miércoles, 2 de septiembre de 2009

alimentación saludable

Es un honor, para todos lo que trabajamos en la aulas, que Valentí Fuster y que Ferrán Adriá, eminentes cardiólogo y cocinero, se preocupen por el mundo de la educación. Creen que las escuelas deben impartir una asignatura de "alimentación saludable". Consideran que sería la herramienta más eficaz para combatir la obesidad infantil, que afecta ya en España entre el 8 y el 16% de los niños. Y se han atrevido a pedir al gobierno español que aproveche la próxima presidencia de la Unión Europea para impulsar la introducción en los curriculums de la citada materia.

Algo es algo. Por lo menos no han pedido que se meta en el temario de Educación para la Ciudadanía, que ya es más extenso que el de las oposiciones a Registrador de la Propiedad (por cierto, prometo meditar proximamente sobre lo que significa ser registrador de la propiedad y entregarse en cuerpo y alma a registrar).

Pero de nuevo los padres y madres se han ido de rositas. Sin ir más lejos, ayer vino Aitor, un amigo de mi hijo, a comer a casa, y cuando llené su plato de lacitos de colores con carne picada y tomate, me dijo que no le gustaba. Con dos cojones, oye. No supo contestarme a si lo que no le gustaba eran los lacitos, los colores de los lacitos, la carne o el tomate, así que deduje que era el conjunto. Constaté que sí le gustaban los macarrones a la boloñesa, de lo que deduje que era un niño malcriado y le indiqué la puerta de la calle.

¿No sería mejor, si, como dicen sus eminencias, "la clave pasa por sensibilizar a los padres de la importancia de una dieta saludable y motivarlos para llevar a cabo cambios en su estilo de vida", que las clases se las dieran a ellos?.

Primera lección: un niño no se levanta de la mesa hasta que no acaba las lentejas. Si pasado un tiempo prudencial no se las come, resérvense, y sírvanse después para merendar, cenar, o cuando se digne su majestad el niño. Si pasadas unas semanas con esta táctica no ha tocado el plato y, además de moho en las lentejas, se observan síntomas de desnutrición, llamar al 112 .

Ahora bien, para comer las cosas que prepara Adriá en El Bulli las clases de alimentación saludable serían absolutamente insuficientes. Y yo iría que hasta inútiles.

1 comentario:

Sofia dijo...

Es que sigue sonando la misma matraca de que les tenemos que educar en los centros escolares, cuando son los padres los indicados para luego nosotros pulirlos en el mismo sentido; digo en el adecuado, claro.

Pero pedirnos que les desmaleduquemos primero, dejándoles a cero de lo que traen mal hecho de casa; para aplicarles luego las capas necesarias y darles el pulido final...nos los tendrían que dejar en las aulas hasta los 30 y sin ninguna garantía de éxito.

No voy a dar ideas, que ya parece la ESO un aparcamiento de adolescentes con los propios de la edad.