lunes, 1 de febrero de 2010

palabrotas


Rasgarse las vestiduras porque a la ex - ministra de Educación, doña Esperanza Aguirre, le hayan sorprendido diciendo palabrotas, me parece un exceso. Y querer sacar partido de ello, pretendiendo así aparecer como más educado, expone al que lo haga a vivir el resto de sus días pendiente de los dichosos micrófonos.

Comparado con el efecto liberador que supone emitirlas en ciertos contextos, decir palabrotas no me parece tan grave. Aunque uno sea educador o ministro del ramo. Yo mismo me sorprendo, aunque cada vez me causa menos sorpresa, la verdad, diciendo exabruptos en mitad de una clase, ya hable de Descartes o del desarrollo de las ciudades en la Edad Media. Alguna vez los he dicho hasta en entrevistas con padres de mis alumnos. En ocasiones, por cierto, he observado que se producía al momento un efecto liberador de tensiones, y que el interlocutor se atrevía a pronunciarse con un vocabulario menos almidonado.

A mi no me ha sorprendido tanto lo de la presidenta de la Comunidad de Madrid. De hecho, y viendo cómo es en público, me la imaginaba ya en privado diciendo vocablos de esos gruesos, comiendo pollo con los dedos y bebiendo cerveza con la boca llena y directamente de la lata mientras ve el partido del Madrid en la tele, echando eructitos y llamando burradas al árbitro y a los jugadores del otro equipo.

Lo que de verdad me hace temblar las canillas es escucharle preguntar por lo bajinis al lugarteniente qué armas les quedan. Y sudor frío.

2 comentarios:

Pedro Mendigutxia dijo...

Para leer más, ver esta bonita balada: http://www.elpais.com/articulo/madrid/Balada/hijos/elpepiespmad/20100131elpmad_6/Tes

maika dijo...

Pues sí, yo también creo que unos buenos exabruptos liberadores son una gran terapia para aliviar las tensiones acumuladas en el día.A demás,como son gratis...sale mejor que soltarle los cuartos al terapeuta de turno.

Lo de la Espe, harina de otro costal...