miércoles, 10 de febrero de 2010

Tiempo de exámenes

Es bonito el tiempo de exámenes. Entreno mis facultades de vigilante, que yo ignoraba tener y que descubrí cuando en el 87 cuidaba de la libertad y de la democracia del pueblo español en las madrugadas de Castilla, en la garita de la Academia de Caballería, de dos a cuatro de la madrugada, a 12 bajo cero.

Y me entreno en la corrección, que es como entrenarse para ser Da Vinci. Mientras corregía un ejercicio hoy a las tres, me he encontrado con que a una persona, la suma de 6000, 500, 500 y 800 le daba 3.001.300. Mira que es un número extraño, que cuesta hasta leerlo. Sin embargo, a mi me resultado estimulante, porque he empezado a jugar con los números a ver de qué manera se pueden combinar para llegar a esa cifra. Y no existe manera alguna fuera de la que permiten los estados de percepción extrasensorial. Así que le he puesto en el examen a ver si no le gustaría interpretarme los sueños. Espero que entienda lo que quiero decir, porque yo no lo sé. Igual que no sé cómo se llega a sumar tres millones mil trescientos.

En otro ejercicio, uno, que tampoco es que se hubiera matado estudiando, decía que los principales problemas del mercado de trabajo español son la obesidad y la violencia de género. Le he puesto que bien, por supuesto, pero que se había olvidado de la amenaza de desaparición que se cierne sobre el lince ibérico y del urbanismo salvaje en las costas de la isla de Mallorca.

Pero nunca en mi vida me había pasado que una profesora me hiciera llamar para acompañar a un alumno al baño, en pleno examen. Por lo visto, el elemento había dejado su espíritu, y su cuerpo también, en brazos de Morfeo, y dormitaba plácidamente, hasta que la profesora decidió que no y le mandó, conmigo, a echarse un poco de agua en el cogote.

Como cuando la policía acompaña al detenido y le observa mientras micciona, allí estaba yo, mirando. Y como nunca había visto cómo se lava la cara un alumno adolescente al que le han pillado sobao en un examen, aluciné también (cómo se lavaba la cara!!).

2 comentarios:

Sofia dijo...

Tiempo de exámenes, tiempo de vigilancia. El uso de las horas da un viraje de 180º: el alumno lo pasa apurando y esforzándose a tope (siempre que sea un estudiante comprometido con su profesión), mientras que el profesor sólo observa cómo se devanan los sesos, cayendo los minutos uno tras otro mientras te fijas en el reloj de cada alumno, en el tic que tiene menganito, en cómo se mesa los cabellos el del fondo que se acaba de quedar en blanco y le va a dar un pampurrio o en la que cierra los ojos intentando que le surja la idea feliz, pero que no termina de dar con ella.

Ya me vas diciendo quién es el genio que con 6000, 500, 500 y 800
consigue 3001300 para que le baje un punto en Mate, porque la operación que ha hecho, (además con la calculadora, estoy segura es) :
6000 x 500 +500 + 800 = ¡ta chan!. Es un error tonto por darle a la tecla del por en vez de darle al más y una burrada por no analizar el calibre del resultado. ¡¡¡¡¡¡¡Y todo por usar la calculadora en vez de hacer cálculo mental!!!!l, que no creo que sea para derretir el cerebro de nadie, sumar 6000 más mil más 800.

A mí, que soy su profesora de Matemáticas sí que me da un pampurrio y gordo. Casi que prefiero no saber quién es.

Blanca dijo...

Pues a mí el otro día, en el examen que les hice permitiendo utilizar el libro, alguien me remite a la página 89 del mismo: ¡con un par!!