lunes, 14 de septiembre de 2009

estúpidos

Dice Emilio Lledó, filósofo y escritor, que empieza a ser un poco agobiante el goteo -aluvión, por momentos- de noticias relacionadas con la gripe A. Que si grupos de riesgo, que si vacunas, que si cerramos los Colegios en la fase 1, que si medidas preventivas, que si reuniones de la ministra con los consejeros de las comunidades... Menuda caparrada. Y dice también que tanto ruido puede ocultar otras plagas cuyos dañimos efectos llevan años mostrándosenos.

De entre las que apunta, yo me quedo con la plaga de estupidización colectiva (y aprovecho de paso para recomendar a todas la lectura de "La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez", de Jose Antonio Marina), que merma el número de neuronas útiles en los cerebros de sus víctimas.

Un ejemplo: Jorge Trías utiliza un medio de comunicación escrito de gran tirada y lectores de derechas para acusar a Juan Mari Uriarte, obispo de Donostia, de no saber distinguir entre el bien y el mal, de anteponer una idea nacional a sus propias creencias religiosas, de no respetar la Ley, de ser un obispo equidistante con el crimen organizado, de no querer enterarse y de interferir en la marcha de la justicia.

Es un trabajo fácil:

1º) se coge a una de esas personas ya odiadas por el colectivo de lectores al que uno se dirige; en este caso, un obispo vasco, pero se podrían poner otros ejemplos: el Tribunal Supremo, el estatuto catalán, la propia Catalunya, etc.

2º) se coge una frase que dijo: "la simple aplicación de la Ley no solventará los problemas de la sociedad" (frase que, como se puede observar, responde al más elemental sentido común, ya que, por definición, la Ley no está para solventar los problemas de la sociedad, sino para facilitar la convivencia).

3º) se compara al personaje odiado con el amado por el colectivo de lectores al que uno se dirige, en este caso, Juan Pablo II, citando de este frases que también responden al más elemental sentido común, como que "el perdón no sustituye a la justicia, sino que complementa su aplicación".

4º) Se intenta encontrar una contradicción, haciendo juegos malabares con las palabras.

5º) Se decora la contradicción con varias descalificaciones personales al personaje odiado.

6º) Y cuando llevas tres párrafos, aunque lo que tienes delante sea un churro -intelectualmente hablando, quiero decir-, o sea, una estupidez, te paras, porque no te van a publicar más.

Estúpidos.

1 comentario:

Sofia dijo...

Desde luego habrá que encontrar personas menos listas y menos preparadas que Juan Mari Uriarte, que sean las que puedan meterse con él y con sus aportaciones; porque las más inteligentes y profundas pensadoras difícilmente encuentran aspectos rebatibles y mucho menos sacando frases del contexto, que su capacidad no les permitiría hacerlo.

El libro de Marina es extraordinario, empezando desde el título.
Bueno, todos los libros de Marina lo son. De los tres suyos que he leído, ninguno me ha defraudado.