viernes, 15 de mayo de 2009

Mi gente


Cuando ví a Tití Henry celebrar su gol recordé que tenía que renovar el móvil, porque en el actual recibo llamadas de un bufete de abogados de Córdoba instándome a presentarme a no se qué juicio, señor Salvador, cuando yo no soy el señor Salvador.

A juego con la decoración minimalista de las tiendas de telefonía móvil, las dependientas también suelen ser mínimas. La del otro día era tan delgada que la confundí con un ficus. Y se sobresaltó cuando me sobresalté. Fue cuando me dijo si podía ayudarme, estando yo completamente convencido de que, aunque sean seres vivos, las plantas no usan el lenguaje al modo que lo hacemos los humanos.

Y luego en la tienda todo requiere mucho trajín. Elegir el móvil parece fácil, pero para saber el precio hay que abordar el tema de los puntos. Que si tenía (¿que si tenía quién, yo o él?, ¿y quién es él? ¿en qué lugar se enamoró de tí?) puntos, me preguntó, y como yo de eso no sé, le dije que sí, que cuarenta y cuatro. Fue lo primero que se ocurrió, porque son los que tiene ahora mismo el Athletic. Y me dijo que qué pocos. Le toleré la licencia porque son pocos de verdad, los justos para asegurar la salvación matemática.

Luego me dió a elegir el contrato entre el "mi gente", "mis cinco favoritos" o "los tres amigos que perdí en la escuela". Elegí "mi gente" porque pensé que me obligaba a una reflexión bastante útil sobre el sentido de mi vida, aunque encontrarlo me llevara algún tiempo, claro está. Sin embargo, ella me pidió inmediatamente los números de teléfono de mi gente. Yo le decía que qué se pensaba, que eso suponía dividir en dos mi universo de relaciones y que necesitaba hacer unos ejercicios espirituales para poder discernir. Pero ella no pareció entender, porque estaba programada para reflexiones tecnológicas y utilitarias. Al final cedí, porque estaba haciendo cola.

Lo más duro fue llamar a todos los que ya no eran mi gente para decírles que estaban apartados del círculo de los elegidos. Entre ellos estaban amigos de toda la vida. Incluso mi hermano y un ex-futbolista que jugó en el Elche.

Ahora, mendigo de amor, cada vez que me encuentro con alguien, le pregunto si yo soy su gente.

3 comentarios:

garbiñe dijo...

Es deliciosa la sensación de conectarse a un blog con la seguridad de que la lectura del último post provocará una sonrisa, o dos, o tres... (a veces una carcajada, o dos o tres...) Gracias por estas (casi) diarias pequeñas alegrías .

Anónimo dijo...

Bueno, por lo menos a tí te dejaron elegir. Cuando yo fui a cambiar el mío, ya no me qudaban puntos; los había agotado cuando cambiaron mis hijos los suyos. Mi intención era seguir con lo más parecido al que había tenido hasta entonces (un modelo iventado especialmente para usuarios de mi nivel; que me sirva para llamar...,enviar y recibir sms..., y poco más)
Me dirigí al modelo en cuestión, y la dependienta delgadita, echándose literalmente en plancha, me dijo: - ese no, que es muy caro. Obviamente me frené y tímidamente pregunté el precio. Hombre, barato no era, pero...,tampoco para marearse; me podía pegra el "caprichillo", y su sencillez de manejo, lo compensaba.
Hice un nuevo intento, pero fue inutil. Aquella persuasiva mujer ya estaba prácticamente envolviéndome otro modelo, a la par que me decía: - éste te basta y te sobra; no te merece la pena gastar más.
Total, que aquí ando, intentando llevarme bien con este teléfono que: suena y creo que es el de otro; tiene un tipo de alarma que ha convertido mis despertares en una auténtica pesadilla y para más "coña", no me gusta su color.

Bego dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.