domingo, 1 de noviembre de 2009

Neruda


Me gustas cuando callas porque estás como ausente


Después de una tarde de lluvia encerrado en casa con él, preparando un examen de inglés, otro de lengua y otro de mate, secuenciados sin piedad uno detrás de otro por alguna docente malintencionada y rencorosa (no sé qué le habia hecho yo), y en un momento de tregua en el que llevaba diez minutos sin hacer añicos la lengua de Shakespeare y de Paul Gascoigne, en silencio total, el verso de Neruda me acarició el corazón, y corrí veloz a rescatar el libro que lo contiene de la estantería de los libros olvidados (debéis saber que también tengo una estantería para los libros olvidados, que se dividen en dos, los que se han olvidado de devolverme y tengo que volver a comprar poque no soporto su ausencia y los que he dejado olvidados en algún sitio y tengo que volver a comprar porque no puedo vivir sin ellos).

Y leí el poema completo.

Y cuando terminé, se lo recité, mirándole a los ojos de vez en cuando.

Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Esperaba una reacción como de corazón encogido, porque le temblaba el labio inferior. Entonces dijo:

- ¿puedo ver la tele?

Callé, pensando que yo también le hago bien a él cuando callo. Y devolví el libro a su sitio.

1 comentario:

Sofia dijo...

¡Qué bien hiciste en no decir nada!

Yo creo que no hay peor cosa que arrepentirte de decir algo. Mucho peor que pensar en dar una opinión y luego no hacerlo. Lo dicho, dicho está. Lo que no se dijo, todavía se puede buscar la oportunidad de decirlo.

La metedura de pata, se puede intentar solucionar con un "lo siento". Pero el impacto producido puede dejar mella.