viernes, 15 de enero de 2010

La justicia

El día estaba de perros y volaban las telas asfálticas del tejado por los patios de recreo, así que la autoridad requirió a los de a pie para que mantuviéramos a raya a la muchachada de Secundaria en su tiempo de asueto, dejándoles pasear a sus anchas por la espaciosa galería, pero sin permitirles poner un pie fuera de ella.

Uno me preguntó si me parecía justo que les hubiéramos encerrado, y que no les dejáramos salir a comer en tanto no recogieran las plastas de papel mojado que había por el suelo, restos de una pelea en la que él, por supuesto, no había participado. La verdad es que yo no medía la situación en términos de justicia, sino de peligrosidad: 120 garrulos y garrulas de 14 a 17 años y los millones de hormonas con las que salen de casa a las mañanas. Pero como me hizo la pregunta con media sonrisa irónica, entré al trapo como un Miura en Pamplona.

- ¿Tú vas a misa los domingos?

- Por supuesto, me contestó.

La respuesta me sorprendió un poco al principio, pero luego recordé que sus padres son del Opus.

- Pues entonces deberías saber que justo y necesario, y además nuestro deber y salvación, solo es dar gracias, siempre y en todo lugar, a tí Dios Padre Todopoderoso y Eterno. Que esto que hacemos los seres humanos de aquí abajo es simplemente necesario, pero no tiene por qué ser justo. Así que o recoges una plasta de esas del suelo o vas a hacer un ayuno más que saludable para ese cuerpo serrano que gastas.

Un poco agresiva sí me quedó la respuesta, pero hasta la boina estoy de esa obsesión por la justicia a los 16 de la que no queda nada a los 25.

1 comentario:

Sofia dijo...

¡Caray! ¡qué ágil y elocuente conseguiste estar en tan poco tiempo para dar una respuesta!.

La verdad es que estaba la galería, como una de reclusos de San Quintín. Era como una caja de bombas. Bastante mérito tuvisteis con conseguir contener aquellas masas, en reducido sitio y a la hora de comer. Y encima les atizas una clase de religión, filosofía y derecho en un sólo párrafo.