martes, 9 de febrero de 2010

Farmacia

Estaba esperando mi turno en la botica para proveerme de los fármacos con los que me automedico, y aproveché la proliferación de personas para estudiar algunos comportamientos que me llamaban la atención. Atendía la dependienta a una señora que había ido con su niña, la cual daba cuenta de un plátano mientras se escondia debajo del mostrador. La madre y la farmacéutica sostenían un diálogo con la nena del que querían que nos enteraráramos todos los que poblábamos aquel pequeño universo humano tan rico que conforma una cola. Preguntas y respuestas serias, profundas, potentes, de esas para hacer pensar: la dependienta, qué rico el plátano, y la niña callada, sin decir a ver si quieres un poco, la dependienta otra vez, ahora preguntando a ver si ya sabes que es muy bueno comer fruta, y la niña callada como diciendo ya está bien de lugares comunes, y vuelta la dependienta que qué fruta te gusta más, y la niña ni mú, como contestando a tí qué te importa, y la madre, es que está cansada, como saliendo al paso de tanta mala educación, y un señor detrás de mí, en bajito, como para que le oyéramos yo y otra, pero no la madre, ni la dependienta, o es que está mal educada, que todo puede ser, y una señora, a ver si dejamos las entrevistas para otro día, joder, que no tenemos toda la tarde, y la madre, ay, se me olvidaba, dame valeriana, en cápsulas, y el señor de detrás de mí, pero dale cápsulas espaciales, y metes la criatura dentro y la pones en órbita, y la otra señora, y cuando entren les quitas el mapa, para que no vuelvan.

Ni me enteré de que me tocaba, y se me colaron dos. Pero no me importó nada, porque aprendí que a los niños que comen plátanos hay que dejarles comer el plátano en paz.

Y más cosas.

4 comentarios:

Blanca dijo...

Y es que hay madres, que como han inventado ellas esto de la maternidad..., pues van por ahí exibiéndo sus logros (niños comiendo fruta, como lo mandan los cánnones de la buena dieta antioxidante, anti-radicales libres,-provitamínica...); que parecen no haberse enterado, que eso ya nos lo enseñó Murillo en su maravillosos cuadro, y sin que por ello tengamos que pasarnos veinte minutos oliendo a botica y contagiándono de todo lo que los que llenan el "super" de las recetas, han ido a solucionar.

Pero claro, luego a tomar valeriana, como cualquier Maruja de las que sin entender nada, "simplemente" criaban una recua de chavales, a los que dejaban en casa -cuidando los mayores de los pequeños-, para que no den la lata a ningún ciudadano de bien, que bastante tiene con lo suyo.

He dicho.

Sofia dijo...

Viendo el conjunto de la situación, la niña maleducada y ¡sosa! como una acelga.

La madre una pazguata incapaz de espabilar a la hija para que conteste en vez de justificarla con que está cansada. ¡Habría que saber si de verdad come de todo o sólo come plátanos a todas horas, con lo que no tiene ningún mérito!.

Pero para tonta del culo, la boticaria, que se empeña en hablar con un mueble de niña mientras hace una cola de antología en la farmacia.

Perdonad si he estado brusca, pero es que estoy empezando a entrenar al hijoputa que sí debía llevar dentro , pero que hasta ahora no le dejaba asomarse.

Pedro Mendigutxia dijo...

No está mal el hijoputa de Sofía, eh?

Blanca dijo...

Te favorece, Sofía; ya lo creo que sí.