sábado, 13 de febrero de 2010

Robo paraguas

Robo paraguas. Yo. La persona que soy, y no el hijoputa que llevo dentro. Empecé hace unos meses, un día de comienzos de verano, saliendo de una audición escolar. Estaba cayendo el cielo, y no estaba dispuesto a agarrar un catarro a diez dias de empezar las vacaciones, así que cogí uno verde de flores que conjuntaba con mis naúticos. Harto estaba de que solo me desaparecieran a mí. Y luego me he acostumbrado a salir de casa sin paraguas y, si es menester, hacerme con uno a la salida de un bar o de una farmacia.

Y no por eso se acumulan paraguas en mi casa. No. Gracias a que hay cientos de ladrones de paraguas a mi alrededor, me van robando los que robo. Y no me enfado. Me presto al juego porque creo que es ley de vida. A ver qué es eso de ir con el paraguas hasta el despacho, o permanecer delante del pescadero haciendo un charquito a tus pies. Yo lo dejo en el paragüero de la entrada, porque si no, ¿qué van a robar? ¿Cómo hacemos para mantener la rotación universal de paraguas robados?

Tan formal que parecía, si hasta da clases de Derecho en un colegio de postín, pues sí. Pero como todo el mundo. Miraos bien al espejo, y al fondo de la retina encontraréis al ladrón de paraguas que se esconde detrás del alma.

Robo paraguas, sí. Y lo digo por si algún día encuentras el tuyo en mi coche, en mi despacho, o en mi casa. No hagas ningún comentario, y róbalo.

(Regalo colchón 1,50 x 1,90, a estrenar)

1 comentario:

Blanca dijo...

Ahora me explico aquel día que...¡ La madre que te...! ¡Cómo quedaron los 50 euros que dejé en la peluquería!

Y claro, estarás que trinas con la maquinita de "preservativos" gigantes que han ubicadao en centros comerciales..., biblitecas..., con el fin de que "los orines" del protege lluvias no hagan su consabido charquito, y cada cual pueda llevarlo consigo toda la tarde, sin tener en absoluto en cuenta a los fabricantes de paragüeros.

Pero es bonito eso de rotar la protección y que cada cual la pille cuando verdaderamente la necesita.

Yo robo bolígrafos; cada vez que pido uno prestado advierto que me lo tienen que pedir, que si no, acaba en mi bolsillo sin remedio.

Alguien más roba boígrafos: en mi estuche siempre hay el mismo número; cambian los modelos, también es verdad.

Iría a por el colchón, pero no tengo paraguas que cubra tales dimensiones mientras lo traslado, y de colchones mojados me harté en mi vida anterior.