrenó ayer, y yo no pienso ir a verla. No entiendo la manía de la industria cinemátográfica de llevar a la pantalla las mejores novelas. Como si no hubiera guionistas extraordinarios y el cine no pudiera crear sus propias historias. Yo adoro las películas que nunca antes fueron novelas.

La gente sale de la sala y dice "pues yo a Lisbeth la imaginaba de otra manera". ¿Cómo le explicas que la Lisbeth que imaginó es la real, y que la que presenta el cine es sólo la que imaginó el director?

¿Cómo después de haber sido secuestrados por el torrente narrativo de Larsson, después de no dormir, de no vivir sin leer, de no poder concentrase en nada sin saber quien es Lisbeth y qué le mueve, se os ocurre ir a ver cómo lo vivió no se quién?

¿Cómo no veis, los que inundáis las salas de palomitas y desechos de todo tipo, que la literatura multiplica las posibilidades de la imaginación y el cine las divide?

Voy a escribir una novela. Empiezo mañana, aprovechando el parón laboral obligado por el comienzo del programa de desintoxicación. Y no pienso dejar que la lleven al cine. Ni aunque me lo pida Oliver Stone.

1 comentario:

Casilda dijo...

Es verdad que el personaje de Lisbeth no deja indiferente, pero eres demasiado crítico con la pobre industria cinematográfica, yo si voy a ir a verla aunque sin grandes expectativas despues de ver como se han cargado algunas de las mejores novelas que he leido.

Un saludo!