miércoles, 27 de enero de 2010

La primera zapatilla

La primera zapatilla la esquivé con un ágil movimiento de cintura, pero la segunda me dió de plano en la ceja abriendome un boquete del que manaba sangre abundantemente. Cuando me llevé la mano al ojo para parar la hemorragia desprotegí el abdomen y el vientre, donde recibí el impacto de una de esas velas decorativas tan gordas que tenía a mano. De nada sirvió explicarle que me debo a mis alumnos. Que ya no sé enseñar con tiza, porque me mancho todo. Que dejé de utilizar papeles hace años, un día en el que el cajero automático me pidió por favor que cuidara el medio ambiente y que no imprimiera el comprobante. De nada valió explicarle que tenía el ordenador arreglando desde el jueves, y que no había técnico que sacara de él la manada de virus que lo habían tomado al asalto. De nada valió recordarle lo de la salud y la enfermedad del día de la boda, porque decía que el cura se refería a las de las personas y no a las de las computadoras.

Y todo porque después de haberme avisado la noche anterior de que ni-se-me-o-cu-rrie-ra llevarme su mini PC al trabajo, se me había ocurrido, en qué andaría yo, llevarme su mini PC al trabajo. Todo, en fin, por un pequeño desajuste de algún circuito de la parte neuronal de mi cerebro, a los que ya debería estar acostumbrada, además.

Y qué culpa tendré yo!

2 comentarios:

Blanca dijo...

Pues; -ya-ves-lo-que-te-ha-pa-sa-do.
Otra vez ya sabes: ¡ni-se-te-o-cu-rra!!

Jani dijo...

JAJAJA Pedro dile a tu mujer que tenga compasión.
Que si no te lo deja a ti.. que lo haga por nosotros, necesitamos powerpoint en economía&Derecho por diosss!