martes, 29 de septiembre de 2009

Limitaciones del PIB

El PIB no tiene en cuenta la salud de nuestros niños, la calidad de su educación o el gozo que experimentan cuando juegan. No incluye la belleza de nuestra poesía ni la fuerza de nuestros matrimonios, la inteligencia del debate público o la integridad de nuestros funcionarios. No mide nuestro coraje, ni nuestra sabiduría, ni la devoción a nuestro país. Lo mide todo, en suma, salvo lo que hace que la vida merezca la pena.

Estas bonitas y algo ñoñas palabras de Robert Kennedy revelan una verdad incuestionable. No absoluta, pero sí de andar por casa, que son las verdades que necesitamos las personas que andamos por casa, y no por el espacio exterior. La verdad es la siguiente: que todo político o política necesita un pedazo de jefe de prensa que le sirva en bandeja un par de buenos datos cada mañana con los que bandear el día o hacer frente a las impertinencias de cualquier periodista, que son las nuestras.

- dime que el PIB ha subido un cuartillo o que el euribor ha bajado medio punto.

- facilítame alguna conclusión de alguna universidad, extranjera a poder ser, que pondere nuestra política mediomabiental.

Habrá datos buenos y malos. El caso es dar con la oportunidad de tiempo y de espacio para aparecer como político de palabra justa y precisa, porque si no quedas como un merluzo y no te votan ni los de tu escalera.

Pero la realidad, ah, la realidad es otra cosa. Y a estas alturas del martes, lejos ya del depresivo domingo por la tarde y comenzada la semana con el pie torcido, adivino la realidad de color pardo oscuro, con dos mechas doradas, a saber: mi hijo el pequeño lleva dos horas en silencio montando y desmontando un coche mientras saca la puntita de la lengua al apretar los tornillos, y mi hijo el mayor lleva una sacando brillo a las gafas de toda la familia (veinte pares en total) con el líquido de limpiar la pantalla del ordenador.

1 comentario:

Sofia dijo...

Caray Pedro, ¡qué egunon! con los pies en la tierra y la sensibilidad en las estrellas.

¡Ya quisieran tener los políticos algo tan precioso para decir!: que por fin se ha conseguido que los padres ciudadanos han logrado inculcar en sus hijos los valores del esfuerzo personal, la solidaridad, la búsqueda de la perfección en el trabajo, la constancia, la ilusión por las cosas bien hechas, el aprovechamiento del tiempo, el amor propio, el método ensayo-error y algún otro más que me dejo, que estaban mostrando dos, de tus perlas de hijos.