domingo, 6 de septiembre de 2009

Mucha gente, pocas personas

El fontanero de Sant Feliu de Codines, un pueblo precioso en las estribaciones del Montseny, militaba en el partido socialista. Y cuando le ganaron la elecciones a CiU, accedió al Ayuntamiento en calidad de concejal.

A ser concejal es a lo más que aspira cualquiera. Y más si es fontanero, en mi opinión.

Pues tardó tres meses en dejar el puesto. y lo hizo diciendo que en el pueblo hay mucha gente, pero pocas personas. A lo mejor porque, como dice Jordi Sevilla, en política todo se decide desde arriba, y a los de abajo les toca oir, ver y callar

Es como aquel compañero de mi cuñada que decía que en su trabajo no había compañeros, y que todo eran circunstancias laborales, con faldas o pantalones.

Y desde entonces cuando miro a alguien me pregunto si es gente o persona, compañero o circunstancia.

Y si tengo problemas llamo al fontanero. Afecten aquellos a las tuberías de mi casa o a las de mi vida.

3 comentarios:

Blanca dijo...

No sé si por casualidad o por causalidad, pero has elegido como título una canción de "El Arrebato",- la canción "Mucha gente" del albun "un cuartito pa' mis cosas". No habla de fontaneros y políticos pero sí de "Mucha gente pero pocas personasa"; os lo recomiendo. Este chico, -el Arrebato-, aparte de un "salao", tiene "musssa cosa dentro"

Y tristemente, a veces sí: demasiadas circunstancias laborales, con faldas o pantalones. Menos mal, que otras veces, una tiene la suerte de encontrarse con "el fontanero", que también puede llevar faldas o pantalones.

Que paseis un buen día!

Blanca dijo...

Ah; Pitter, por si te crees que lo de "el Arrebato" no es cosa seria, te diré que es el autor del himno del Sevilla ¿A que ahora sí que vas a intentar buscarlo?

Sofia dijo...

También es cierto que en este tipo de mundo que hemos confeccionado, muy malos sastres por cierto, porque ¡qué poco a medida nos queda!: nos tira por demasiados sitios, se arruga por otros y como es heredado, nos encaja fatal.

Pero intentando que nos sirva, a todo correr porque parece que nos lo han entregado el día anterior de la última prueba, le cogemos unas pinzas por atrás, le embebemos todo lo que se pueda de las sisas; nos lo ponemos y por más que le damos unos golpecitos por las arrugas que se mueven a otro sitio y no queda tal cual, pero si hecho unos zorros de otra manera.

Pero tiendo a pensar que el Sastre Primero y sobre todo a los Sastrecillos Valientes que hemos ido después, nos falla más la ejecución que la intención.
Te han puesto ya la etiqueta, sigues como puedes corre que te corre y al cabo de un tiempo se te ha olvidado que eras un aprendiz de sastre con ilusiones.


Creo que resurgimos las personas cuando nos encontramos con otras personas esperanzadas en
ver poca gente alrededor y te dicen :

¡Vaya pespunte acabas de darle a esa entrepierna, de alta costura, tio!.

¡Pues tu sobrehilado... hace tiempo que no había visto uno igual!

¡Mira, mira al aprendiz novato que bien hilvana los bajos!.

Nos montamos una sastrería algo más feliz, más convencidos de ejercer de personas, aunque luego haya que soltar las bocamangas porque no nos entra el brazo y tampoco hay que ser ingenuos siempre habrá gente que prefiera no dar bien las puntadas.