jueves, 18 de febrero de 2010

Palabra de centurión


- Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.


Así terminó la conversación. Zapatero no sabía qué más decirle. y es que desde que está en Bruselas, Almunia está bastante subidito. Y se sabe formando parte de ese grupo de personas, media docena a lo largo y ancho del mundo, cuya palabra tiene la virtualidad de hacer caer la Bolsa de Tokio.

Un día estaba con su mujer en un restaurante cercano a la Grand Place hablando de las vacaciones. Al final, quedaban dos opciones: ella quería ir a Grecia, como los últimos tres años. Y Joaquín, que estaba hasta el gorro de las piedras y añoraba el pescadito y las gambas de Sanlúcar, peleaba por pasar de una santa vez el verano en casa.

- pero si España es cómo Grecia, mujer, con el mismo calorcito en verano, y sin tener que hablar raro, y con el aperitivo de reglamento, y...


Un reportero del Financial Times estaba en la mesa de al lado, y sacó la Blackberry para enviar un mensaje a la redacción: "el comisario europeo de Economía, el español Joaquín Almunia, compara la situación de España con la de Grecia".

El efecto fue instantáneo, y el IBEX 35 no dejó de bajar toda la mañana, hasta marcar mínimos del año al cierre de la sesión. Así que Zapatero cogió el teléfono, y le pidió a Alumnia que diera una rueda de prensa para dar algún dato bueno de la situación económica de España, y aquel le contestó que a ver de dónde lo sacaba. Entonces le pidió que cuente alguna mentira piadosa en la reunión del FMI a la que le habían invitado, y el comisario le dijo que él es de Bilbao, y que los de Bilbao no mienten.

Hundido, el pobre Zapatero recurrió a las palabras de aquel centurión romano cuando acudió a Jesús a pedir que curara a su empleada de hogar, y Jesús, después de mirar la agenda, le dió hora para dentro de dos semanas.

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