martes, 5 de enero de 2010

veintidós pares de zapatos

Cuando encontraron a Louise Von Enke muerta en una cuneta, a nadie como a Wallander extrañó que junto a su cuerpo estuvieran perfectamente colocados los dos zapatos. Como si se hubiera preparado para morir dejando las cosas ordenadas. Vamos, todo lo ordenadas que pueden estar las cosas en una cuneta cuando uno va a suicidarse.

De manera que se dirigió al apartamento de la malograda mujer, y fue abriendo los armarios hasta llegar al ropero, del que sacó veintidós pares de zapatos, que colocó en orden sobre la cama. Cuando hubo terminado, aquello parecía el ejército imperial en formación. Como no acababa de tener las cosas claras, telefoneó a su hija Linda:

- oye, veintidós pares de zapatos, ¿son muchos o son pocos?

- depende.

No! No depende de nada. Veintidós pares de zapatos son una barbaridad. Si sois cinco en casa, ciento diez pares de zapatos, Y si sois diecisiete, trescientos setenta y cuatro. Si sois solo dos, cuarenta y cuatro. ¿En qué parte de la casa caben cuarenta y cuatro pares de zapatos? Y si a uno de los dos le huelen los pinreles, ¿cómo se hace frente a la pandemia? ¿Y dónde guardas los cepillos, los betunes, los trapitos, las plantillas devor-olor y toda la parafernalia que acompaña a lo de los pies?

Yo tengo seis pares. Unos para ir a trabajar cuando llueve, otros para ir a trabajar cuando no llueve, otros para ir al monte y pisar piedras, o para cuando nieva, que es casi nunca, unos naúticos para andar cómodo si no tengo ningún compromiso, unas deportivas y las zapatillas de andar por casa. Ya está.

Y hago la guerra a los que viven conmigo escondiendo cada par de zapatos o de botas que exceden de los seis. Los guardo debajo de mi cama. Al principio me reían la gracia, pero ya no. Y lo de debajo de mi cama sí que es el ejército. Pero el de Pancho Villa.

1 comentario:

Sofia dijo...

Y porque se han fijado en los zapatos, pero seguramente el armario estaría lleno de ropa para acompañar a esos zapatos, en mayor medida.