lunes, 2 de noviembre de 2009

A ver si no es para matarlo

Había tenido una semana indecente. Dos hijos en la ESO y dos amonestaciones escritas por conducta gravemente contraria a la convivencia habían agotado su paciencia, que no era mucha. Una fue para Verenice, por decirle al profesor que se las iba a ver con su padre y otra para Venancio, porque se le había caído sin querer un escupitajo por la ventana, que lamentablemente fue a dar en la bata de una profesora que pasaba por ahí.

El caso es que llegó al estadio calentito. Y la emprendió con el colegiado, el cual, pobrecito, tampoco parecía haber llegado al partido después de haber pasado unos días felices, y no daba una a derechas.

Al principio eran unos insultos estándar, y unas faltas de respeto, que, aún dentro de la grosería, encajaban perfectamente en el género literario que se usa en la gradería. Mediado el primer tiempo empezó a acompañar el verbo del gesto desaforado, violento, cargado de energía negativa. Y rondando la media hora, después de que el árbitro pitara una falta a favor y no castigara al infractor con penalty y expulsión, se levantó, se giró, y nos gritó a los dieciocho o veinte que ocupábamos los asientos de atrás:

- a ver si no es para matarlo...!!!

Todos asintieron con generosos movimientos de cabeza, en parte porque compartían la indignación del enajenado y en parte para que se diera la vuelta enseguida y les dejara en paz.

Pero a mí me pilló en otro asunto, ya que estaba inclinado hacia la derecha intentando captar con la fosa nasal de ese lado los efluvios de un cohiba que se estaba fumando un señor, y así sacar los aromas de marihuana que me estaban entrando por el otro orificio, por obra y gracia de algún desubicado que se había confundido de escenario.

- Tú, gafitas, a ver si no es para matarlo, digo!!!

Repitió dirigiéndose a mí, porque vió que no le atendía.

- Tienes toda la razón, contesté. Y no dejarle volver a entrar en un campo hasta que no haga un programa de desintoxicación, que me tiene atufao!

Se giró de nuevo y siguó insultando al pobre trencilla andaluz:

- Intoxicao!!!, atufao!!!

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