domingo, 8 de noviembre de 2009

Paraules d´amor

No sé si se refería solo a las palabras que intercambian los corruptos o a algunas otras que se escuchan por ahí. El caso es que la sentencia de Millás en el dominical de El País me dejó pensando una buena temporada: si estas palabras que viajan de teléfono móvil a teléfono móvil no fueran invisibles, formarían sobre nosotros un techo de mierda que haría de la tierra un lugar inhabitable.

No sé. De lo que si estoy seguro es de que el mogollón de teléfonos móviles que existen han multiplicado el número de palabras que se dicen. En consecuencia, también de las superfluas.

Antes se pensaba más, por eso se nos ocurrían más ideas. Ahora cuando llevas un rato sentado sin hacer nada sacas el móvil y llamas a alguien:

- ¿qué?

- nada, aquí.

Lo lógico sería despedirse y colgar, porque si no hay nada, no hay nada. Pero suele pasar que se te desata la lengua y empiezas a contar que se te ha roto un zapato, y luego que has comido arroz, y el otro te contesta que también, y así todo el rato.

Tendrían que poner un límite, para que, obligados a elegir, elijamos solo palabras de amor. Aunque sean tres frases hechas aprendidas de comediantes y de sueños de poetas.

Paraules d'amor senzilles i tendres.
No en sabíem més, teníem quinze anys.
No havíem tingut massa temps per aprendre'n,
tot just despertàvem del son dels infants.

En teníem prou amb tres frases fetes
que havíem après d'antics comediants.
D'històries d'amor, somnis de poetes,
no en sabíem més, teníem quinze anys...




2 comentarios:

Sofia dijo...

Eran otros tiempos, antes yo recuerdo que escribíamos diarios donde contábamos los más mínimos detalles del día y ni te cuento lo endulzados que eran si estabas enamorada. Yo además escribía poesías, hasta del futuro (ahí me falló la musa). Y una carta al día si estaba de vacaciones fuera y no podíamos vernos. Dices palabras, infinitas, pero por otros medios.

Quizás menos contaminantes, a mi miedo me dan tantas ondas por ahí arriba cruzándose. Y tenían la emoción de la llegada del cartero. Ahora la inmediatez de la posibilidad del mensaje, provoca eso, llamarse para decirse nada. Al menos al tener que escribir podías pensar más lo que ponías y mientras pensabas sentías cerca al enamorado al un poco más. Ahora pensamiento y acción va "tojunto manteca y hunto".

Pero ya hubiera pillado yo un móvil en aquellos tiempos en que nos separábamos durante los tres meses del verano (por aquello del cambios de aires por el asma de mi ama) para contactar alguna vez el pueblillo riojano de la Rioja profunda, con el Bocho; algunos ratillos sólo: cuando la nostalgia era infinita.

Sofia dijo...

Pues si que estoy bien, eso por no leer lo que escribo, perdonar el unto con hache, ¡qué ceporra!.