lunes, 11 de enero de 2010

El hombre inquieto


Con sesenta años, Kurt Wallander se ha hecho mayor. Pero ni por un momento deja de recordar y aplicar a su trabajo lo que aprendió de sus colegas mayores.

Y justo cuando su cuerpo se va llenando de patologías, de su mente sale aún con cuentagotas la intuición. Eso que le hace diferente de los demás.

Y no es este el único parecido con Descartes. También comparte con él la pasión por la verdad. Y nunca deja de intentar averiguar por dónde se llega a ella: la verdad, en este mundo, solía ser contraria a lo que uno esperaba. A veces hay que poner la realidad al revés para que esté al derecho.

Está bien recordarlo, para quienes creen que la tienen guardada en algún sitio.

A mí me costará vivir sin él. Tendré que empezar otra vez por el principio: Asesinos sin rostro.

Podéis no leer a Mankell. Pero perderéis horas y horas maravillosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pedro, no te sientas solo, ya que nos queda Linda, y la belleza permanece en el recuerdo y Kurt nos ha dado muchas alegrias y nos ha enseñado en muchas ocasiones a perdonar y comprender a los demas. ah, por casualidad sabes si puedo adoptar a Jussi?, escuchariamos juntos a Callas.... jose ignacio