lunes, 9 de noviembre de 2009

Los motivos del silencio

La sala de estudio de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid es un espacio diáfano y luminoso. Inmenso. Me sorprendió el silencio, porque cuando entré la ocupaban no menos de cuatrocientos estudiantes.

Enchufé el ordenador pasando el cable por encima de la carpeta de la bella joven que se sentaba delante, molestando bastante, aunque sin querer, pero ella no levantó la vista de sus apuntes. La mesa, habilitada para ocho plazas de estudio, la ocupaban otras dos personas cuyo sexo no recuerdo enfrascadas en sus asuntos. Ni siquiera se inmutaron cuando mi PC hizo del musical pin-pon-pin-pon de microsoft al encenderse. Ni un corrillo, ni una tos, ni una silla que hace ruido al levantarse uno, ni una página al ser pasada, ni el roce de un fosforito en las últimas, ni un suspiro de cansancio o de amor. El primer sonido me vino de doce metros atrás, y era el de una uña al rozar contra el cuero cabelludo de un mozo que parecía sacado de la portada de un disco de Fórmula V.

El responsable de ese ambiente monacal era un individuo que, además de bibliotecario, hacía funciones de guardia jurado, y cuya única arma era una mirada penetrante y terrible, que taladraba hasta los sentimientos cuando alguien se dilataba más de la cuenta ojeando un libro en la estantería o cuando una chica intentaba recorrer los cien metros de pasillo sin quitarse los zapatos de tacón.

Me puse a pensar en cómo es posible ocupar una superficie de veinte mil metros cuadrados con un humilde cuerpo de ser humano y con la sola ayuda de unos ojos claros. Y me entretuve en ensayar miradas ocupantes, buscando ampliar la dimensión de mi ser. Pero no me miraba nadie.

3 comentarios:

Blanca dijo...

Conforme te leía, se me estaba ocurriendo ensayar miradas frente al espejo -lo tengo facil, justo ahora voy a situarme ante él- pero ya veo, que ese no es el secreto.

Posiblemente sea, que el silencio invita al silencio, como lo limpio a lo limpio ¡Tiene que ser bochornoso, sorprenderse uno mismo, emitiendo un grito en un lugar como el que describes! El quid es, quién empieza a "crear estilo". Los anuncios de ropa y complementos utilizan mucho esta frase: crea tu propio estilo; pero claro ¿qué saben los creadores de la moda juvenil del silencio de la Pontificia? Quizás si diseñaran hábitos..., algo de serenidad monacal iría implícita en la ropa, impregnando a quien la porta. ¿Pero qué saben los señores de la moda de hoy de túnicas marrones con capucha??!!!
También es verdad, que podrías haberte acercado al de los ojos azules y simplemente preguntar. Ah! se me olvidaba, que los hombres no preguntais cuando estais perdidos, que lo mirais en un mapa. Pues ¡ala! A ver si te compras el "mapa", que andamos de exámenes

Sofia dijo...

Estáis todos por alabar el buen hacer de los universitarios, el otro fin de semana en el artículo semanal de Pérez Reverte.

Si va a resultar que la E.S.O. es más formante de lo que parece y con ella el BTO de 2 años.
O será que como estudian tan poco en ese tiempo y están como para estrenar en la Uni, les apetece hacer lo que no habían hecho antes y estudian como anacoretas.

Si es así, igual resulta que o que sembramos contra todo pronóstico, al menos durante la siembra, se transforma y recoge al de unos años. Pues no estaría nada mal. Porque los profesores de medias.... hacer, hacemos. Doy fe de los de mi alrededor.

Sofia dijo...

De todas las maneras yo voy a practicar lo que dicen los profesores coreanos de Matemáticas (ya sabéis que en esa materias son los amos, los alumnos también) que el alumno es el que debe trabajar como un mulo : hacer y hacer ejercicios; el profesor no: sólo dirigir. Y así les va. Está claro que aprender a hacer se consigue haciendo. Yo por la experiencia que tengo tanto en la ESO como en BTO, nos matamos a hacer con ellos, a tirar de ellos, a mandarles cosas que luego corregimos, a hacer y hacer en la hora de clase sin parar, pero sobre todo el profesor. Al alumno que hace a la par que el profesor en clase y luego en casa lo que le corresponde, son luego los que llenan la Pontificia.
Es que el conocimiento hay que buscarlo de forma individual, nosotros como no tenemos tiempo se lo damos hecho y así se puede estudiar fácil, pero no se hace de uno, no se interioriza como debería ser.

Claro que así no puede empezarse a trabajar desde Bto, ni desde la ESO, sino desde siempre.